Actualmente la jueza Erika Aifán enfrenta un proceso de antejuicio en su contra. Foto: La Hora

La CC sigue cumpliendo su rol a favor de la impunidad y en contra de aquellos que han luchado por la correcta aplicación de la justicia, revocando al Amparo provisional que se dictó el año pasado a favor de Erika Aifán, cuando el Instituto de Magistrados de las Salas de Apelaciones solicitó su antejuicio por haber autorizado las investigaciones que permitieron conocer los asquerosos arreglos que miembros de ese instituto hacían visitando en un hospital al detenido Gustavo Alejos.

Ayer esa protección constitucional fue revocada y la Jueza Aifán perdería su inmunidad, tal y como lo pidieron los que fueron objeto de la investigación que destapó la cooptación del Sistema de Justicia en la que el principal operador era Alejos, quien este año había ofrecido su colaboración eficaz para explicar toda la porquería, lo que se convirtió en una de las poderosas razones para la destitución y posterior orden de captura contra Juan Francisco Sandoval.

En Guatemala está visto que quienes libran la lucha por el verdadero Estado de Derecho y aplicación correcta de la justicia están condenados a sufrir persecución porque el sistema no da tregua ni se resigna a ver que alguien pueda estar haciendo las cosas bien. Molesta todo lo que vaya en contra del pacto de impunidad, del que Alejos había sido parte y que ahora estaba explicando al detalle a los fiscales, hasta que removieron a Sandoval de la FECI. Alejos llegó a explicar cómo se negoció con Giammattei la integración de la primera directiva del Congreso de su período, el año pasado, que giró alrededor del propósito de elegir a magistrados de la Corte Suprema de Justicia y de Salas de Apelaciones debidamente apalabrados por el mismo Alejos para asegurar que ninguno de los corruptos pudiera ser condenado.

La jueza Aifán ha sido objeto de un acoso persistente y de nada ha valido el reconocimiento internacional a su actuación como administradora de justicia. Desgraciadamente le están cerrando exitosamente el espacio y dentro de poco la veremos sindicada de cualquier sarta de delitos que no cometió, pero es la forma en que se procede para que cualquier otro que quiera jugar el papel de juez decente sepa a qué debe atenerse.

El exilio o la cárcel son ahora las expectativas de quienes luchan honesta y valientemente por la dignidad del Sistema de Justicia y de la investigación penal y Erika Aifán es, sin duda, una de las más destacadas figuras en ese campo minado que es para los jueces honrados nuestro podrido Sistema de Justicia.

Redacción La Hora

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