Álvaro González Ricci, fue designado presidente del Banco de Guatemala. Foto La Hora/Minfin

 

A lo largo de muchos años, los gobiernos respetaron la autonomía del Banco de Guatemala y quienes lo dirigieron fueron profesionales con larga experiencia de trabajo en la institución inmune a los intereses políticos del régimen de turno. Hubo contadas excepciones y la última fue la de Sergio Recinos quien se convirtió en vocero de los “éxitos” del gobierno de Giammattei en materia macroeconómica.
Esa complacencia abrió la puerta para que se fueran a fondo y nombraran a una persona sin experiencia en banca central, simplemente porque fue un dócil ministro de Finanzas y podría mantener el alineamiento empezado en la última administración del Banguat.

Desde hace meses el tipo de cambio viene siendo una preocupación porque, a pesar de la inflación, es evidente que gracias al ingreso de las remesas familiares es mucho mayor la oferta que la demanda de dólares norteamericanos, pero ello no impide que, mediante intervenciones maliciosas en el mercado cambiario, la banca central venga realizando operaciones que disparan el valor del dólar y luego argumentan que ello es resultado de una sobredemanda de divisas.

Si el valor del dólar lo marca el mercado, es decir mediante la oferta y la demanda, este año es el que más divisas hemos recibido por concepto de las remesas que envían nuestros migrantes. Eso significa que la oferta ha aumentado notablemente, aunque el aumento de precios de productos importados también haya incrementado, el aumento no es mayor que el que a lo largo del 2022 ha tenido ese fruto del trabajo de nuestros compatriotas que salen expulsados del país por la falta de oportunidades, resultado de la ausencia de políticas que apunten al desarrollo humano.

El sometimiento del Banco de Guatemala a los caprichos políticos de un régimen incompetente, que gira alrededor de la megalomanía de un Presidente y su pareja que se autoconvencen de ser la octava maravilla del mundo, tenía que tener efectos perniciosos para los intereses nacionales, como lo estamos viendo con la depreciación de nuestra moneda que ocurre a pesar del fantástico incremento de ingreso de divisas.

La confiabilidad del Banco de Guatemala ha sido uno de los elementos clave de la situación macroeconómica del país, pero eso se pierde absolutamente cuando la institución queda en manos de alguien que no tiene credenciales que prueben su competencia para dirigir una institución que, como el resto de las del país, termina cayendo en las garras de la más burda corrupción que se ha visto aquí, lo cual es, por supuesto, mucho decir dada nuestra triste historia en ese campo.

Redacción La Hora

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