Oscar Clemente Marroquín

ocmarroq@lahora.gt

28 de diciembre de 1949. Licenciado en Ciencias Jurídicas y Sociales, Periodista y columnista de opinión con más de cincuenta años de ejercicio habiéndome iniciado en La Hora Dominical. Enemigo por herencia de toda forma de dictadura y ahora comprometido para luchar contra la dictadura de la corrupción que empobrece y lastima a los guatemaltecos más necesitados, con el deseo de heredar un país distinto a mis 15 nietos.

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En estos albores de la Quinta Época de La Hora, producto de la Ley de Avisos Electrónicos hecha con dedicatoria por los diputados para acabar con La Hora, vienen a la mente algunos recuerdos que vale la pena compartir con los lectores. Y es que en tiempos del general Ydígoras Fuentes uno de los medios de comunicación más críticos a ese gobierno era el diario Impacto, que dirigía mi padre, y como consecuencia de esa posición, el gobierno realizó una campaña con los anunciantes para forzarlos a que dejaran de pautar en ese diario, situación que se hizo pública y llevó al abogado Alfonso Ordóñez Fetzer a visitar oficinas de colegas abogados para sugerirles que pautaran sus edictos y avisos legales en el periódico más critico contra el régimen.

Era el principio de los años sesenta y en todos los medios se publicaban ese tipo de avisos legales pero el Ratón Ordóñez, como le decíamos sus amigos, se encargó de concentrarlos especialmente en Impacto, diario que se fue especializando para asegurar un buen servicio a la clientela, lo que sirvió para concentrar la mayor parte del mercado, siendo una respetable fuente de ingresos.

Cuando con mi padre nos hicimos cargo de La Hora, luego de la muerte de mi abuelo, decidimos cerrar Impacto y concentrar todo el esfuerzo editorial en La Hora y la sección de edictos y avisos legales pasó a este vespertino. No había ninguna ley que obligara a que tal tipo de avisos se hiciera precisamente en La Hora y, de hecho, muchos otros medios trataron de incursionar en ese mercado sin éxito. Inclusive medios de algunos parientes cercanos se esforzaron por atraer a la clientela con ofertas y aun con precios más bajos, pero la calidad del servicio que nosotros ofrecíamos fue suficiente para que quienes probaron esos otros medios, volvieran confiados al lugar donde recibían exactamente lo que necesitaban, con puntualidad y eficiencia.

En tiempos de Álvaro Arzú se realizaron algunas modificaciones legales para restringir la necesidad de publicaciones, al menos en el área puramente mercantil, como parte del cerco económico que ese gobernante quiso ponerle a La Hora por el crítico papel que jugamos en negocios burdos como el de la telefonía, para citar apenas el más destacado de los muchos que hizo y de los que aún hoy siguen explotando algunos de sus más cercanos.

En el gobierno de Jimmy Morales el diputado Linares Beltranena les ofreció acallar a La Hora con esa Ley de Avisos Electrónicos que no perseguía modernidad, como sugería el nombre, sino simplemente matar a La Hora. Ahora no habrá certeza jurídica porque en el diario oficial se pueden hacer micos y pericos al no existir la contraparte de una publicación digital debidamente certificada y que se hiciera en otro medio. Aparte, quienes hacen avisos digitales sufren ya el aumento de precios por lo que ni siquiera económicamente se beneficiaron.

Gracias a Dios no nos agarraron, como hubiera dicho el Ratón Ordóñez, con los calzones en la mano. Nos habíamos preparado para la modernidad y el paso al futuro está en lo digital que será nuestro sistema y entorno para seguir cumpliendo a nuestros lectores, ahora con el apoyo de Luis Von Ahn, un socio que comparte nuestro sueño por una Guatemala distinta. Pero un recuerdo agradecido a Alfonso Ordóñez, que en paz descanse, me parece obligado.

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