Raul Molina Mejía

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Nació el 20/02/43. Decano de Ingeniería y Rector en funciones de USAC. Cofundador de la Representación Unitaria de la Oposición Guatemalteca (RUOG) en 1982. Candidato a alcalde de la capital en 1999. Profesor universitario en Nueva York y la Universidad Alberto Hurtado (Chile). Directivo de la Red por la Paz y el Desarrollo de Guatemala (RPDG).

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El presidente, que ahora ofrece como “cosa novedosa” que dejará de serlo el 14 de enero, ha mantenido su arrogancia en el período de “pato de tiro al blanco”, es decir, cuando ya carece de poder. Quiso dejar amarradas las trampas en el Estado –especialmente, tapados y enterrados sus robos y fraudes- y por ello rehusó ejecutar su autoridad constitucional de echar a la Fiscal General, pese a las arbitrariedades de ésta y su despiadado ataque a la institucionalidad democrática. Para dejar satisfechos, cual golosos cerdos, a los cuatrocientos ladrones que le rodean, desoyó todos los llamados para vetar el presupuesto de 2024, lo sancionó sin chistar y lo publicó.

Fueron las Autoridades Ancestrales las que lograron que la CC, insólitamente, dejara la “piñata” sin efecto. También buscó que la nueva Junta Directiva del Congreso obedeciera a sus deseos, aunque ya no tenga dólares para pagar los votos, así como colocar en diversas madrigueras a corruptas y corruptos, manotazos que ya no fueron tan efectivos como antes, salvo el fortalecimiento del sistema de (in)justicia con decisiones del Congreso sobre Cortes y Salas. Ha presentado una tardía política migratoria, que pretende mentirosamente haber consensuado con migrantes, sociedad civil y el nuevo gobierno, que no toma en cuenta las propuestas que muchos hemos hecho por años, incluida la desaparición del CONAMIGUA. Confío en que el nuevo gobierno tome en cuenta las luchas de las y los migrantes a lo largo de todo el siglo XXI y enfrente la migración como corresponde.

La ciudadanía, si bien manifiesta cierto optimismo y celebra las fiestas de fin de año en atmósfera de gozo y esperanza, no deja de mantener temores e incertidumbre ante las amenazas de los poderosos, que todavía se manifiestan con las decisiones de la CC, siempre gallo-gallina y tenebrosas, como son las y los magistrados que la componen. Es el candado mayor que la corrupción ha impuesto, aunque es evidente que ha dejado de ser el “superpoder”. En estos días, son los actores que se han mantenido en la oscuridad los que más dudas causan.

En la mente de la ciudadanía están los sucesos desatados por otros indignos personajes que se negaban a reconocer los resultados electorales adversos –Trump, que lanzó a sus huestes contra el Capitolio un 6 de enero y Bolsonaro, que lo hizo un 8 de enero, para mantenerse en el poder. Nuestra población debe mantenerse alerta, para impedir que fuerzas militares o policíacas de Guatemala traten de imitar la osadía golpista, desde hoy hasta el 14 de enero. Romper los candados de la corrupción no va a ser fácil; pero están todas las condiciones para lograrlo. Las “ratas” del MP deben salir, ya sea por renuncia o por despido. Un gobierno que necesita recuperar la honestidad y credibilidad en la justicia no puede permitir ni un día que la Fiscal General siga atemorizando con sus extorsiones. Si la CC decidiera respaldarla, sería el momento oportuno

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