Oscar Clemente Marroquín

ocmarroq@lahora.gt

28 de diciembre de 1949. Licenciado en Ciencias Jurídicas y Sociales, Periodista y columnista de opinión con más de cincuenta años de ejercicio habiéndome iniciado en La Hora Dominical. Enemigo por herencia de toda forma de dictadura y ahora comprometido para luchar contra la dictadura de la corrupción que empobrece y lastima a los guatemaltecos más necesitados, con el deseo de heredar un país distinto a mis 15 nietos.

post author

Quienes forman parte del mercado laboral de la economía formal del país están recibiendo ahora el beneficio del Bono 14 que llega en un momento muy especial por el efecto que está teniendo en la vida cotidiana el incremento de precio de prácticamente todos los bienes y servicios indispensables, como efecto de una inflación de carácter mundial que no tiene visos de detenerse y que según algunos expertos puede complicarse en el futuro.

Para algunos el Bono 14 es un ingreso extra que se usa para ciertos gustos, pero para la mayoría de personas es alivio para cubrir parte del endeudamiento en que se incurre para cubrir necesidades y de esa cuenta es elevado el porcentaje de personas que ya lo tienen destinado a cubrir esas obligaciones adquiridas, que se han incrementado a lo largo del año porque el aumento de precio en todo lo que usamos o consumimos es realmente significativo y deja muy golpeado el presupuesto familiar.

No existe en el país ninguna política estatal para hacer frente a la crisis económica y, es más, el gobierno sigue gastando a manos llenas, tanto así que en una semana se adjudicaron alrededor de dos mil millones en contratos sin ninguna transparencia y que vienen a alimentar el flujo de la ya muy nutrida y desgastante corrupción. Ese manejo irresponsable de los recursos, lejos de contribuir al bien común, únicamente sirve para beneficio de unos cuantos, contratistas y funcionarios, que se reparten un jugoso pastel, justamente cuando el ciudadano está viviendo una verdadera época de vacas flacas.

La prudencia en el gasto se impone como reacción absolutamente necesaria en las condiciones actuales y todo mundo tiene que cuidar los centavos. Eso lo entiende cualquiera que tenga elemental sentido común y dependa de sus ingresos bien habidos que son tan difíciles de obtener, cosa que no ocurre con los mafiosos que, al contrario, ven en esto una oportunidad de aumentar sus ganancias ilícitas por eso del “natural aumento de precios” lo que significa que se pagará más por mamarrachos, pero también se destinará más dinero para sufragar las mordidas.

Esa diferencia notable entre lo que sucede al ciudadano común y corriente y lo que pasa con los funcionarios que han pactado para concretar el saqueo de los fondos públicos es algo que muchos no entienden, por lo que se mantienen impávidos y sin reacción alguna ante la ola de trinquetes que se han vuelto la principal característica de todas las decisiones de Estado.

Indigna ver que se hable de un Presupuesto Abierto cuando aquí todo es oscuro, todo se hace para encubrir los negocios, incluyendo desde luego los asquerosos pactos colectivos que se suscriben con esa oscura dirigencia sindical que se vende para ser escudos de protección de los sinvergüenzas.

Pero tiene que entender el lector que mientras él se debe apretar el cincho y cuidar hasta el último centavo no solamente del Bono 14 sino de todos sus ingresos, hay otros que ante esa tremenda pena están en una jugosa pepena. Y el que está bien y cercano al mero Centro del Gobierno sabe que podrá hacer lo que le venga en gana.

Artículo anteriorMovimientos políticos consistentes
Artículo siguienteAdiós a la mascarilla