Jorge Santos

A estas alturas es innegable que el Estado que se desarrolló para este país, era uno en el cual, las instituciones, las leyes y las políticas iban a estar dirigidas hacia garantizar los privilegios de unos cuantos y no el bienestar común. Este Estado que se organizó a manera de darle vida a una especie de economía del crimen, en donde de manera rapaz, crece aquel que al amparo de la impunidad y las influencias en el poder, logra obtener beneficios.

En esa lógica y de continuar el estado actual de cosas, es muy probable que los grandes capos del crimen organizado del presente, sean en el futuro parte de la élite económica del país, dado que así como en el pasado, el Estado ha premiado a quienes son capaces de gestar un entramado de corrupción e impunidad.

Es por ello, que aún y cuando existen más de una docena de casos de corrupción, impunidad y tráfico de influencias y junto a ellos más de un centenar de personas capturadas, estos grupos delincuenciales anquilosados en los tres órganos del Estado se reagrupan y pretenden retomar el timón del país, hacia derroteros similares a los instaurados durante décadas en el país. Es preciso también referir que aunque no es que exista en Guatemala una transformación profunda ni mucho menos, sin embargo si era posible observar las intenciones de iniciar un camino distinto, con lógicas diferentes a como se venía funcionando.

Es por ello, que a manera de imágenes que representen el actual momento político que vivimos, usted puede imaginarse a una sociedad representada por una persona frente a una bifurcación y decidiendo por cuál de los dos caminos tomará, u otra imagen en donde esta misma persona representativa de la sociedad guatemalteca, lleva años de un lado de la calle y desea llegar al otro extremo. Eso le ocurre en la actualidad a nuestra sociedad, unos, la mayoría deseosos de cambio y transformación profunda, deseosos de destruir el estado actual de cosas y construir uno nuevo, en donde la inclusión, la equidad, la justicia social y la democracia funcional y participativa sea el cotidiano ejemplo de nuestras gestas a favor de la vida. Pero también hay otro grupo que pretende y considera, a fuerza del beneficio y privilegio que consigue de él, que el actual estado es el perfecto y que dados los tropiezos es necesario retomar el control.

Es por ello, que este grupo, hoy entronizado inicialmente en el poder Ejecutivo, decidió recapturar la institucionalidad y lo ha hecho con éxito. Dio inicio colocando en la presidencia de la Corte Suprema de Justicia a una persona afín a sus intereses, luego fue la Junta Directiva del Congreso y ahora darán un golpe más al no aprobar o modificar sustancialmente la propuesta de Reformas Constitucionales. De esa cuenta o nos organizamos y movilizamos para erradicar a estas estructuras criminales o nos conducen nuevamente hacia la senda de la impunidad.

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