Grecia Aguilera

Periodista, escritora, filósofa y musicóloga. Excelsa poeta laureada. Orden Ixmukané, Orden de la Estrella de Italia, Homenaje del Programa Cívico Permanente de Banco Industrial, Embajadora y Mensajera de la Paz.

post author

Grecia Aguilera

El jueves 6 de enero de 2022 el Santo Padre Francisco, ofició en la Basílica de San Pedro, la Santa Misa en la Solemnidad de la Epifanía del Señor, con un mensaje de adoración a Dios en el que inició manifestando: “Los magos viajan hacia Belén, su peregrinación nos habla también a nosotros, llamados a caminar hacia Jesús, porque Él es la estrella polar que ilumina los cielos de la vida y orienta los pasos hacia la alegría verdadera.

Pero, ¿dónde se inició la peregrinación de los magos para encontrar a Jesús? ¿Qué movió a estos hombres de Oriente a ponerse en camino? Tenían buenas excusas para no partir, eran sabios y astrólogos, tenían fama y riqueza; habiendo alcanzado esa seguridad cultural, social y económica, podían conformarse con lo que sabían y lo que tenían, podían estar tranquilos.

En cambio, se dejan inquietar por una pregunta y por un signo: ¿Dónde está el rey de los judíos que ha nacido? Porque vimos su estrella. Su corazón no se deja entumecer en la madriguera de la apatía, sino que está sediento de luz; no se arrastra cansado en la pereza, sino que está inflamado por la nostalgia de nuevos horizontes, sus ojos no se dirigen a la tierra, sino que son ventanas abiertas al cielo”.

Así también agregó: “¿Dónde nace esta sana inquietud que los ha llevado a peregrinar? Nace del deseo, este es su secreto interior: saber desear, meditemos esto. Desear significa mantener vivo el fuego que arde dentro de nosotros y que nos impulsa a buscar más allá de lo inmediato, más allá de lo visible. Desear es defender la vida como un misterio que nos supera, como una hendidura siempre abierta que invita a mirar más allá, porque la vida no está toda aquí, está también más allá.

La crisis de la fe, en nuestra vida y en nuestras sociedades, también tiene relación con la desaparición del deseo de Dios. Tiene relación con la somnolencia del alma, con la costumbre de contentarnos con vivir al día, sin interrogarnos sobre lo que Dios quiere de nosotros. Nos hemos replegado demasiado en nuestros mapas de la tierra y nos hemos olvidado de levantar la mirada hacia el Cielo; estamos saciados de tantas cosas, pero carecemos de la nostalgia por lo que nos hace falta. Nostalgia de Dios, nos hemos obsesionado con las necesidades, con lo que comeremos o con qué nos vestiremos, dejando que se volatilice el deseo de aquello que va más allá”.

Y siguió expresando: “Pero mirémonos sobre todo a nosotros mismos y preguntémonos ¿cómo va el camino de mi fe? Es una pregunta que nos podemos hacer hoy cada uno de nosotros. ¿Cómo va el camino de mi fe? ¿Está inmóvil o en marcha? La fe, para comenzar y recomenzar, necesita ser activada por el deseo, arriesgarse en la aventura de una relación viva e intensa con Dios. Pero, ¿mi corazón está animado todavía por el deseo de Dios? ¿O dejo que la rutina y las desilusiones lo apaguen?

Hoy, hermanos y hermanas, es el día para hacernos estas preguntas. Hoy es el día para volver a alimentar el deseo. Y ¿Cómo hacerlo? Vayamos a la escuela del deseo, vayamos a los magos. Ellos nos lo enseñarán, en su escuela del deseo. Miremos los pasos que realizan y saquemos algunas enseñanzas”.

Para finalizar el Papa Francisco declaró: “El mundo espera de los creyentes un impulso renovado hacia el Cielo; como los magos, alcemos la cabeza, escuchemos el deseo del corazón, sigamos la estrella que Dios hace resplandecer sobre nosotros, y como buscadores inquietos, permanezcamos abiertos a las sorpresas de Dios. Hermanos y hermanas, soñemos, busquemos, adoremos”.

Artículo anteriorNahualá solo es parte del polvorín…
Artículo siguiente¿QUE PODEMOS HACER?