Francisco Cáceres Barrios
fracaceres@lahora.com.gt

El sábado pasado frente al Palacio Nacional pude apreciar a una docena de manifestantes, la mayoría armados con tambores, gritando a voz en cuello sus protestas por la falta de justicia, por la ausencia de dinamismo de los procesos judiciales entablados en contra de los corruptos del gobierno encabezado por Pérez Molina y la Baldetti y por la ausencia de energía para evitar que candidatos ganadores de las elecciones con claras prohibiciones para asumir su mandato, todavía pretendan hacerlo sin ningún empacho. De ahí nace mi inquietud por preguntar ¿qué vamos a hacer los guatemaltecos el año entrante, seguiremos en actitud contemplativa aplaudiendo a los manifestantes o participaremos activamente en nuestras quejas, protestas y exigencias para que todos cumplamos con las leyes y así erradiquemos la corrupción y la impunidad en nuestro país?

Claro, hacer lo primero es lo más cómodo, fácil e intrascendente. Hacer lo segundo, es cumplir con la norma esencial para lograr el éxito de cambiar la triste situación en que nos encontramos política, económica y socialmente hablando. De seguir como estábamos antes, solo viendo pasar el desfile sin exigir de las autoridades constituidas el cumplimiento de sus deberes, automáticamente estaríamos perdiendo lo ganado, consintiendo que Pérez Molina continúe en el disfrute de las granjerías que su rango militar le permite y doña Roxana, con el dinero mal habido que le sobra, pueda seguir internada tranquilamente en un centro hospitalario privado burlándose de la norma aquella que algún iluso se le ocurrió poner en el texto constitucional: “En Guatemala todos los seres humanos son libres e iguales en dignidad y derechos”.

De seguir como estamos ahora seguiríamos siendo víctimas de la dictadura de la clase política que nos gobierna, algo peor que la dictadura de los Castro, del oprobioso Estrada Cabrera o del odiado Jorge Ubico. Porque aunque hace poco hayamos ido a las urnas, dizque democráticamente a elegir a nuestras autoridades, simplemente fuimos a participar en una mascarada sin dar ningún resultado positivo para nuestro progreso y desarrollo. Democracia es todo lo contrario, es el gobierno en donde el pueblo ejerce la soberanía, en donde se respetan las libertades, la ley, la igualdad jurídica y de oportunidades, la autoridad, la división de poderes, la alternancia en el poder y el control público de la autoridad. Ojo con esto porque hoy en día esto resulta lo más importante.

Pero está bien, si ustedes quieren, pues sigamos deseándonos feliz año como tradicionalmente nos decimos mutuamente pero, ello no es una realidad, es tan solo un buen deseo en cambio realizarlo, es cosa bien distinta, porque requiere fondo, sustancia, hechos y no palabras aquí como en cualquier parte del mundo.

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