Roberto Arias

Por ejemplo, la plaga de Atenas, que provocó la muerte de entre 50 mil y 300 mil personas en plena Guerra del Peloponeso (430 a.C.), sigue siendo uno de los grandes enigmas médicos de la antigüedad. El llamado ‘síndrome de Tucídides’ -por ser este historiador el que relató sus terribles efectos– terminó abruptamente con Pericles y con su siglo y hoy sabemos que pudo ser un brote de fiebre hemorrágica causado por un virus similar al ébola.

Según Tucídides, el virus llegó de Etiopía y provocaba violentos dolores de cabeza y sufusiones (especie de cataratas de los ojos) de sangre en la garganta y en la lengua. “El cuerpo se ponía de color lívido y rojo y aparecían pústulas y úlceras (…) La inquietud se hacía intolerable y morían al séptimo o noveno día. Si sobrevivían este tiempo aparecían extenuantes diarreas que terminaban con la vida del enfermo”. La descripción bien puede asociarse al ébola.

El pueblo de Yambuku, al norte de Zaire, experimentó en 1976 el primer brote de la cepa Zaire de ébola, el más letal hasta la fecha –sin contar con el actual de Conakry– donde 318 personas resultaron afectadas, muriendo 280, lo que suponía una terrible letalidad del 90%.

Fuera de estos ejemplos históricos, el primer caso de ébola detectado por el hombre se dio en 1976 con dos focos simultáneos en Nzara (Sudán) Yambuku (República Democrática del Congo). Sin embargo, algunos años antes ya se dio un caso de Marburg en Europa, que apareció simultáneamente en Alemania y Yugoslavia a raíz de unos monos de una especie conocida como cercopiteco verde. El Marburg no es exactamente lo mismo que el Ébola, pero ambos son filovirus que pertenecen a la misma subcategoría, que son los virus de fiebre hemorrágica.

El virus del Ébola está considerado como sumamente infeccioso, debido a su alta tasa de mortalidad, la rapidez con la que provoca la muerte y las zonas remotas donde se producen las infecciones. Se transmite a los humanos a través del contacto con un animal huésped infectado, vivo o muerto (monos, murciélagos, antílopes…) y se disemina de persona a persona por el contacto con la sangre, tejidos, secreciones y los fluidos corporales del sujeto infectado, y por el contacto con equipo médico contaminado, tales como agujas.

Las infecciones por virus del Ébola son agudas y no existe el estado de ‘portador’. Debido a que el reservorio natural del virus es desconocido, la manera en que el virus aparece por primera vez en un ser humano en el inicio de un brote no se ha determinado aún.

De hecho, si se produce la muerte del afectado por el virus, el protocolo indica que no se le puede realizar la autopsia por el alto riesgo de contagio por los fluidos de la víctima, por lo que deberá ser incinerado.

El ébola es imparable, hasta este momento.

Artículo anteriorLos sofismas de Telgua para cobrar llamadas fallidas
Artículo siguienteCorea, 4347 años de su fundación nacional