Napoleón Barrientos

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Guatemalteco, originario de Alta Verapaz, forjado bajo los principios de disciplina, objetividad y amor a la patria; defensor del estado de derecho, de los principios de la democracia, con experiencia en administración pública, seguridad y liderazgo de unidades interinstitucionales.

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David Barrientos

El nivel de polarización en una sociedad facilita o dificulta la posibilidad de concebir consensos para la ineludible búsqueda del desarrollo, que en una democracia se consigue sobre la base de alcanzar acuerdos, incluso entre grupos con sensibilidades distintas. Los actuales niveles de polarización conocidos en la región latinoamericana tienen su génesis principalmente en: hechos históricos como la Guerra Fría y las derivadas guerras y enfrentamientos intestinos nacionales; sesgos mediáticos ligados a tales enfrentamientos; que en las últimas décadas del siglo XX dejo insatisfacciones de poder en unos y abuso de poder de otros, lo que deriva en lucha de grupos y personas interesadas, las que sueles identificarse en el espectro político tanto de izquierda como de derecha, con una pérdida total de enfoque ideológico o de norte verdadero para avanzar como sociedad, convirtiendo tales diferencias en argumentos para alcanzar propósitos particulares.

Sin embargo, dada la configuración de la sociedad desde el punto de vista generacional, está dejando a los adultos identificados con los giros históricos o sea a las generaciones conocidas como: Niños de la postguerra, baby boomers o generación “X”, solos en su inútil lucha interna que ha dejado sangre y pobreza a su paso. Hoy los millennials o generación “Y”, no digamos los centennials o generación “Z”, no solo no les interesa esa estéril hostilidad sino que ven el mundo de manera diferente: son globales, se identifican con los mismos valores, autodidactas, irreverentes y solidarios; características que los hacen más alejados de los traumas de los adultos; aspecto que se convierte en una gran posibilidad de engranar un futuro mejor para las diferentes sociedades, partiendo principalmente de su característica irreverente, que les permite entender a la sociedad desde una perspectiva diferente y revelarse discretamente de sus inmediatos antecesores, incluso de sus padres.

La polarización entonces no solo ha perdido su sentido ideológico, sino está quedando en el olvido, está muriendo con quienes ha nacido y está dejando una historia de esterilidad que solo está cobijada y alimentada por quienes al final la utilizan y la han convertido en una forma de vida o de protección, por cierto para algunos muy beneficiosa; en virtud que este fenómeno social está presente no solo en sociedades en vías de desarrollo, sino en las desarrolladas, donde encuentran eco desafortunadamente diferentes grupos nacionales, dando sus patadas de ahogado encuentran catastrófico cobijo que no contribuye al desarrollo regional, la paz social y al desarrollo humano. Muestra de ello son las exacerbaciones de la polaridad que vemos y vivimos en la actualidad en toda América, la que descubre miopía social que solo será superada por la globalidad, inconformidad y demás características de las generaciones “Y” y “Z”.

En consecuencia, la inclusión de jóvenes en todos los ámbitos de la actividad humana es fundamental para proveer de la dosis de creatividad necesaria para desentrampar las mentes adultas que mantienen hostilidades y enfrentamientos, con el derroche de recursos que ello conlleva. El inexorable paso del tiempo es el mejor juez de las generaciones; habrá que consultarle a este juez, que rango de calificación le está anotando a la generación a la que pertenecemos.

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