Danilo Santos

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Politólogo a contrapelo, aprendiz de las letras, la ternura y lo imposible. Barrioporteño dedicado desde hace 31 años a las causas indígenas, campesinas, populares y de defensa de los derechos humanos. Decidido constructor de otra Guatemala posible.

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Danilo Santos

Un claro indicador de los límites de la razón y el estupor: la elección de Fiscal General del Ministerio Público.  Lo hicieron de nuevo, los operadores de los dueños del país nos han demostrado que no les importa nada más que el beneplácito de sus patrones.  Jimmy Morales podrá asistir a una nueva toma de posesión, ahora del siguiente periodo de Consuelo Porras.  La ecuación es perfecta, Giammattei podrá irse tranquilo al terminar su gobierno y, quedarán poco menos de dos años para cualquier tipo de desmanes de tipo electoral (aló, lo que se le ofrezca para Manuel Conde), o de orden estrictamente corrupto. (Hagan lo que quieran muchachos, la tía Consuelo los consiente).

Guatemala está más allá de Macondo, punto.

El quiebre que estamos presenciando en este pedacito del mundo, en “esta primavera con una esquina rota”, o en esta primavera rota con una esquinita de disidencia, es para estudio del desarrollo del Estado, de la Política, de la Historia.

Lo que estamos presenciando en este 2022, quedará grabado en la historia de nuestro país, tanto como la dizque acta de independencia, porque quienes somataron la mesa frente al poder colonialista español, son los mismos que lo hacen ahora, frente a cualquier poder que amenace su propio poder: a ver si los que ponemos el lomo y los que ponen los dólares, vamos entendiendo que los gorilas no pueden ser nuestros aliados…

De aquí en adelante, el Estado no nos protege, entendámoslo. De aquí en adelante, el Estado es abiertamente corrupto, potencialmente violento. Guatemaltecos, guatemaltecas, estamos a la merced de quienes fabrican la fe, modelan el mercado y, confeccionan la cultura: todo, para dominarnos dócilmente, y si es necesario, imponiendo a una Fiscal, o a una Corte de Constitucionalidad, o a un Congreso de la República, y claro, a una Presidencia de la República. Es decir, si no entendemos por las buenas, nos harán entender por las malas.

Los poderes del Estado se han alineado con la corrupción. Se han separado definitivamente de lo que Guatemala es. No representan al pueblo, representan a los intereses de sus patrones y a sus propios arribismos patéticos.

¿Qué haremos? Es la pregunta maravillosa que habrá de torturar a las actuales generaciones en su futuro, o que habrá de recordarnos la manera de actuar ante una dictadura estilizada, con ínfulas democráticas, pero con expresiones totalitarias. Ha llegado el momento del encuentro de todas las épocas, el momento de dejar infantilismos y sumar cada quien lo que tenga, ha llegado el momento.

No harán falta nombres innombrables, habrá para la historia nombres propios en la Presidencia de la República, los demás poderes del Estado y las posiciones fundamentales para el sistema. El punto es, si quienes estemos en contra de esa historia que debería ser innombrable, somos capaces de ponerle el pecho a la realidad o elegimos acomodarnos en nuestra trinchera de clase, intelectual o arribista.

Guatemala no se ha escrito a sí misma, nos la han contado y nos lo hemos creído: llegó el momento de escribir con nuestras manos, cueste lo que cueste.

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