Juan Francisco Reyes López
jfrlguate@yahoo.com

Con las disculpas correspondientes interrumpiré la serie de opiniones publicadas bajo el título “Cantos de sirena, en río revuelto”, las cuales oportunamente continuaré.

Profundamente preocupado y ofendido por el abuso que una empresa mercantil dedicada al negocio de vallas publicitarias se haya permitido, sin justificación o derecho alguno, talar 52 árboles mayoritariamente de jacaranda, en uno de los principales bulevares de nuestra ciudad, para tener una mejor vista a las improcedentes e ilegales vallas que para su beneficio y lucro han colocado.

En uno de mis periodos como diputado fui ponente de la ley que el Congreso de la República aprobó para regular y disponer las normas y tributos de las vallas publicitarias, con el objeto de evitar no solo los abusos sino también la saturación visual que algunos empresarios de esa actividad hacen y que se pueden comprobar fácilmente en lugares tales como el Campo Marte, en el final de la Avenida la Reforma, los accesos al aeropuerto y las principales rutas de ingreso a la ciudad capital.

El haber talado 52 árboles es un crimen que el Ministerio Publico debe de investigar, la Municipalidad de Guatemala tiene sus propios reglamentos que no son superiores a la ley, pero que sí son una norma legal que también debe respetarse.

No basta con sancionar a las personas que físicamente talaron los árboles, debe sancionarse a la empresa que intelectualmente decidió y pagó para que lo hicieran; las multas deben ser severas, es una de las maneras que las personas que lucran entiendan y les duela, porque les afecta en su bolsillo.

La gremial de empresas de vallas publicitarias no puede pretender que se dialogue y se disminuya la ley, aun cuando varias de ellas financien las campañas políticas, no con una pretensión cívica sino con una pretensión de influir en los funcionarios que queden electos: Presidente, Vicepresidente, Diputados o Alcaldes,

La sociedad civil debe manifestarse y no solo hacerlo cuando existe algún interés particular. Un árbol talado de jacaranda implica 20 años, como mínimo, para que crezca, por ello, aunque se replanten el daño ecológico persistirá por varios años.

En mi gestión como Vicepresidente le plantee varias veces al Ministro de Comunicaciones que en el derecho de vía que el Estado tiene a la orilla de las autopistas y carreteras debe ser plantado para mejorar el medio ambiente y mitigar parte de los gases que emiten los vehículos que utilizan los derivados de petróleo para su combustión y circulación.

También como Vicepresidente le requerí al Infom que todo el programa de letrinas que son miles las que se hacen conllevara que a inmediaciones de cada letrina, a 10 metros de distancia, se plantara un limonar, un aguacatal que le proveyera de alimentos a cada vivienda por cuanto a 10 metros de distancia las letrina han filtrado los desechos y los derivados de aguas negras se convierten en un fertilizante.

Sembrar un árbol, tener un hijo, dijo hace miles de años uno de los grandes filósofos chinos. Hoy más que nunca la contaminación ambiental nos debe hacer a todos contribuyentes y defensores del medio ambiente.

¡Guatemala es primero!

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