Roberto Arias

El martes 19 de septiembre el presidente Jimmy Morales dijo en la Asamblea General de la ONU que Guatemala espera que pronto junto a ese organismo inicie la revisión del convenio de creación de CICIG para su correcta aplicación; para garantizar el debido proceso; la presunción de inocencia y para “evitar la persecución selectiva; la politización de la justicia y la judicialización de la política”. Extrañamente, ese día presentaron su renuncia los ministros de Trabajo, Interior y Finanzas.

Es patente que las izquierdas y la clase media parecen “renunciar” o no tener expectativas respecto a la toma del Estado para lograr una transformación, debido a que en sí mismo la política, los políticos y lo público es entendido como corrupto y asociado a un Estado contrainsurgente.

La consigna contra la corrupción entonces se transforma en una consigna contra el Estado de Guatemala, pero también quizás contra la posibilidad de cualquier prototipo de Estado, incluso uno que tuviera la intención de luchar por las mayorías en un diseño para disminuir la dependencia respecto a la asistencia técnica y financiera para el desarrollo desde arriba (instituciones financieras internacionales) y desde abajo (ONGs) para consolidarse. Al cerrarse esta posibilidad la elite de poder que viene intercalándose en el gobierno a través de partidos liberales de derecha, sigue colonizando al Estado.

Sacar al presidente y hacer renunciar a los corruptos diputados no necesariamente implica la dispersión de dichas estructuras, ya que en su condición de redes pueden mutar y trasladarse a otros partidos y pujanzas políticas que podrían estar gestándose ya, frente a la siguiente contienda electoral. Así sucedió cuando migraron velozmente del PP y Líder al FCN-Nación.

Por el otro lado, desde el año pasado se montó en Latinoamérica una comedia gringa de supuesta lucha contra la corrupción, que lava la cara como generosos y justos a los gringos, con el dudoso retintín denominado CICIG (Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala), que política y económicamente depende, en gran medida, del gobierno de los EE. UU.

Debemos notar que con la venida del sustituto de Robinson a la embajada de U.S.A., inmediata y milagrosamente, como con varita mágica, terminaron las marchas y ya no se estacionaron los 150 autobuses en la Avenida del Hipódromo trayendo un mínimo de 7,500 ciudadanos pagados y alimentados con pollo frito, para llenar el Parque Central de la Capital manifestando contra la corrupción y… los 3 ministros revocaron su renuncia.

Muchos guatemaltecos de derecha e izquierda neoliberal esperaron con ansia al nuevo embajador estadounidense nacido en Guatemala, en el afán de conocer qué órdenes trae el posible moderno caballo de Troya y doblegarse ante ellas.

Para reducir o minimizar la corrupción debe fortalecerse profundamente el Estado de Derecho. Como un hito histórico Corea del Sur se desarrolló en 50 años. Iniciemos ya en Guatemala.

*Adaptado de un artículo de Google.

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