El 1 de diciembre de cada año es el Día de la Autonomía de la Usac, pero en este aciago 2022 no hay absolutamente nada que celebrar. Foto: Archivo.

Apenas 19 días después del derrocamiento de la dictadura, el 9 de noviembre de 1944, la Junta Revolucionaria de Gobierno emitió el decreto por medio del cual se otorga la Autonomía a la Universidad de San Carlos de Guatemala que, como el resto de las instituciones del país, había estado bajo la bota ubiquista durante los últimos 14 años. Fue el 1 de diciembre de ese mismo año cuando cobró vigencia esa nueva norma y empezó a vivirse con una Universidad nacional autónoma que se regía por su propia ley y sus estatutos, ajena a las veleidades de la política nacional.

Desde entonces, el 1 de diciembre de cada año es el Día de la Autonomía de la Usac, pero en este aciago 2022 no hay absolutamente nada que celebrar porque, como en aquellos viejos tiempos de dictadura, la universidad nacional cayó bajo la bota de esa nueva forma tan peculiar de dictadura que ha consolidado el control de todas las instituciones. No hizo falta cambiar la Constitución que también marca el carácter autónomo de la Usac, pues fue suficiente la consumación de un burdo fraude electoral, de esos tan comunes en el pasado y que pueden ser tan comunes en el futuro, para acabar sin siquiera un plumazo con esa característica que alentó, sobre todo, la libertad de cátedra.

Durante la tiranía los catedráticos no podían enseñar más que bajo los rígidos instructivos que daba la misma presidencia y ni ellos ni sus alumnos podrían tener abiertos debates sobre temas tan puntuales como el ejercicio de la democracia. Tanto los profesores como las autoridades que los nombraban, eran dependientes de la línea oficial que se imponía, limitando en muchos sentidos la expansión del conocimiento.

Justo es decir que la autonomía no siempre estuvo al servicio de la excelencia académica y que desde hace ya varios años fue el escudo para que la Universidad fuera parte de ese entramado de corrupción y juego político de control institucional. Al principio de la autonomía, ser Rector o miembro del Consejo Superior era, más que un honor, un compromiso con la excelencia académica y la formación profesional de la juventud. Precisamente la corruptela de los últimos períodos es lo que generó operaciones como el fraude de la última elección, porque la Universidad dejó de ser lo que era para convertirse en una más de las muchas piñatas del país.

Hoy los sancarlistas no tienen nada que celebrar en el Día de la Autonomía Universitaria, porque la Usac fue el laboratorio para medir la reacción ciudadana en casos de fraude electoral.

Redacción La Hora

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