Edgar Villanueva

Dentro del caos temático que ataca a nuestra sociedad, se nos va el tiempo en pontificar sobre los problemas y las soluciones del país. Unos vociferan desde la izquierda con un desdén por todos aquellos que ven las cosas de diferente manera y otros desde la derecha tachando de haraganes y vividores a los que no comulgan con su posición. Otro poco se encuentra alternando en el centro, pero, entre todos, ¿quién propone soluciones concretas?

Si lo que hay es falta de certeza jurídica para las inversiones, ¿dónde está, por ejemplo, la propuesta de un impuesto voluntario a capitales de cierto tamaño para inversión directa en el sector seguridad y justicia? Funcionó en Colombia en donde algunos empresarios decidieron dar un paso al frente y lograron negociar que el Gobierno los integrara a la mesa de fiscalización de los recursos que aportaron. El aporte fue temporal y se fue reduciendo conforme las instituciones se fortalecieron.

Ahora, si lo que hay es falta de consulta previa e informada a las comunidades cercanas a proyectos hidroeléctricos, ¿dónde están las organizaciones que proponen activamente la reglamentación del Convenio 169 de la OIT y que trabajan de la mano del sector privado y del Gobierno para hacerlo realidad? Son escasas y hacen más ruido las que mientras abogan por protección legal, dirigen la invasión de fincas y el bloqueo de carreteras en clara violación de la ley.

Lo mismo sucede en temas de corrupción. Por un lado, unos apoyan el combate a la corrupción, pero sin que persiga mucho porque entonces causa paralización económica. Y otros montan campañas nacionales e internacionales de denuncia de funcionarios corruptos, pero no dicen nada del “hurto de fluido” de CODECA. Y en ninguno de los dos casos vemos propuesta. Nadie le propone a la SAT una ventana de oportunidad para ponerse en regla, nadie le propone a las organizaciones no gubernamentales el “veto” de aquellas que rompen la ley en la búsqueda de sus objetivos.

Todos pontifican, pero nadie propone. ¿Será porque a nadie le interesa que las cosas se solucionen? ¿Será cierto que unos quieren seguir manejando las instituciones del país para sus intereses económicos? ¿Será cierto que los otros favorecen el conflicto para recibir jugosas subvenciones de la comunidad internacional? Yo no creo que sea así a rajatabla. Considero que los “monstruos” existentes en cada lado hacen más ruido que la mayoría silente. Y creo que existe todavía oxígeno para encontrar avenidas donde las propuestas puedan florecer y prevalecer.

Ya es hora de buscar consensos y tomar decisiones. No hay varitas mágicas, ni balas de plata para solucionar el embrollo en el que estamos metidos y muchas de las decisiones posiblemente no harán feliz a todo el mundo. Pero quedarnos estáticos es peor, porque seguimos polarizándonos y el punto de quiebre está cerca. Nuestra Guatemala necesita propuestas de todos los sectores, pero, sobre todo, necesita “bisagras” que permitan unificar dichas propuestas, cabildear acuerdos y generar los liderazgos políticos del futuro.

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