Resolver la crisis del sistema carcelario tomará varios años porque hace falta edificar nuevas prisiones para albergar a quienes ahora están hacinados en los centros de detención, pero más que el problema físico de la ubicación de los reclusos, tenemos que entender que el problema existente es resultado de la forma en que la corrupción ha permeado todo el sistema, puesto que el mismo régimen penitenciario ha servido como fuente de enormes negocios que administran reos sumamente peligrosos, al punto de que son éstos mismos quienes deciden quiénes deben ser los Directores de Presidios del país.

La pantomima que se hizo en tiempos de Berger para “retomar” el control de las cárceles simplemente pretendía trasladar el poder de unos reos a otros y para ello había que eliminar a los que en ese momento eran los capos. Pero la autoridad nunca tomó el control de ninguna de las cárceles porque el negocio está, justamente, en el caos y la anarquía reinante que permite que algunos de los internos sean los que manejen los negocios que tienen que ver no sólo con el ingreso de drogas, teléfonos, armas y cualquier objeto a la prisión, sino también con la asignación de sectores que son más caros dependiendo de las comodidades y de la seguridad que ofrecen, facilidades para visitas y hasta para salir de las cárceles.

La excusa perfecta es que no hay condiciones físicas para mejorar el sistema carcelario, pero la realidad es que podemos tener buenas prisiones y todo seguirá igual si no cambiamos el modelo de gestión que trasladó a los reclusos todo el control y administración de las cárceles del país. No vemos una salida fácil, pero hay que entender que estamos a las puertas de un estallido que puede provocar una tragedia sin precedentes y la misma está anunciada, lo que hace que las autoridades sean aún más culpables de lo que pueda ocurrir.

La enorme maraña de la corrupción, esa que el Presidente definió como “normal” dentro de la vida de los guatemaltecos, nos está pasando muy costosas facturas porque los daños colaterales que genera son de descomunal magnitud. Todo está podrido y no hay forma de resolver con parches lo que estamos viendo día a día.

No existe una política de tolerancia cero a la corrupción y los ciudadanos nos quejamos de sus efectos pero no movemos un dedo para atacar todo el sistema que es lo que está podrido. Vendrán muertes por el traslado de reos, por mala atención hospitalaria, por desnutrición y por violencia común pero todo, absolutamente todo, tiene raíz en la corrupción.

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