Francisco Cáceres Barrios
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Seguramente don Beto, empresario de la panadería y pastelería, no era miembro de alguna de tantas entidades u organizaciones gremiales que han dejado de lado hacer una exigencia y enérgica protesta ante las autoridades, para que todos podamos trabajar, producir y contribuir al desarrollo de la nación a base de una labor honesta; sin embargo, no hago excepciones, para mí todos son empresarios, desde quienes tienen los recursos para poder contratar su guardia de seguridad, sus vehículos blindados y el más novedoso sistema o equipo electrónico inteligente, hasta el más humilde emprendedor.

Efectivamente hablo de don Moncho, el zapatero remendón que con más de 40 años de ejercer su oficio ante la inseguridad, se vio en la necesidad de cerrar su trampa. Me refiero a doña Meches, quien con sus cinco patojas venidas de San Juan Sacatepéquez se pasan todo el día torteando los tres tiempos de comida. También de doña Juana, la señora que de otro pueblo cercano se viene de madrugada para vender la verdura en una esquina de un antañón barrio citadino y de Juan, el patojo que hace 5 años montó su carreta de shucos y por la calidad e higiene de sus panes ya tiene 3 puntos más de venta.

Presidente Pérez Molina y ministro López Bonilla, por favor, comprendan que los empresarios de Guatemala, desde los “grandotototes”, medianos y pequeñitos no podemos producir, mucho menos generar empleos si ustedes van a seguir contemporizando con la delincuencia. Escarmienten con lo que les ocurrió en el sistema penitenciario. No olviden que por su largamente prometida “mano dura” alcanzaron el poder. Si para ustedes eso solo fue una estratagema electoral, para nosotros sigue siendo algo de vida o muerte. ¿O vamos a tener que seguir esperando de ustedes el despliegue de toda su energía, entereza, inteligencia y decisión hasta que las fuerzas vivas del país salgamos huyendo para dejarle nuestro lugar a la delincuencia?

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