Pedro Pablo Marroquín

pmarroquin@lahora.gt

Esposo, papá, abogado y periodista. ¡Si usted siempre ha querido un mejor país, este es su momento de actuar!

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Pedro Pablo Marroquín Pérez
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@ppmp82

Si algo enseñó la invasión de Rusia a Ucrania es que las decisiones de quien está en el poder tienen serias consecuencias para todos los habitantes de una Nación. Hoy los rusos de todo nivel viven con los efectos de Vladimir Putin, los oligarcas han sufrido sanciones y los ciudadanos comunes ya no se pueden comer un Big Mac en Rusia, solo por citar algunos ejemplos.

En Guatemala el presidente Alejandro Giammattei es famoso porque “es de mecha corta” y fácil para regañar o madrear a la gente, como decimos en buen chapín, y si uno se detiene a ver la manera en la que está gobernando el país vemos que en muchas decisiones hay más emoción, hígado y afán de negocio que raciocinio, mesura y transparencia.

Nuestro Presidente no cuenta con alguien que al llegar a su casa le haga poner los pies sobre la tierra, le haga ver las cosas de su día que hizo bien, las que pudo hacer mejor y le advierta de los peligrosos rumbos del poder que una vez transitados, son difíciles de abandonar.

Giammattei ha hecho su círculo alrededor de Miguel Martínez y el Centro de Gobierno y en ese grupo de jóvenes no priva mucho la razón. Muchas personas que apoyaron a Giammattei en diversos momentos, desde la campaña o a los inicios de su presidencia, han optado por tomar cierta distancia porque ya se han dado cuenta que cada vez se complican más las cosas.

Hay quienes le plantean al Presidente que si quiere allanar el camino para que el Centro de Gobierno se perpetúe en el poder, debe tensar la pita, buscar el aislamiento de quienes sienten incómodos y “shutes” para poder operar en paz las elecciones en sus cuatro fases.

Tales fases son primero, la determinación de qué partidos podrán correr, segundo la decisión de qué candidatos estarán en la boleta o no, tercero el evento electoral mismo (ya vimos que un teclazo es posible) y cuarto la fase de impugnaciones en las que tiene que ver un Tribunal Supremo Electoral (TSE) asegurado, un Ministerio Público (MP) controlado y una Corte de Constitucionalidad (CC) como cerrador de lujo en las grandes ligas.

Poder y negocios. Operadores del Centro de Gobierno cada vez más gritan a los cuatro vientos que controlan instituciones, que son los encargados de las adjudicaciones, de los contratos y los negocios importantes y así es como debe entenderse esta mezcla de buscar poder, hacer negocios sin estar expuestos a “sanciones” o a tener la suerte de Juan Orlando Hernández.

Giammattei mete excusas contra USAID y deja en claro las ironías de la vida porque fue ese Gobierno el que donó 8.5 millones de vacunas y muchas de ellas cuando el Presidente, su Canciller y la Ministra de Salud, ambos del momento, tenían la presión por el fallido negocio con Rusia que exacerbaba la desesperación de la gente en Guatemala.

El ciudadano tiene que decidir si va a apoyar a ciegas a un grupo que nos quiere llevar a un terreno de pleito y aislamiento por sus propios planes, por sus propios deseos, por sus propios negocios o si se van a duplicar los esfuerzos para articular salidas que vendrán para que hayan elecciones sin que Giammattei y el Centro de Gobierno metan las manos en las mismas.

No se trata de volverse gringo, como cínicamente me dijo un ex del Centro de Gobierno, se trata que dejen de robar a manos llenas buscando sembrar impunidad en el camino para poderse perpetuar en paz.

El país tiene retos reales que debemos enfrentar porque la gente así lo necesita pues está pasando momentos complicados con las realidades que vivimos.

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