Isabel Pinillos
ipinillos71@gmail.com

La presente semana ha iniciado la primera jornada planificada para que los guatemaltecos en EE. UU. accedan al DPI. Para el efecto se ha instalado un centro temporal en Houston, Texas. Este es un esperado paso, aunque sea en una etapa primaria, de llevar este documento a la ciudadanía radicada en el exterior.

Recordemos cómo en la ciudad de Guatemala y en lugares con más presencia estatal, los ciudadanos esperábamos el DPI con expectativa, pues derogaba un documento obsoleto como lo era la Cédula de Vecindad, que en muchos casos, se había reducido a fragmentos de papel pegados con tape. El DPI vendría a ser un documento seguro, acorde con estándares internacionales del siglo XXI.

Legalmente, el DPI es el documento de identidad con el cual las personas ejercen su ciudadanía: desde cambiar un cheque, contraer actos civiles, votar, etc. Si en ningún país fuéramos bienvenidos, sabríamos que Guatemala es nuestro hogar.

Sin embargo, hay que comprender que para una gran cantidad de guatemaltecos que salieron del país, el tema de la documentación se ve desde una perspectiva distinta. Si bien es cierto que el documento de identidad nos sirve como ciudadanos para ejercer derechos, también le sirve al Estado para conocer a su población. Es parte de una importante base de datos que sirve para realizar estadísticas y planificar los recursos estatales. Para el migrante que ha vivido en las sombras, esto puede representar una amenaza.

Es por ello que una campaña que promueva la documentación en el extranjero debe reconocer esta realidad, para vencer los miedos que nuestros compatriotas puedan tener de acercarse a un Consulado, porque muchos han desconfiado de la autoridad, y porque viven en constante temor de ser deportados. Sin una efectiva campaña comunicacional, no valorarán los beneficios del DPI, pues el trámite se vincula con un Estado que les falló en proveerles salud, educación o seguridad, por cuyo motivo se vieron en la necesidad de emigrar.

Además de desconfianza, la llegada del DPI ha estado empañada por la confusión que habita entre los paisanos, debido a que la mayoría no conoce ni comprende qué es este documento, y lo confunden con la tarjeta de identidad que dan en los Consulados. Algunos creen que es otra manera del gobierno para sacarles dinero, como se observa en comentarios de redes sociales.

Generar confianza e información clara es vital para impulsar un exitoso programa, porque aunque actualmente se ha prorrogado el uso de la Cédula de Vecindad, tarde o temprano las personas que no porten el DPI se verán en una situación de indocumentación de su propio país. No podrán solicitar pasaporte ni ejercer otros derechos en EE. UU., lo que hace que su situación se vuelva aún más vulnerable.

Los recursos del Ministerio de Relaciones Exteriores no son suficientes para cubrir un programa que lleve al Renap a todo el mundo. Este es otro caso en donde la corrupción causa frustración, pues parece no ser posible asignar un mayor presupuesto para beneficiar a quienes contribuyen a sostener nuestra economía con el producto de su trabajo.

Por ello invito a quienes tengan familiares y amigos que viven en el exterior a que puedan hablarles sobre las consecuencias de no contar con la nueva identidad guatemalteca y que los medios de comunicación envíen el mensaje en sus plataformas digitales, con entrevistas y reportajes para que los paisanos reciban otras fuentes de información, Como país nos debemos al proceso de documentación de nuestros migrantes en el exterior, para que sea un primer paso de reconocerlos como ciudadanos y puedan ejercer sus derechos elementales.

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