Sandra Xinico Batz

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Tras haber quedado fuera de las elecciones, tanto Carlos Pineda como Roberto Arzú, han manifestado que sus candidaturas fueron obstaculizadas debido a que ambos (supuestamente) representaban una opción “antisistema”, lo cual según ellos provocó la ira del pacto de corruptos que, sin dudarlo, pusieron fin al ascenso de la popularidad que en el caso de Pineda venía obteniendo a través de una estrategia de comunicación basada principalmente en redes sociales, sostenida en la falsa idea de ser un personaje político “nuevo” y de “finquero bonachón”.

¿Son Pineda y Arzú antisistémicos? Por supuesto que no, para nada, al contrario, significan la continuidad del modelo político colonial, que para funcionar necesita de la corrupción para afianzar relaciones políticas jerarquizadas y serviles, que permitan a los de siempre disfrutar de los privilegios que históricamente han gozado, a costa del empobrecimiento de la mayoría de la población.

No sería la primera vez que los ricos tradicionales coloquen de presidente a un arlequín. Durante lo que se ha denominado la era democrática del país hemos visto una dinámica política que nada tiene que ver con el derecho orgánico de la ciudadanía de elegir y ser electos, sino que se ha tratado de un juego político que antes de iniciar debe tener la aprobación de unas cuantas familias, que son las que hasta hoy tienen en sus manos el control económico y político del país.

Clara está la alianza que la oligarquía ha mantenido con los “nuevos” ricos, sin embargo, no hay que olvidar que estas alianzas están pegadas con chicle, porque si bien para sostener el poder los “viejos” ricos no han dudado en usar los recursos de los “nuevos” ricos, Guatemala aún se sostiene de una estructura racial que se mantiene erguida precisamente por las condiciones de racismo sistémico que prevalecen.

Al final personajes como Carlos Pineda llegan hasta donde se les permite llegar y esto es algo que ha ocurrido más de una vez. Es por ello importante no confundirnos, ya que en principio el hecho de que una candidatura abiertamente se muestre vinculada al narcotráfico o al crimen organizado, o que, como en el caso de Roberto Arzú, provenga de una estirpe que ha hecho riqueza a través del saqueo del Estado, no pueden ser antisistema porque para estar donde están se han alimentado, de una u otra forma, de este.

No dudemos que con la salida de Pineda de las elecciones se busca posicionar a quien desde iniciado este proceso electoral se decidió que sería el próximo o la próxima presidenta, para lo cual las instituciones del Estado como el Tribunal Supremo Electoral, la Corte de Constitucionalidad, la Corte Suprema de Justicia, se han encargado de generar las condiciones necesarias para hacer pasar lo ilegal como legal y legítimo.

Todo esto es parte del fraude electoral que desde hace semanas atrás hemos venido denunciando y que desde un principio se encarnó en contra de quienes sí representan una opción antisistema, tal como ocurrió con el binomio presidencial del Movimiento para la Liberación de los Pueblos.

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