Juan Francisco Reyes López
jfrlguate@yahoo.com

El 29 de diciembre, en el Palacio Nacional de la Cultura, se procedió a efectuar la celebración de los 20 años de la suscripción de los denominados Acuerdos de Paz, que dieron formal fin a 36 años de conflicto interno que desangrara y enfrentara a la sociedad guatemalteca.

Es procedente citar la definición de Paz (del latín pax) en sentido positivo; es un estado a nivel social o personal, en el cual se encuentran en equilibrio y estabilidad las partes de una unidad. También se refiere a la tranquilidad mental de una persona o sociedad; definida en sentido negativo, es la ausencia de inquietud, violencia o guerra.

En el plano colectivo, “paz es lo contrario de la guerra, estado interior (identificable con los conceptos griegos de ataraxia y sofrosine) exento de sentimientos negativos (ira, odio). Ese estado interior positivo es deseado tanto para uno mismo como para los demás, hasta el punto de convertirse en un propósito o meta de vida”. También está en el origen etimológico de los saludos: shalom, en hebreo y salam en árabe, significan “paz” o “la paz esté contigo o con vosotros”, y también se emplean como despedida, significando entonces ve en paz o id en paz; en cambio, salve, el saludo latino, es un deseo de salud, concepto también muy relacionado. El saludo de paz o beso de la paz es una parte de la Misa en que los asistentes se dan la paz.

En el Derecho internacional, el estado de paz es aquel en el que los conflictos internacionales se resuelven de forma no violenta; y particularmente se denomina paz al convenio o tratado que pone fin a la guerra. Existe una rama del estudio de las Relaciones Internacionales denominada irenología o estudios de la paz y los conflictos.

Puede hablarse de una paz social como consenso: el entendimiento tácito para el mantenimiento de unas buenas relaciones, mutuamente beneficiosas, entre los individuos; y a distintos niveles, el consenso entre distintos grupos, clases o estamentos sociales dentro de una sociedad.

La antropología tradicional, ya desfasada, consideraba que únicamente el estado civilizado de la evolución cultural consideraba a la paz de una forma positiva, y que los estados de salvajismo y barbarie suponían una preferencia cultural por la guerra, considerando una forma honrosa de vida saquear a otros pueblos, y exaltando las virtudes guerreras; en casos extremos, ritualizando la antropofagia. De esa manera se describían las costumbres de algunos pueblos llamados primitivos (justificándose así su colonización), así como se mantenía la memoria historiográfica de algunos pueblos históricos (como los vikingos o los hunos), y de algunas épocas históricas consideradas oscuras, como la alta Edad Media. De forma opuesta, se diseñó el mito del buen salvaje, que en ausencia de desarrollo cultural, mostraría una total ausencia de violencia.

Los guatemaltecos solemos frecuentemente decir que la paz es “barriguita llena y corazón contento”, por ello no basta con que un número de distinguidos guatemaltecos se reúnan y celebren el aniversario de la suscripción de los tratados de paz, por cuanto los mismos deben ser considerados solo el piso y no el techo de los que se requiere en nuestra sociedad para lograr que en la misma predomine la paz.

¡Guatemala es primero!

Continuará

Artículo anteriorNarcolepsia nacional
Artículo siguienteUsac a la vanguardia de la reforma del Estado