Factor Méndez Doninelli

Tolerancia, es cuando reconocemos, respetamos y aceptamos la existencia del otro, sin distinción de ninguna naturaleza, es lo que los sociólogos llaman reconocimiento de la otredad. Reconocer que otras personas tienen dignidad igual que la que tenemos todos, por nuestra condición de seres humanos. ¿Qué dice la ONU? Declaró el 16 de noviembre como Día internacional de la Tolerancia, para fomentar la paz, la unidad y el respeto entre los pueblos y las personas sin menosprecio a la vida humana.

Hace falta fomentar la cultura de paz, que conlleva el ejercicio de la tolerancia entre los unos y los otros. Aceptar que socialmente tenemos diferencias por razones de varios tipos, raza, nacionalidad, idioma, cultura, religión, costumbres, ideología, orientación sexual, pensamiento y expresión, pero hay que ser comprensibles, respetar y tolerar las diferencias. La tolerancia es un valor humano y un deber moral.

En el planeta, los Países Bajos y Nórdicos, Islandia, Canadá y otros gozan de prestigio internacional y se distinguen por exhibir altos niveles de tolerancia, característica positiva de algunos países desarrollados, en especial aquellos donde ha sido funcional el estado de bienestar, logrado con respecto a la calidad de vida de sus habitantes, la distribución justa de la riqueza, la seguridad social, el acceso a la educación y a los servicios básicos indispensables sin distinción, para asegurar una vida humana digna.

Los países miembros de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura UNESCO, aprobaron en 1995 la Declaración de Principios sobre la Tolerancia que afirma, “…la tolerancia no es indulgencia o indiferencia, es el respeto y el saber apreciar la riqueza y variedad de las culturas del mundo y las distintas formas de expresión de los seres humanos. La tolerancia reconoce los derechos humanos universales y las libertades fundamentales de los otros. La gente es naturalmente diversa; sólo la tolerancia puede asegurar la supervivencia de comunidades mixtas en cada región del mundo.” También reclama a los Estados que aprueben leyes para proteger la igualdad de oportunidades de todos los grupos e individuos de la sociedad.

Por el contrario, el extremismo, el radicalismo, la xenofobia, el racismo, la discriminación, la injusticia, la marginalización o la aberración con respecto a los refugiados y emigrantes, son signos violentos y negativos de intolerancia que deben ser denunciados y por tanto, oponerse a este tipo perverso de conducta humana.

Es común históricamente que el Estado, los Gobernantes y las élites de este país, son y han sido intolerantes con la sociedad y en particular los opositores políticos. La única vía para modificar esa conducta, es la educación, abrir oportunidades para la gente excluida. La lucha contra la intolerancia exige apostar por la educación.

Entre la sociedad guatemalteca es necesario que reafirmemos valores a las nuevas generaciones, enseñar que debemos actuar con ética y respeto ante las diferencias y también, reclamar al Estado y los Gobernantes para que sean respetuosos y abandonen la conducta intolerante que los distingue.

Los ataques contra defensores de derechos humanos y periodistas, la reciente ejecución de Jeremy Abraham Barrios Lima, miembro del Centro Acción Legal, Ambiental y Social CALAS, el racismo y discriminación que persisten, son muestra diáfana del irrespeto a las diferencias entre la diversidad y violación de derechos humanos, cometidas en Guatemala.

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