Pedro Pablo Marroquín Pérez
pmarroquin@lahora.com.gt

El día sábado, aquí en La Hora, dimos a conocer que nada ha cambiado y que los mafiosos lejos de estar debajo de las piedras, escondidos y tratando de ser olvidados por el colectivo ciudadano, están más decididos que nunca a sostener el sistema y atacar a cualquiera que se atreva a ponerlo en riesgo.

Hoy publicamos que son cuatro magistrados de la Corte Suprema de Justicia (CSJ), Blanca Stalling, Patricia Valdés, Vitalina Orellana y Josué Felipe Baquiax, quienes están detrás de la jugada para beneficiar a Gudy Rivera e iniciar la crucifixión de Thelma Aldana.

Y tras ver esto, no me deja de dar cólera que el año pasado nos hayamos conformado con que renunciaran Pérez y Baldetti y que perdieran Torres y Baldizón, mientras se apuntaló a un Congreso que es la mejor tapadera de la impunidad; en otras palabras, el 6 de septiembre se apuntaló al sistema corrupto que tenemos.

No me deja de dar cólera cómo dejamos que una Corte Suprema de Justicia (CSJ) como la actual tomara posesión porque “en apariencia” se había cumplido con el proceso y ojalá me equivoque, pero creo que en el futuro cercano estaremos igual con la Corte de Constitucionalidad (CC) recién nombrada.

Sería conveniente que aquellos empresarios y miembros de la comunidad internacional que hicieron llamados a gritos convocando al voto, ahora salieran a dar la cara con la misma energía para pedir los cambios que el sistema requiere, porque la CSJ ha puesto en evidencia que mientras siga este sistema que tenemos, los goles están a la orden del día.

Pero los ciudadanos tenemos que entender que en este momento tan definitivo en la historia no nos podemos volver a conformar. Nos estamos jugando mucho del futuro y no nos podemos quedar en la orilla. Quizá se necesitaba algo como lo de la CSJ para despertar, pero esta vez está prohibido volvernos a dormir.

En septiembre pasado nos conformamos y vean los resultados; en el 2014 nos quedamos callados con la elección de cortes y ahora estamos pagando las consecuencias pero debe entenderse una cosa:

El conformarnos, además de dejar todo a medias y sin que nada cambie, empodera a las mafias y si no me cree, vea a la CSJ. Usted habría jurado que no se atreverían a hacer algo tan burdo e ilegal, más sin embargo sí lo fraguaron y lo hacen porque la forma en que ejercemos ciudadanía no se siente, no genera presión y no es capaz de incidir para lograr los cambios.

La CSJ debe ser como Pérez y Baldetti, es decir, nos debe servir de despertador; Pérez y Baldetti no cayeron por nosotros, cayeron porque la CICIG y el MP hicieron su chance, pero esta CSJ y este sistema sí deben cambiar por nosotros los ciudadanos.

En este momento tan definitivo en nuestra historia reciente no podemos fallar, no nos podemos conformar y sí lo hacemos, será el precio más caro a pagar en nuestra historia. Si no cambiamos, será vergonzosa la explicación que habremos de dar a nuestros hijos cuando nos pregunten.

Si usted quiere que Guatemala cambie la lucha es hoy, sin tregua, para tener un mejor mañana.

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