Jóvenes por la Transparencia

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Pablo Velásquez
Estudiante de la Universidad de Tübingen
Twitter: @pablovelag77
Correo: pabloivelasqueza@gmail.com

Puedo afirmar, sin lugar a duda, que la patria guatemalteca no existe. ¿Dónde está la patria de la que todos hablan? En Guatemala la patria ha sido olvidada, recordada por unos pocos románticos, vilipendiada por tantos otros, dentro y fuera del poder.

Explicar por qué afirmo que la patria no existe, me llevaría miles de estos artículos.  Basta decir que, al igual que otros países hispanoamericanos, nuestra patria es la hija huérfana de un sangriento divorcio.  Al igual que otros países latinoamericanos, hemos sido desgarrados por dentro por caudillos que afirmaron conocernos, nos dividieron y nos moldearon a su gusto. Y ahora, vemos la patria cubierta con las cicatrices de sus atrocidades y preferimos darle la espalda.

Habiendo nacido en este milenio, he tenido el privilegio de crecer en una Guatemala que se entiende como una sola. Sin embargo, los enfrentamientos centenarios no han sido sanados y nos dividen. Al estar divididos nos convertimos en presa y sirvientes de señores de la guerra, padres (¡y madres!) de mentiras, caudillos egoístas que no tienen más nada en mente que su propio beneficio.

Pero ¿qué es la patria? Me encantaría poder resolverlo en este texto, pero el tema es tan complejo, que no sería posible. Sin embargo, daré algunas aproximaciones. La patria es la población. La patria no es un individuo. La patria es libertad. La patria es vida. La patria es la dignidad de nuestros compatriotas.

Pero, ¿y quiénes son nuestros compatriotas? Son aquellos con quienes compartimos nuestra historia. Son aquellos con quienes compartimos nuestro lugar de vida. Es la humanidad experimentada de forma más intensa. Es el vernos en el otro. ¡Aquellos que van contra la patria van contra la humanidad misma!

Sin embargo, es natural que haya personas que no sientan esta patria. Cuando vivimos divididos por intereses de caudillos megalomaníacos, perdemos nuestro sentido de humanidad y no queda más opción que volvernos recelosos del otro. Eventualmente, la humanidad regresará, pero seguirá siendo dolorosa para todos, porque tendremos las cicatrices de ese dolor en nuestra sociedad.

Habiendo nacido en este milenio, he tenido el privilegio de crecer en una Guatemala experimental, en una Guatemala con un proyecto interesante. Este proyecto es el proyecto democrático. La democracia busca sanar las heridas causadas en nuestra historia. La democracia es la patria, porque es del pueblo que surge la democracia. Por esto, entre otras cosas, puedo afirmar, sin lugar a duda, que la patria guatemalteca no existe. Nuestra democracia es un sistema disfuncional. Nuestra democracia no es una democracia real aún. Una democracia real, necesita la activa participación del pueblo, un pueblo que lastimosamente está intimidado y malherido. Un patriota real defiende la democracia, porque ve que así se le hace justicia a su patria. ¡A nuestra patria!

Pues tus hijos valientes y altivos,

que veneran la paz cual presea,

nunca esquivan la ruda pelea

si defienden su tierra y su hogar.

La defensa de la democracia es un fin moral necesario. Debe ser perseguido, siempre tomando en consideración que la verdadera fuerza no se encuentra en las armas, sino en la cooperación entre todas y todos. No puede un pequeño grupo de personas contra todo un pueblo, porque un pueblo unido, jamás será vencido.

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