Raymond J. Wennier

Las dos cosas que no me importan, son el uso de un celular en el aula y el uso de ellos para tomar un examen.

Antes de explicar por qué, quiero hacer referencia a una frase que escuché hace poco: «Si no es medible, no se puede mejorarla». La inquietud que tengo sobre eso es que, con más de cincuenta años de medir, examinar, o el término que se quiera usar para determinar el nivel de aprendizaje de los alumnos, todavía estamos hablando de niveles no satisfactorios, según los criterios para ese propósito; entonces, parece que hay que repensar lo que se está haciendo para determinar los niveles de aprendizaje.

Ah, parte del problema es el uso de la preposición «de» aprendizaje, en lugar de «para» el aprendizaje. Las implicaciones de cada frase son enormes hoy día para el proceso educativo. Uno, es que todo sigue igual, sólo con «chaqueta» nueva y la otra significa una serie de modificaciones de cómo hacemos la tarea de formación de los alumnos.

La prohibición de usar celulares en el aula, en el siglo XXI, deja mucho que desear. Los niños y jóvenes nacidos después del cambio de siglo hasta la fecha, son considerados «nativos digitales». Han nacido y vivido en el uso de los aparatos digitales cada vez más sofisticados, que hacen más fácil la obtención de nuevos descubrimientos o eventos mundiales importantes.

Decir que el uso de los celulares es una distracción en el aula, me indica que hay dos cosas que atender; una es que el maestro puede aprovechar enseñar a los alumnos a usarlos correctamente y como evitar posibles situaciones difíciles por su uso. La pedagogía demanda nuevos métodos, estrategias y actividades en el uso de aparatos digitales por parte de los alumnos en el proceso educativo. Espero que la prohibición no sea por la falta de capacidad o entendimiento de los maestros de los posibles beneficios para los alumnos.

Un alumno con un «smartphone» puede ser el centro de un grupo de compañeros ejercitando sus habilidades de búsqueda («inquiry»), obtener información para practicar su pensamiento crítico y la lista continúa de habilidades que este siglo requiere para tener mejores opciones de trabajo posterior.

El uso de estos aparatos digitales produce una «educación abierta» en un mundo globalizado. Reto a maestros, proponer a un grupo de alumnos con un «smartphone» e internet, un tema cualquiera y apuesto a que los alumnos tendrán en diez minutos, más que suficiente información para sostener una discusión académica de alto nivel, en el aula.

Ahora viene el tema de los exámenes. No me importa si los alumnos copian, colaboran, trabajan en equipo para contestar un examen tradicional. Eso va para un examen de una materia en aula, igual que para un examen estandarizado internacional. En una oración arriba, van tres palabras de suma importancia que toda empresa quiere de sus empleados: compartir conocimientos, saber cómo ayudarse unos a otros y cómo resolver situaciones en conjunto; habilidades que representan el uso de la creatividad que pueda traducirse en innovaciones para resolver problemas.

El maestro tiene que refinar sus habilidades sobre cómo preguntar a los alumnos con preguntas de seguimiento y que éstas sean preguntas con más de una respuesta para hacer pensar al alumno. Así sabré qué nivel de entendimiento sobre un tema ha llegado a tener cada alumno.

¡No limitemos las oportunidades a los alumnos!

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