Dr. Luis Fernando Cordón Morales
@lfercordon – buzonasprodecogt@gmail.com

El reciente atentado ocurrido en el Hospital Roosevelt donde perdieron la vida siete personas inocentes y productivas despertó nuevamente en la mayoría de la población sentimientos de repudio; sin embargo, es sano y obligatorio detenernos a reflexionar e intentar responder como mínimo algunas interrogantes ¿Quiénes son los garantes? ¿En qué condiciones se prestan los servicios públicos? ¿Qué sistema tenemos, alimentamos y anhelamos? ¿Qué papel juega el ciudadano?

La debilidad del Estado se mostró con el acto de irreverencia en sus instalaciones. Dicho suceso evidenció la falta de previsión, coordinación y control entre judicaturas, gobernación y nosocomio. Como ciudadanos sensatos notamos que el vehículo policial de lujo en exhibición (inoperante y generador de gasto vano) contrasta con la realidad de la institución, en donde la mayoría de los elementos prestan sus servicios en precarias condiciones y sostenidos principalmente por su vocación. Que el abandono al sistema penitenciario pareciera intencional, ya que es una institución en la que se respira escases, desconfianza y lobreguez. ¡Más cárceles! dicen los incautos.

El sistema de salud tiene una cara no visibilizada, y es sobre las condiciones en que los médicos y el personal de enfermería prestan sus servicios. Estos soportan horarios extenuantes, salarios ínfimos y recursos limitados, sumándole ahora la amenaza a su integridad física. Lo que debe atenderse con urgencia en los hospitales nacionales es su propia subsistencia, y eso no se logra con el activismo en las redes sociales sino iniciando con honrar la labor de sus operativos.

Resulta sencillo señalar, responsabilizar y luego exigir, pero ¿reconocemos nuestra parte de la culpa? porque no se han defendido las instituciones, se soporta a incompetentes, se olvida a los nefastos, se ensalza a los pícaros, se escucha a los insolventes, se sigue a oscuros y se deslumbra con tan poco, pues todo eso ha permitido tener un sistema que no funciona para la mayoría, beneficia a los amorales y nos lleva a la decadencia. Para detener el declive debemos de hacer lo contrario de lo realizado hasta ahora y cambiar el rumbo ¿Qué resolvería la aplicación de la pena de muerte? Nada, de seguir con la condición actual que limita la oportunidad de desarrollo integral y reproduce cada vez más antisociales.

Otro reflejo de la indiferencia está en el incumplimiento al deber cívico constitucional de contribuir a los gastos del Estado de conformidad con la ley y veo con preocupación que se nos avecine un problema financiero, ya que el ingreso tributario ordinario simplemente es deficiente, muestra de ello es que en el 2016 tuvo que acudirse a la inclusión de lo obtenido mediante persecución penal para soportar el presupuesto del presente año, y ahora al no ser esa la fórmula sobreestimada se acudió a la motivación por exoneración de multas, recargos e intereses, que tampoco recaudó lo esperado, razón por la cual se amplía un mes más para atraer a los “convenidos” y lograr así sustentar la propuesta de presupuesto para el siguiente año, lo cual no solo es irresponsable sino que resultará insostenible a corto plazo.

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