Ramón Cadena

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Ramón Cadena

Es muy probable que AMLO tenga conciencia que su visita fue un espaldarazo a uno de los presidentes más corruptos que Guatemala ha tenido en la época reciente.  Hubiésemos esperado que dicha visita estuviese adornada con mensajes más claros, para fortalecer la lucha contra la corrupción y la impunidad.  Sin embargo, no fue así.  El último discurso en Guatemala, significó un respaldo significativo para Giammattei.  AMLO defendió el principio de soberanía absoluta y así fortaleció la posición que ha sido útil a Giammattei, para promover impunidad y corrupción.  Por otro lado, si bien hizo alusión a la necesidad de reactivar la economía en el campo y se refirió a los Programas de Desarrollo (Sembrando Vida; Jóvenes construyendo el futuro; Programa de Becas y Pensión Universal para Adultos mayores), guardó silencio sobre aspectos fundamentales relacionados con el vínculo entre desarrollo y migración.

Por último, si bien criticó la política de Estados Unidos en algunos temas importantes, también demostró que, en materia migratoria, con algunas variantes, es un aliado del país del norte y que está de acuerdo en términos generales con la política de “contención” de la migración, iniciada por el expresidente Trump.  De manera sorprendente, durante su gira, diseñada para conversar principalmente sobre el fenómeno migratorio en la región, se hizo acompañar, entre otros, por su Secretario de Defensa Nacional (SEDENA) y el de la Marina (SEMAR), que nada tienen que ver con el fenómeno migratorio.  Sin embargo, con la presencia de los dos funcionarios mencionados, lanzó un mensaje subliminal: la migración también es un asunto de seguridad interna.  AMLO expuso una visión social de la migración, fusionada con el enfoque de la seguridad interna.

Lo cierto es que la visita no se llevó a cabo para promover ni la paz, ni la lucha contra la impunidad y la corrupción.   AMLO no vino a desaprobar la política corrupta y de violación sistemática de los derechos humanos de Giammattei.  Así las cosas, la soberanía absoluta seguirá siendo el caballito de batalla de este gobierno, para implementar sus políticas a favor de la impunidad y la corrupción; la “reactivación del campo” traerá más dinero a las y los funcionarios públicos para su bienestar personal y no para priorizar ni beneficiar a las comunidades indígenas; ni para alcanzar la paz social o más igualdad. El concepto de “contención” de la migración y los repetidos mensajes que escuchamos del expresidente Trump, así como de otros altos funcionarios del gobierno de EUA, advirtiendo a las personas que no viajen al norte como migrantes indocumentados, seguirá impactando el escenario del complejo movimiento migratorio centroamericano.

Sus mensajes acerca de la migración y la necesidad de crear condiciones de bienestar en los lugares de origen; de atender las causas de la violencia; de comprender que la migración es la evidencia de la injusticia social, extrema pobreza y exclusión que viven diferentes comunidades, fueron muy importantes y ojalá que hayan penetrado bien los oídos y la mente extremadamente conservadora de diferentes grupos y sectores de la sociedad guatemalteca.

Sin embargo, sus palabras se convirtieron en el eco de la frustración, que retumbaron y dieron vuelcos, saltos y sobresaltos, cuando no escuchamos nada sobre el vínculo que existe entre migración forzada y la construcción de Mega proyectos.  No sabemos si los presidentes conversaron algo sobre la posible construcción de la primera de tres hidroeléctricas en el Río Usumacinta, que afectarán seriamente a las comunidades y a la biodiversidad del lugar, tanto en México como en Guatemala; es bien sabido que, si se llega a implementar este proyecto binacional México-Guatemala, se tendrán que desplazar miles de familias, tanto del lado de México como del de Guatemala, provocando más migración forzada.  Si se empieza a construir una de las tres hidroeléctricas en el río Usumacinta, luego la segunda en el lugar conocido como el Campamento El Porvenir y la tercera, a una hora en lancha desde dicho lugar, se causarán graves daños irreversibles a las personas y a la biodiversidad del lugar, tanto en el territorio de México como en el de Guatemala.

Además, cuando las grandes sumas de dinero, supuestamente para ser invertidas en proyectos de desarrollo, sean capturadas y se inviertan más bien para satisfacer los intereses personales de las y los funcionarios de turno, la matemática de AMLO se transformará en una serie de números erráticos, sin rumbo y lamentablemente, el tan deseado trabajo no llegará para generar bienestar en las comunidades indígenas.

Me pareció interesante que AMLO reclamara al gobierno de Biden, por el incumplimiento de compromisos adquiridos con anterioridad. Demostró firmeza en sus posiciones.  Pero este reclamo, perdió fuerza y quedó sin sentido, cuando estuvo acompañado de un discurso favorable a la política de “contención” que el gobierno del expresidente Trump inició hace un par de años.

Creo que, si AMLO de verdad quiere contribuir a la construcción de un futuro común para nuestra región, debería venir a Guatemala, con una postura muy clara sobre cómo llevar a cabo la consulta a los pueblos indígenas de México y Guatemala, para que sean dichos pueblos los que decidan si les conviene o no, construir las tres hidroeléctricas en el Río Usumacinta.  Sería bueno que las y los asesores de AMLO diseñaran una metodología común que permita analizar en forma objetiva, si la privatización del Sector Eléctrico se construyó sobre pilares democráticos y de respeto a los derechos humanos de los Pueblos Indígenas; que la traiga a Guatemala en una próxima visita y se la proponga al Gobierno guatemalteco.

Por último, creo que AMLO lo sabe muy bien y está de acuerdo con esto:  construir 1500 kms del “Tren Maya”, sin consultar a los Pueblos Indígenas de México, de ninguna manera les podrá llevar desarrollo.  Mucho menos a nuestros Pueblos Mayas que se encuentran viviendo cerca de la frontera.  Más bien, los 1500 kms de tren, traerán más violencia, descontento social, racismo, desigualdad y migración forzada para todos los Pueblos Indígenas y no indígenas que viven en la zona.

Considero que debemos rescatar, entre muchos otros, los mensajes que, sobre migración, economía y política, el mismo AMLO expuso en su discurso final en Guatemala.  Por ejemplo, que solo mediante la cooperación internacional, se podrá poner fin a la migración forzada; que debemos encontrar una solución regional, económicamente integrada para América Latina, que traiga bienestar a los Pueblos Indígenas; que, en la Cumbre de las Américas, no se deben dar exclusiones de ningún tipo.  Me preocupa sobremanera, que Giammattei no entendió o no atenderá ninguno de estos mensajes.

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