Edith González

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Nací a mediados del siglo XX en la capital, me gradué de maestra y licenciada en educación. He trabajado en la docencia y como promotora cultural, por influencia de mi esposo me gradué de periodista. Escribo desde los años ¨90 temas de la vida diaria. Tengo 2 hijos, me gusta conocer, el pepián, la marimba, y las tradiciones de mi país.

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Edith González

Inconcebible. Parece que ya miedo ni al diablo, porque al Covid, ha demostrado mucha gente no temerle, así el Ministro de Salud indicaba ayer que el 85 % de las personas hospitalizadas no contaba con ninguna vacuna. Seguramente se creían “muy salsas” diría mi hermano Ramiro, pero yo creo que son personas ignorantes que no se informan del verdadero efecto e importancia de las vacunas, e irrespetuosas porque arriesgan su vida y la de quienes circulan a su alrededor. Y esto no tiene que ver con dinero, clase social, educación o religión.

Y me parece que tampoco con que se viva en esta sociedad actual, donde las normas de respeto están guardadas en el armario de la abuela y los jóvenes o incluso los adolescentes no obedecen a sus padres. Los padres no respetan a sus hijos, no se hacen responsables de ellos la construcción familiar a variado tanto que ahora se habla de distintos tipos de familias. Recuerdo a un padre de familia de 22 hijos de distintas madres decirme que él le enseñaba valores y principios a sus hijos. Quizás con la palabra, pero seguro que no con el ejemplo.

A mediados del siglo pasado en nuestro país habían municipios de segunda categoría. Hoy eso queda para la historia, aún así hay personas que creen que en su municipio mandan ellos y las leyes y la constitución no se aplican en su territorio.

Los acuerdos de paz que recién cumplieron 25 años, han abierto espacios para decirnos que los guatemaltecos si bien somos distintos unos de otros, tanto como los hermanos de padre y madre, todos debemos acogernos a las mismas leyes y normas.

Pero qué pasa cuando los medios de comunicación nos cuentan que: “Las patrullas intentaron ingresar al pueblo, pero fueron recibidos a balazos. En redes sociales se observa a varios agentes heridos y algunos otros tendidos sobre el suelo. En pleno Estado de Sitio en Nahualá, el vocero del Ejército Rúben Téllez confirmó que civiles de la aldea Pachutiquim atacaron y causaron “bastante daño” a un contingente policial. Medios locales en redes sociales dijeron que varios agentes habrían resultado con heridos de arma de fuego y objetos contundentes lanzados por pobladores que se oponen a las medidas impuestas por el presidente, Alejandro Giammattei.

En esas redes sociales se puede leer opiniones a favor y en contra de las acciones de la policía y de los pobladores. Ud puede pensar lo que guste y opinar lo que quiera, pero piense que si el poblado tiene un estado de sitio no es por fregar, sino porque los pobladores no han sabido comportarse.

“Luego de un nuevo ataque por parte de hombres armados contra autoridades en Nahualá, Sololá, la Policía Nacional Civil (PNC) confirmó el fallecimiento del inspector Mauricio Canahuí, según dio a conocer el vocero de la PNC, Jorge Aguilar, quien dijo lamentar el saldo fatal que reportan al momento los hechos. Y añadió que personal de Atención a la víctima brinda asistencia a la familia de Canahuí. Según Aguilar, el inspector depuso utilizar su arma en medio del enfrentamiento

Y nos quedamos con que pobre policía, pobre su familia, descanse en paz, ¿Y qué tal que hubiera sido un civil el fallecido y los heridos? Seguramente habrían manifestaciones en contra de la autoridad establecida, y peticiones para botar no solo al director de la policía sino al gobierno completo.

¿Por qué nos comportamos así valorando más una vida que otra y desvalorando a la autoridad. Porque tenemos derechos. Si es cierto, pero los derechos humanos no valen solo para mí o solo para los civiles. Y en la búsqueda de ese respeto las naciones Unidas ha cambiado su ruta indicando que también los civiles pueden ser violadores de derechos humanos, además de asesinos, como el caso actual.

El irrespeto a las normas establecidas y a la ley nos tiene viviendo en una sociedad partida, donde cada uno hace lo que quiere sin importarle el vecino, mientras él satisfaga sus deseos. Y parece que aún hay más.

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