Félix Loarca Guzmán

Con sus políticas descabelladas, el nuevo Presidente de Estados Unidos, Donald Trump, no solo se ha puesto a pelear con casi todo el mundo, sino que además ha abierto los ojos a los pueblos colonizados de América Latina y el Caribe, sobre que llegó el momento de la verdadera independencia.

Para ninguno es un secreto que en muchos países de la región, son los Embajadores del Águila Imperial los que gobiernan tras bambalinas. Muy pocas son las excepciones, especialmente en la América del Sur, en donde los presidentes nacionalistas de Venezuela, Ecuador, y Bolivia, han dado una demostración de dignidad y de clara defensa de la soberanía nacional.

Pero probablemente las decisiones erráticas del acaudalado gobernante estadounidense podrían hacer el milagro de apresurar la unidad de los pueblos de América Latina y el Caribe, para convertir en realidad el sueño de independencia por el que lucharon Simón Bolívar, el líder de la Revolución Cubana Fidel Castro y el presidente Hugo Chávez de Venezuela.

Comparto plenamente el pensamiento del académico costarricense Andrés Mora, en un análisis publicado en la Revista Electrónica Con Nuestra América, que se edita en Costa Rica, en el sentido que “la lección es clara: nuestro Norte es el Sur”.

Con mucho acierto, Andrés Mora dice que paradójicamente, las puertas que cierra Trump en sus relaciones con la comunidad internacional y de manera particular con América Latina, podrían abrir un abanico de oportunidades inéditas para nuestros pueblos, en el camino mayor de construcción del proyecto de unidad, integración y emancipación latinoamericana y caribeña.

Añade que, en su decadencia, el imperio del norte levanta muros y se cierra sobre sí mismo y acaso esto constituya una bocanada de oxígeno para que las fuerzas progresistas de Latinoamérica reconquisten los espacios perdidos en la lucha política.

Las crecientes protestas dentro y fuera de Estados Unidos contra el presidente Trump, las demandas legales, las resoluciones de jueces bloqueando sus medidas anti inmigrantes, y la indignación que hay en todo el mundo, son una clara demostración del despertar de los pueblos contra la injusticia, el colonialismo económico y mental, los golpes de estado, las guerras y las injerencias en los demás países.

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