Lic. Douglas Abadía C.
douglas.abadia@gmail.com

En estas páginas he plasmado a lo largo de 2015 mi inconformidad con las mal llamadas protestas de la plaza (según criterio de su servidor, dichas manifestaciones fueron producto de manipulación mediática y a través de las redes sociales lograron acertarle un duro golpe a la “vieja política”), fue una coyuntura en donde diversos actores, entre ellos muchos oportunistas alentaban un cambio para nuestras reglas del juego democrático; el pueblo sigue engañado y aun celebra una insípida y deslucida victoria a medias sobre el sistema político nacional.

Lo único visible hasta el momento es que somos llamarada de tuza, somos carreteros para darle aviada a propuestas desfasadas y sin coherencia; parece que con la caída del exbinomio presidencial del PP la población ha quedado con cierto grado de conformidad; pese a que seguimos a la deriva y sobre todo sin rumbo como país.

La consigna ha sido depurar a las instituciones de mafiosos, establecer nuevas reglas del juego para acceder al poder público; por cierto, las reformas a la ley electoral y de partidos políticos han sido elaboradas a la medida de los poderes tradicionales, es decir, los inmortales vitalicios candidatos seguirán reconfigurándose y luchando por permanecer en este sistema podrido que está diseñado para garantizar vicios como el compadrazgo, nepotismo, corrupción al más alto nivel en donde todos los involucrados callan y por lo tanto otorgan.

Mientras tanto el tiempo sigue su curso y no se detiene, Guatemala sigue distraída y sobre todo se ha logrado hasta el momento una victoria parcial por parte del status quo; pues no veo de donde surge el concepto de la “nueva política”, sigo observando los mismos males de gobiernos anteriores: exceso de poder, nombramiento de altos funcionarios de Estado con base a “recomendaciones” de los mismos de siempre, defensa desmedida de asesores por parte de sus jefes (estarán en contubernio o tendrán que pagar la factura de las mieles del poder), contratación de parientes y sobre todo mujeres con falta de capacidad pero con altos y jugosos sueldos bajo el 029 entre otros males propios de nuestro podrido y apestoso sistema político desigual.

Con esta radiografía, el diagnóstico es poco alentador, grandes porcentajes de la población siguen siendo marginados, anualmente se gradúan alrededor de 150 mil estudiantes de nivel medio y no hay condiciones para insertarlos laboralmente, la movilidad social ascendente es casi nula en nuestra realidad, estas características motivan a grupos delincuenciales a reclutar a jóvenes que también quieren un celular inteligente, ir a un concierto, comer pollito o hamburguesas de comida rápida, vestirse aunque sea de paca, pero con marcas importadas, es decir, consumismo irracional, pero funcional (un sicario cobra Q200 por quitarle la vida a un ser humano, ese dinero mal habido se vuelve consumo en baratijas o pendejadas) a costa del luto y dolor de una familia.

Guatemala se están saliendo de las manos, cada día somos más y más millones de chapines sin un futuro alentador, estamos produciendo sicarios, extorsionistas, narcotraficantes, mareros a granel pues el gobierno ha estado ausente desde hace varios añitos atrás, esto derivado de las mafias y amantes de lo ajeno que han llegado al poder en búsqueda de saquear al país y recuperar sus capitales que fueron invertidos en la campaña política; no están llegando al poder público ciudadanas y ciudadanos que comprendan el sencillo principio de servir y no servirse a costillas de nosotros.

Exhorto a los ciudadanos honestos y que en verdad aman a Guatemala a luchar por este país y no tirar la toalla pensando que no se puede cambiar nada (soy realista, pero aún conservo una pizca de esperanza), el ejercicio del poder debe de poseer contrapesos para su funcionalidad y así evitar dejar la cancha libre a estos malos guatemaltecos que con su doble moral nos quieren ilusionar y sobre todo mantener en un letargo interminable.

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