Un panorama de desigualdades y retos históricos sin resolver, agravados por la pandemia del COVID-19 revela informe de la PNUD. Foto: La Hora/Archivo

Un panorama de desigualdades y retos históricos sin resolver, agravados por la pandemia del COVID-19 fue presentado en el reciente Informe Nacional de Desarrollo Humano (INDH) del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), luego de ser postergado por casi un año. El documento de más de 400 páginas reúne un análisis de Guatemala dividido en cuatro regiones principales que, de acuerdo con profesionales involucrados en el trabajo original, comprometía la imagen de gestión del presidente Alejandro Giammattei.

Aunque el PNUD explicó en un principio que la publicación sería aplazada por motivos editoriales, fuentes familiarizadas con el proceso indicaron a Plaza Pública y No Ficción que la suspensión habría sido ordenada por Giammattei, debido a los resultados comprometedores para el país. Esto pese que la mayoría del contenido comprende datos hasta 2019, exceptuando un apartado sobre la pandemia.

Por su parte, la Presidencia ha negado los señalamientos de lo que algunos involucrados han calificado como “censura”. En medio de la polémica, ocho investigadores de trayectoria que participaron en el proceso solicitaron su desvinculación del proyecto, al igual que nueve de los 14 integrantes del Consejo Consultivo que avaló el del INDH.

SUSPENSIÓN REPENTINA

La presentación del informe titulado “La celeridad del cambio: hacia una mirada territorial del desarrollo humano”, estaba prevista para el 29 de junio de 2021, pero diez días antes el Programa anunció su suspensión sin brindar mayores detalles.

Hasta la fecha, ni el PNUD ni quienes dirigieron el proyecto han ampliado la información. Aun así, luego de conversaciones con los consejeros Álvaro Montenegro y Ricardo Barrientos, así como una breve declaración de la investigadora María Victoria García Vettorazzi, en febrero de 2022 se conoció que todos los tomos del informe original estaban en etapa de edición.

 

La versión oficial fue presentada este 11 de junio en San Pedro Carchá, Alta Verapaz, con la participación de Ana María Díaz, representante para Guatemala del PNUD.

CAMBIOS EN LA REGIÓN A VELOCIDADES PERJUDICIALES

El INDH detalla la “celeridad del cambio”, entendiendo que los principales fenómenos que aquejan a Guatemala -la migración, crimen organizado, violencia, carencia de servicios y bienes y cambio climático, entre otros- y sus impactos se caracterizan por su rapidez y la necesidad de encararlos con prontitud y urgencia.

A diferencia de informes anteriores, este detalla el progreso del desarrollo de la vida humana partiendo del contexto sociodemográfico, urbanización, reconfiguración de las sociedades, problemáticas históricas y coyunturales de cuatro regiones:

– El Altiplano Centro Occidental
– El Corredor Seco
– Los Cuchumatanes
– Las tierras bajas del norte.

Un aspecto en común en estas regiones son las condiciones que obligan a las poblaciones a migrar interna o externamente. Paralelamente ofrece un análisis general, a nivel municipal y otro sobre el impacto macro del COVID-19.

Investigar a la sociedad guatemalteca fraccionándola en cuatro regiones permitió, según el PNUD, evidenciar la desigual distribución del Estado en el territorio nacional y cómo en una misma área convergen espacios urbanizados junto con áreas más vulnerables.

 

 

El documento destaca que en los últimos años se visualizaron en el país procesos significativos que impactaron los territorios. Cita la urbanización, expansión de la ganadería y agroindustria; aumento de las actividades extractivas o impacto de la informalidad y economías ilícitas, fenómenos que aseguró producen cambios acelerados y diferenciados en los ecosistemas, en las formas de propiedad y en la gestión de los territorios.

Simultáneamente, la migración continuó siendo una respuesta a las carencias sociales en Guatemala. En muchos países esta movilización tan intensa ha conducido a la evaluación de los límites del modelo de desarrollo predominante.

“¿Cómo pensar el desarrollo humano sostenible en territorios donde están ocurriendo cambios profundos en la ruralidad e intensos procesos de movilidad humana?”, cuestionó el PNUD.

LOS CUATRO TERRITORIOS

El Altiplano Centro Occidental se extiende a lo largo de las tierras altas de los departamentos de San Marcos, Quetzaltenango y Totonicapán. De acuerdo con la investigación, los índices más altos de desarrollo humano se concentran en las cabeceras departamentales del territorio y en los municipios conurbados (eje central), donde se ha producido la mayor expansión urbana.

Las mejoras de desarrollo humano se explican en particular por los avances en la escolaridad media y la esperanza educativa, reflejados en el índice de educación, dimensiones que han mejorado significativamente, incluso en las zonas mayoritariamente rurales e indígenas. Aunque el incremento en la calidad de vida, reflejado en el índice de ingresos tuvo un desempeño muy bajo, menor al 0.5 % anual.

El crecimiento y desarrollo de esta metrópoli emergente puede tener potencialidades para el desarrollo humano, destacó el PNUD al acercar a la población servicios básicos imprescindibles.

 

Sin embargo, advierte que este tipo de procesos plantean también nuevos desafíos y problemas como la densificación de la vivienda, el deterioro ambiental debido a la urbanización, el aumento de la violencia criminal y contra las mujeres.

En el territorio coexisten lugares como Quetzaltenango, donde el 31% de los hogares tiene alguna privación relevante, mientras que en territorio k’iche’ el 92 % de los hogares tiene privaciones. Es decir, las brechas urbano-rurales y entre indígenas y no indígenas siguen siendo considerables en esta área, apunta el informe.

Asimismo, la diferencia entre el centro metropolitano y el resto del territorio, incluidos varios núcleos urbanos, se refleja en notables desigualdades en indicadores de salud básica, en los que Quetzaltenango se destaca por tener relativamente mejores desempeños.

Entre otros factores, el Altiplano Centro Occidental presenta un riesgo alto o muy alto de experimentar amenazas climáticas, las cuales comprenden heladas, sequías, inundaciones, deslizamientos, erosión e incendios forestales. De igual manera, en la mayoría de esos municipios la escasez hídrica es muy alta.

LOS CUCHUMATANES

El territorio de Los Cuchumatanes se ubica en el extremo noroccidental del territorio nacional, en los departamentos de Huehuetenango y Quiché. El informe resalta a la migración como uno de los fenómenos predominantes en este territorio.

“Muchos refugiados retornados no lograron reasentarse por falta de apoyo del Estado y por las condiciones difíciles prevalecientes en sus territorios de origen, que no habían cambiado, obligándolos a salir de nuevo, pero ahora mayoritariamente a Estados Unidos. En muchos casos, fueron los jóvenes más preparados y las mujeres lideresas”, se lee en uno de los capítulos.

En resumen, se ha visto que la salida de población de los Cuchumatanes hacia Estados Unidos desde finales del siglo pasado es parte de procesos históricos de movilidad impulsados por la necesidad y la lucha por la sobrevivencia, sobre todo de las comunidades indígenas mayoritarias en ese territorio

En el caso de los Cuchumatanes, donde el 17.5 % de los hogares recibe remesas, un primer impacto es la creciente monetización y mercantilización de la economía. Según los hallazgos, la mayor parte de estos dólares se destinan a asegurar la subsistencia de las familias que los reciben. Los migrantes se dedican a mantener el consumo cotidiano del hogar, intentando salir de los umbrales de pobreza y a algunos les permite invertir en vivienda, tierras y otros consumos.

CORREDOR SECO

Este territorio fue definido conceptualmente por instituciones gubernamentales e intergubernamentales para describir, evaluar y actuar frente a los impactos del cambio climático en el país.

Geográficamente ocupa la porción sureste del departamento de Huehuetenango y noreste de Totonicapán; se adentra por el centro de Quiché, continúa hacia Baja Verapaz, El Progreso y Zacapa siguiendo el curso del río Motagua. Desde Zacapa se extiende hacia el sur, ocupando la parte occidental de Chiquimula y la oriental de Jalapa, hasta el norte de Jutiapa.

Según el informe, el modelo de vida de los habitantes en esta área también depende mayormente de los migrantes, pero regularmente las remesas deben combinarse con diferentes actividades para cubrir mínimamente las necesidades de las familias, sin que eso permita reducir significativamente la pobreza, que seguía afectando al 74% de los hogares del departamento de Huehuetenango.

Entre las particularidades de esta movilización, indica que los hombres, mujeres, jóvenes y niños salen de sus hogares y de sus comunidades para obtener unos ingresos que no encuentran en sus pueblos, “pero cuando regresan, no encuentran frecuentemente una manera de sacarle provecho a lo obtenido”.

De este modo plantea que la misma ausencia de posibilidades de subsistencia que motivó su salida continúa presente al regresar al país, lo cual vuelve poco rentables a sus inversiones.

TIERRAS BAJAS DEL NORTE

Este territorio está delimitado hacia el sur por el sistema de montañas que se extiende desde Alta Verapaz e Izabal, en las sierras de Chamá, en el municipio de Cobán y la de Santa Cruz, y en Livingston, Izabal. En Petén se despliega hacia las Montañas Mayas de Melchor de Mencos, Dolores, Poptún y San Luis hasta llegar a la zona de adyacencia, al oriente, con Belice y, por último, a la Sierra de Lacandón, que se extiende a lo largo de los municipios de la Libertad y Las Cruces, Petén, colindando, al occidente, con México.

Una primera característica de las tierras bajas del norte es su significativa contribución a la seguridad alimentaria del país y la importancia de la agricultura. En el informe se enfatiza la producción de la palma africana y sus efectos. Este cultivo se concentra en San Marcos, Quetzaltenango, Retalhuleu, Suchitepéquez, Escuintla, Izabal, Alta Verapaz y Petén.

“Al cultivo de palma aceitera se le atribuyen varios problemas ambientales y agrícolas en su producción, como la erosión del suelo y cambio de uso de suelo, que en algunos casos implica deforestación; posible contaminación de fuentes de agua en aquellos casos en los que haya una aplicación inadecuada de fertilizantes y pesticidas por la falta de adopción de buenas prácticas agrícolas, y el riesgo de desplazamiento de otros cultivos”, refirió PNUD.

A pesar de lo anterior, el documento explica que estas dinámicas han disminuido con el tiempo ya que algunas de las empresas en la región están adoptando medidas para hacer sostenibles sus actividades.

Otras industrias presentes en el territorio son las hidroeléctricas, sobre lo cual se señala que la ejecución de los proyectos conlleva también la compra y venta de la tierra para su concretización. “Desde la perspectiva de muchos habitantes, eso genera desconfianzas e incertidumbre. La conflictividad se exacerba porque la mayoría de los pobladores carecen de información confiable”, agregó.

En ese sentido, la distribución de la tierra continúa siendo un reto histórico que ha trascendido hasta la actualidad mediante contratos de arrendamiento y compra de tierras. “Los cambios en la institucionalidad encargada de esta labor, el débil acompañamiento público a los procedimientos jurídicos y técnicos y la falta de información son problemas que aparecen en conversaciones con muchos actores de la región”, destaca.

En el área también convergen zonas predominantes rurales. Los municipios con niveles de desarrollo humano más elevados y con menor precariedad se sitúan en el extremo noreste del territorio (en el Petén) y en el este de Izabal (Puerto Barrios y aledaños). Al contrario, los municipios con menor desarrollo humano se ubican, sobre todo en Alta Verapaz.

LA PERSPECTIVA NACIONAL

A nivel macro, el Índice de Desarrollo Humano de Guatemala tuvo un desempeño relativamente acelerado desde el 2000 hasta el 2015, en parte por la aplicación de algunas políticas posteriores a los Acuerdos de Paz que aumentaron el gasto y la inversión social.

No obstante, señala que a partir del 2015 se ha producido una ralentización del índice, principalmente por el estancamiento -e incluso el retroceso- en la calidad y cobertura del sistema educativo entre 2015 y 2019.

En 2019, última medición mundial realizada antes de la pandemia del COVID-19, ese índice alcanzó un valor de 0.663, que lo colocó ligeramente por encima del índice promedio de los países de desarrollo humano medio y bastante por debajo del nivel prevaleciente en América Latina y el Caribe. Solo Nicaragua, Honduras y Haití tienen un desarrollo humano más bajo en la región

A nivel global, la pérdida por desigualdad en el IDH alcanza el 20.4%. América Latina es una de las regiones más desiguales, con una pérdida del 22.2% y Guatemala tiene la más alta de Centroamérica con un 27.5%.

Los datos destacan principalmente en los ingresos y en la educación, cuyas pérdidas son mayores al 30%. De ese modo, antes de la pandemia, las dimensiones económica y educativa del desarrollo humano mostraban las mayores diferencias y brechas.

 

El problema más allá de las cifras consiste en que las desigualdades trascienden generaciones. “Es menos probable salir de la pobreza en los países con mayores desigualdades, donde hay barreras sistémicas para el empoderamiento de la población, al limitar el acceso a educación y salud de calidad, a medios de vida y a la participación económica y política”, remarcó el PNUD.

El bajo desarrollo humano en los municipios se relaciona con la inexistencia o debilidad de estos factores en muchos lugares. “Son rezagos de fondo, a veces históricos que, si no se resuelven, seguirán erosionando los esfuerzos para mejorar las condiciones de vida”, agrega el documento.

En este panorama las mujeres, los pueblos indígenas, la juventud, los adultos mayores, las personas con discapacidad, poblaciones de las comunidades LGBTIQ+ y la diversidad étnica enfrentan barreras sistémicas.

AGRAVACIONES EN PANDEMIA

Los problemas anteriores se vieron afectados por la pandemia, producida en un contexto estructural de significativas limitaciones y desigualdades socioeconómicas. Esto según el PNUD condicionó el acceso oportuno a servicios sanitarios, a la vacunación o a una educación a distancia de calidad.

“Aunque el país logró sortear la crisis del 2020 con un decrecimiento económico moderado seguido de una rápida recuperación macroeconómica, la economía de parte importante de los hogares, sobre todo de los más vulnerables, no logró recuperarse pese al retorno al trabajo”, remarcó el PNUD.

 

Jeanelly Vásquez
Periodista profesional de la USAC, actualmente cursando la Licenciatura en Ciencias de la Comunicación. Becaria en International Women’s Media Foundation (IWMF). Elabora piezas de investigación y profundidad, enfocadas en el gasto público, derechos humanos y la política guatemalteca. Tiene experiencia en producción de podcast y contenido en redes sociales; ha cubierto la fuente volante y el Organismo Ejecutivo. Twitter: @jeanellydvg
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