Pedro Pablo Marroquín Pérez
pmarroquin@lahora.com.gt
@ppmp82

Esta semana ha sido como pocas en la “era democrática” y para los que deseamos un mejor país más allá de los tintes ideológicos, empieza la etapa reina en esta ruta que nos deberá llevar, forzosamente, a cambios en el sistema o a la consolidación de un modelo basado en corrupción, impunidad y tráfico de influencias que inicia con cooptaciones gracias a los financiamientos de campaña.

Ayer, el MP y la CICIG presentaron un antejuicio en contra de Jimmy Morales por las mismas razones por las que el jueves presentaron antejuicios en contra de los secretarios generales de UNE y LIDER. Tal y como están las cosas y más cuando los que no desean cambios ya sacaron su artillería pesada, es previsible que el antejuicio no tendrá los 105 votos (con suerte los 80 para conformar la pesquisidora) y Morales será llevado en hombros por los que, metiendo mil excusas, desean que las cosas sigan igual.

Y eso nos debe obligar a entender, como dije el 23 de marzo de este año, que el epicentro de todo está en el Congreso. La gente habla de que todo cambio debe ser por la vía institucional y ese camino es nada más y nada menos que el Congreso de la República, lugar en el que convergen los más rancios y oscuros intereses porque sus actores llegaron con esas sucias reglas de financiamiento que permiten acceder al botín más preciado de todo, el Estado.

Los que juegan a un doble discurso nos dicen que desean cambios, pero no hablan nada del cambio de las reglas; nos dicen que se debe luchar contra la corrupción y la impunidad, pero negociando con la justicia para que esta sea selectiva (justo lo que critican); nos dicen que debemos ser un país más justo e incluyente, pero borrando a buena parte de la población; nos dicen que se deben dar cambios, pero como dice Fonsi, “pasito a pasito” lo que ya sabemos que se traduce en un cambio que nunca habrá de llegar.

Y esa gente, que tiene esa visión tan clara y efectiva del “cambio” que no es cambio, tiene a sus representantes bien marcados en el Congreso y por eso es que usted debe entender que con o sin Morales, aquí lo que está en juego es el sistema. A Morales no lo van a defender por su linda cara, sino al mandatario lo van a arropar porque saben que con él se están jugando el sistema completo.

A Pérez lo sacrificaron porque sabían que el modelo estaba asegurado con la celebración de las elecciones bajo las mismas reglas (reglas de las que ahora vemos sus resultados) y eso le explica por qué Pérez Molina dice que aguantó para asegurarse que hubiera elecciones.

Morales es un instrumento más de los de siempre para apuntalar el sistema, no se confunda, entonces es importante que usted se centre en el sistema aunque eso no genere morbo, likes o fama; si usted quiere una Guatemala mejor, esa debe ser su verdadera lucha. No debe de ser un sistema de derecha o izquierda, debe ser uno que empodere a la gente con oportunidades porque, le guste o no, el cambio es un tema económico y ahí nadie me ha podido rebatir en contra y eso es algo que he hablado con muchísima gente incluidos los meros meros de la macolla.

En los días que vienen nos podemos despedazar los unos a los otros o podemos hacer los mejores esfuerzos para entender que con o sin Morales, este sistema no tiene futuro. Hay quienes saben que Morales representa continuidad y por eso lo arroparán (e incluso lo alientan que retire a Iván Velásquez) y otros, pensarán que al salir de Morales todo cambiará por osmosis y ese es justamente el error que no se puede volver a cometer porque eso fue lo que pasó con Pérez y miren dónde estamos.

Acuérdese de lo que le digo, el Congreso es la clave de todo y el antejuicio de Morales debe hacer que veamos al sistema que tanto defiende esta legislatura.

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