Alfonso Mata

Cuatro ministros en un año, algo extremadamente peligroso para la estabilidad de una institución y el Ministerio de Salud Pública y Asistencia Social (MSPAS) tiene una mala reputación, algo extremadamente comprometido, en una democracia y, en una jugada desesperada, la Presidencia acaba de colocar a la cabeza, a una conocedora del problema y de soluciones pero ¿Será eso suficiente?, ¿podrá revivir el sueño de salud para todos? El tiempo lo dirá –es la respuesta más sencilla.

Un MSPAS mal estructurado y poco organizado; los tecnócratas títeres en las manos de políticos que han manipulado para sus propios fines, infiltrándose en todas sus operaciones y como consecuencia, un bloqueo al cambio, es su triste realidad.

Por otro lado, sindicatos, mejor dicho dirigentes sindicales, con los mismos propósitos que los políticos y con poco éxito en una dignificación clara y concisa del salubrista, copan a la institución, pero eso sí, con una destacada labor de sabotaje y una desenfrenada lucha por el poder y el enriquecimiento, que genera una labor asistencial, con grande brechas en su calidad y productividad.

En fin, una institución que se debate entre el conocimiento y la ignorancia; que no cuenta con un sistema coordinado que le permita estabilidad institucional y cuyos defectos y peligros son del todo conocidos, es lo que constituye nuestro MSPAS, a un precio que genera un sistema de salud desigual.

¿Cómo revertir esa lógica? Gobernabilidad institucional argumentan algunos, probidad otros, mayor inversión piden todos. No cabe duda que el primer esfuerzo será conseguir que la institución se halle firmemente bajo un control y red de mando única, para conseguir un servicio eficiente y capaz. En una segunda línea de acción la batalla por un presupuesto real y acorde a necesidades se hace impostergable a través de la sociedad y los medios de comunicación; batalla a librarse cada vez más encarnizada entre sectores de gobierno y en esta batalla no solo se necesita un líder, se necesita conseguir y elevar a nivel nacional, a un plano político real, la urgencia de conseguir y luchar por un pueblo saludable. En otras palabras, una gran responsabilidad sin dotarla de una autoridad política equivalente, no puede hacer mucho de lo mismo. El problema es que si la salud no entra dentro de un plano social y político, no es más que una aspiración. Ello implica unir al Ejecutivo y Legislativo en la cruzada.

¿Qué quiere el Presidente, que el Congreso, hasta dónde quieren llegar en esta materia? Sin una respuesta pública que se acompañe de los recursos, no vanos a llegar muy lejos, hay que separar hechos de ideales. Los servicios de salud en la actualidad, son fábricas de tratar enfermedades y sin recursos. Los medios de comunicación hacen acaloradas denuncias, pero arroja pocas luces al cambio. Los analistas nacionales e internacionales, con harta responsabilidad en ello, producen aseveraciones y recomendaciones débiles en advertencia social y política. Ante esta situación, un funcionario con sentido del deber patriótico digno de conquista, es necesario, pero no suficiente, ya que un trabajo duro, con juicio crítico y sentido común, sin una red de mando clara, precisa, libre y solidaria, cae fácil en las manos de los fieros e implacables oponentes que se tienen.

El sistema de salud entonces, necesita de poderes bien definidos y un financiamiento conveniente asignado por vía parlamentaria; de lo contrario, el liderazgo no funciona y el MSPAS seguirá perdiendo personal calificado y ello en un momento en que casi como nunca antes, el gobierno necesita contar con un MSPAS eficaz, profesional y en expansión.

Como dice el pueblo “hace falta un montón de dinero y gente honrada y sabedora, para ayudar a derrotar la enfermedad y un buen jefe”. Gran parte de la batalla y no lo dudamos se centra en la desigualdad, desigualdad en todos los sentidos: en los servicios, en la política laboral, en los recursos; la percepción de esto que se tiene, es de injusticia y perjudica no solo la productividad sino la salud de la población, una flagrante violación de los poderes que la ley da y ordena hacer al Ejecutivo, en esta materia. La lógica entonces manda, acabar con el anquilosamiento en que ha caído el Ministerio de Salud.

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