Emilio Matta Saravia
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Accountability es una palabra en idioma inglés que no tiene un sinónimo en español, y su traducción más cercana a nuestro idioma es rendición de cuentas. Es un concepto aplicado principalmente en la política, no solo en los Estados Unidos de América, sino que en muchas partes del mundo. En lugares como Chile, enseñan en los cursos de política, que uno de los aspectos fundamentales que debe existir en un sistema de Gobierno para que exista gobernabilidad en un país es precisamente que exista Accountability por parte de los actores políticos (No solo se refieren a los funcionarios de Gobierno, sino también a empresarios y a los distintos sectores de la sociedad).

Traigo esto a colación, porque en distintos medios de comunicación escrita, he leído que el alcalde capitalino, Álvaro Arzú, no ha asistido a una serie de citaciones que ha tenido en los Tribunales de Justicia, las cuales responden a una demanda presentada por un ciudadano, por sus más que lamentables declaraciones como Alcalde, incitando a inquilinos de un mercado a la violencia. Esa actitud, la de creer que está por encima de la ley y no tener ningún tipo de responsabilidad por su actuar, ejemplifica a la perfección el porqué estamos como estamos a todo nivel.

Hace varios años escuché decir a un individuo, por cierto, la persona más desagradablemente arrastrada y lambiscona que he conocido en mi vida, que Álvaro Arzú es el político más exitoso en la historia de Guatemala. No tengo el conocimiento para saber si esa expresión es correcta o no. Lo que sí sé es que la actitud de Arzú es el reflejo de Guatemala como sociedad y como país.

Vivimos en una sociedad donde nadie quiere rendir cuentas, donde la palabra “Accountability” no significa nada. Donde nadie respeta las leyes, y quien lo hace, es tildado de mula, idiota o cualquier otro término despectivo. Donde la falta de respeto al derecho de las demás personas es la constante diaria. Nadie reflexiona ya sobre lo que en realidad significa el hecho de que el actuar de una persona tiene consecuencias, y que uno, nadie más que uno, es responsable de las mismas.

Y el mejor ejemplo que tenemos es el Alcalde capitalino. Es una persona que se siente por encima de la ley, que cree que no le debe rendir cuentas a nadie. Cuando se abrieron los agujeros en la zona 2 y la zona 6, hace algunos años, ¿cuál fue su actitud y su forma de proceder? En vez de tomar responsabilidad del asunto, contrató a “geólogos” para que explicaran que los agujeros fueron provocados por fallas geológicas y no debido a fallas en su administración edil. En pocas palabras, para el Alcalde, concepto de rendir cuentas, no significa nada. Aunque diga lo contrario en entrevistas o discursos. Con su actuar, con los hechos, Arzú demuestra que a él no le interesa rendir cuentas. Los demás podrán hacerlo, pero no él. Él está encima de las leyes y encima de los demás.

Creo que ya llegó la hora de cambiar nuestra forma de pensar y nuestro actuar. Creo que llegó la hora de que nos responsabilicemos de lo que hacemos y lo que decimos.

Y también creo que llegó la hora de cambiar de alcalde en la capital.

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