Raymond J. Wennier
raymondwennier@yahoo.com

Ya es hora de tirar el currículo educativo tradicional a la canasta de reciclaje, por no estar al día, ni ser operante y mucho menos tener una estructura que atienda a las necesidades de los alumnos en el siglo XXI.

En julio de 1859, el filósofo inglés Herbert Spencer, publicó un artículo titulado “¿Qué conocimiento vale más?” para determinar lo que la educación, en ese entonces, tenía que enseñar, porque el mundo estaba experimentando una transformación por los avances de la ciencia y la tecnología. La mayoría de las escuelas en Inglaterra, estaban en muy pobres condiciones y los maestros enseñaban materias que no tenían uso práctico. También dijo en otra ocasión, que “La gran meta de la educación no son los conocimientos sino la acción”.

Por otro lado, el doctor Stephen Thornton, profesor universitario, escribió “Si tomamos en serio que la educación supuestamente es preparar a cada niño y joven para lograr su potencialidad, dados sus intereses, aptitudes y anhelos diferentes, ¿cómo es posible que se pueda justificar un currículo estandarizado?”.

Es hora de dejar el camino fácil en el campo educativo con la disposición de enseñar un currículo de “one size fits all”, que obligatoriamente está centrado en el maestro, que a su vez requiere metodologías y estrategias pedagógicas del siglo pasado. Es más fácil planificar y dar clases a todos los alumnos por igual. Es enseñar lo que va a ser examinado por parejo.

Cuando hablamos del concepto igualdad, pensemos en unos pantalones del mismo tamaño para todas las personas. Para algunas será demasiado ancho o largo, para otras la talla será muy apretada y para un muy bajo porcentaje, la talla será la exacta. Por otro lado, cuando hablamos de equidad, pretendemos que el pantalón satisfaga las necesidades de la persona; que la talla le quede lo más exacta posible.

Apliquemos este ejemplo al currículo; no cabe duda que tendremos que optar por la equidad en nuestra relación con los alumnos y en la forma de aplicarla.

Lo anterior es precisamente algunas de las razones por las que hay que re pensar ¿Qué es? ¿Cómo funciona? ¿Qué debería ser un currículo escolar?

Igual que hace más de ciento cincuenta años, cuando Spencer estaba frente a una transformación educativa, nosotros también nos enfrentamos hoy día a una urgente necesidad de transformar la nuestra porque los avances en la ciencia y en la tecnología así lo demandan.

Insisto, es hora, y sería lo mejor para no continuar cometiendo errores, tirar el currículo tradicional, dividido por materias aisladas, sin ninguna integración de conocimientos ni explicaciones que vayan más allá de las más simples y básicas. El contenido escrito de un currículo no está al día, después de un año de uso. No se puede usar lo mismo en un tiempo y un espacio para todas las personas por igual. ¿Cuántas personas conocen al OPAH (Lampris guttatus), el primer pez con sangre caliente? Seguro que los textos actuales de ciencias no lo presentan. Es sólo un ejemplo de los cambios rápidos que estamos experimentando en este siglo. Entonces… es cierto, el currículo actual, tradicional, debe ser tirado a la cesta de reciclaje.

Regreso a la pregunta de Spencer ¿Qué conocimiento vale más? Yo me pregunto ¿Qué necesitan tener los alumnos como una preparación personal, académica y práctica para su futuro?

Artículo anteriorPerspectivas para el 2017
Artículo siguienteUn Ministerio de Educación que no educa