Juan José Narciso Chúa

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Guatemalteco. Estudió en el Instituto Nacional Central para Varones, se graduó en la Escuela de Comercio. Obtuvo su licenciatura en la USAC, en la Facultad de Ciencias Económicas, luego obtuvo su Maestría en Administración Pública INAP-USAC y estudió Economía en la University of New Mexico, EEUU. Ha sido consultor para organismos internacionales como el PNUD, BID, Banco Mundial, IICA, The Nature Conservancy. Colaboró en la fundación de FLACSO Guatemala. Ha prestado servicio público como asesor en el Ministerio de Finanzas Públicas, Secretario Ejecutivo de CONAP, Ministro Consejero en la Embajada de Guatemala en México y Viceministro de Energía. Investigador en la DIGI-USAC, la PDH y el IDIES en la URL. Tiene publicaciones para FLACSO, la CIDH, IPNUSAC y CLACSO. Es columnista de opinión y escritor en la sección cultural del Diario La Hora desde 2010

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Guatemala llega a un momento crucial en su historia y en el desenvolvimiento democrático. Nunca se había dado una situación tan difícil para un presidente, como es el caso de la destitución de la Fiscal General Consuelo Porras. La todavía fiscal es la representación viva de la corrupción, de la impunidad, del uso del “lawfare” en contra de fiscales, funcionarios, diputados y periodistas, entre otros, que se opusieron a la corrupción, que se pararon contra la impunidad, que tomaron partido por un Estado de Derecho democrático, los que siguen pensando en una democracia inclusiva y un futuro prometedor para la sociedad.

El Congreso de la República hoy está ante la vindicta pública, los diputados se encuentran en el ojo del huracán, pues tendrán la oportunidad de enfrentar el pasado y replantear el porvenir o bien de enterrarse vivos o de resucitarse de entre la mierda.

Se necesitan 107 votos para quebrar uno de los puntos de tensión más difíciles para la democracia y, en particular, para este novel Gobierno.  Esos 107 votos pueden representar un punto de inflexión para romper la inercia de una democracia que nos ha quedado a deber, de gestiones de Gobierno clientelares con las élites económicas y dóciles para obedecer y seguir amasando fortunas.

Estos 107 votos representarán la voz de un poco más de cien personas del pueblo que otorgaron su mandato a diputados cuestionables e ignorantes y vendidos por principio, pues sus intereses se centran en generar leyes adecuadas para seguir en las mismas, proyectos de ley sin sentido y eso sí negocios para mejorar sus cuentas de ahorro.

Es indiscutible que la correlación de fuerzas en el congreso, no es favorable del todo a Semilla, pero la figura del presidente puede ser el fiel de la balanza, pero aún más la voz y fuerza del pueblo, para los diputados esta decisión significa abrasar la corrupción e impunidad como bandera o bien unirse a la lucha de un pueblo que clama por transformaciones profundas, demandas justas de un pueblo que ha sido marginado y vilipendiado.

Además, este pueblo sabe y reconoce que el papel de la actual fiscal es repudiable por donde se le quiera ver, se ha prestado a apañar a corruptos, ha orientado casos para dañar a personas que no favorecen la corruptela existente en el Gobierno y ha sido un factor que erosiona la democracia en Guatemala.  Su perversidad, su mala fe y su pésima conducción del Ministerio Público son bastante obvias y ha causado un sentimiento de rechazo profundo por toda la población.

¿Qué va a pasar en las próximas horas?, pues seguramente estaremos ante un escenario similar al de octubre del año pasado, todas las fuerzas progresistas estarán apuntándole a la salida de esta señora empecinada en el poder y todos los conservadores estarán luchando por mantenerla como su mejor aliada.  Unos callarán como el CACIF esperando su momento para aprovecharse, pues también le deben mucho, mientras los diputados que son parte del Pacto de Corruptos se rasgarán las vestiduras por ella.

El otro factor que constituye una seria amenaza para la democracia y la gobernabilidad del actual régimen es la Corte de Constitucionalidad, la peor que se ha tenido en la historia, conformada por representantes de conservadores, derechistas extremos y corruptos, no se salva nadie y seguramente constituye el último frontón de la defensa del régimen de impunidad y corrupción que pretende perpetuarse a pesar del actual régimen de Gobierno.

Como bien señalan varias de las convocatorias: el silencio es cómplice, no se puede permanecer ajeno y asistir como observador aséptico a seguir viendo a la actual fiscal haciendo gala de su pésima capacidad de oratoria combinada con su intenso sentimiento de maldad y perversidad.

El país demanda cambios, la población exige transformaciones, la sociedad debe ejercer su papel activo de participación ciudadana para romper esos dos auténticos obstáculos que corroen la democracia y persisten en un futuro que favorece a ciertos grupos mientras abandona a la mayoría de la población a su propia suerte.

107 votos nada más, 107 almas que pueden cambiar la correlación de fuerzas políticas y permitir a nuestra sociedad avanzar hacia otro estadio de vida y seguramente de bienestar.

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