Oscar Clemente Marroquín

ocmarroq@lahora.gt

28 de diciembre de 1949. Licenciado en Ciencias Jurídicas y Sociales, Periodista y columnista de opinión con más de cincuenta años de ejercicio habiéndome iniciado en La Hora Dominical. Enemigo por herencia de toda forma de dictadura y ahora comprometido para luchar contra la dictadura de la corrupción que empobrece y lastima a los guatemaltecos más necesitados, con el deseo de heredar un país distinto a mis 15 nietos.

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Hoy estamos publicando una muy seria entrevista con el ingeniero geofísico Juan Pablo Ligorría quien tiene una larga trayectoria brindando asesoría a varias municipalidades del país en temas específicos de hundimientos que se producen como consecuencia de las debilidades en el terreno y, sobre todo, por la falta de mantenimiento de todo el sistema de colectores que, desgraciadamente, es ya casi todo obsoleto, pues atrás quedaron los tiempos en que las Municipalidades se ocupaban de construirlos.

Por supuesto que los grandes colectores construidos en los años setenta tienen que considerarse obsoletos, pero mucho más cuando uno sabe que nunca se les ha dado ningún mantenimiento. Sólo porque fue una obra bien hecha es que todavía están allí, pero naturalmente desgastados por el paso de los años y, sobre todo, por esa incapacidad secular de nuestras autoridades para ocuparse del mantenimiento de la infraestructura.

Y el ingeniero nos dice a los ciudadanos que debemos exigir a nuestras autoridades que nos proporcionen los planos de la red de colectores, donde la hay, y de las condiciones de los mismos, así como del proceso de mantenimiento preventivo que se ha seguido o si el mismo no ha sido realizado. Ello por el gravísimo peligro que implica para todos los habitantes de las áreas urbanas el hecho de que puedan seguirse produciendo esos fatales hundimientos que pueden hasta el derrumbe de edificios si en los alrededores existe un sistema de recolección de aguas servidas y de lluvia que, por el paso del tiempo, se ha ido rajando, creando grandes cavernas que no se detectan porque nadie le ha puesto atención al mantenimiento.

La ciudad de Guatemala pasó muchísimos años sin colectores y los desagües superficiales terminaban lanzando su caudal a la vertiente del Atlántico, especialmente vía el río de Las Vacas, y al Pacífico por el Villalobos, debido a que a la altura del Trébol se marcan esas dos vertientes. En los años setenta se inició la construcción de los grandes colectores y se avanzó con toda la zona nororiental, dejando plasmado en planes el resto del proyecto que tenía que dar cobertura a lo que en esa época era el área metropolitana, misma que tuvo un crecimiento tremendo luego del terremoto del 76.

Y, por supuesto, no era solo de hacer los colectores, sino de darles mantenimiento. Yo recuerdo una visita que hicimos a esa obra y era impresionante ver el tamaño de esos acueductos subterráneos dentro de los cuales cabían grandes camiones que ayudaban a extraer la tierra. Y los ingenieros explicaban lo vital que era darle mantenimiento, además de completar la red. Pero desde que llegó la nueva administración en el 78, el Alcalde Abundio Maldonado decidió no seguir con ese trabajo que era “idea de comunistas” y, por supuesto, nunca se empezó siquiera la labor de mantenimiento. José Ángel Lee hizo trabajo en los dos sentidos, pero al dejar el cargo los colectores quedaron literalmente enterrados y olvidados para siempre.

Ante tal descuido y el peligro latente que significan colectores sin mantenimiento, es indispensable la presión ciudadana para forzar a que se tenga la previsión que puede salvar muchas vidas.

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