El presidente Joe Biden se acerca al podio para dar una conferencia de prensa en la Casa Blanca, en Washington. Foto La Hora/AP/Evan Vucci.

POR JAMEY KEATEN y ZEKE MILLER
WASHINGTON
Agencia AP

El gobierno de Estados Unidos se unió ayer a las exhortaciones para que se comparta más información sobre la tecnología de las vacunas contra el COVID-19 para ayudar a acelerar el fin de la pandemia, un cambio de posición que lo coloca junto a muchos en el mundo en desarrollo que quieren que los países ricos hagan más para llevar las dosis a los necesitados.

Katherine Tai, representante comercial de Estados Unidos, anunció la postura del país en un comunicado, en medio de conversaciones en la Organización Mundial del Comercio en torno a relajar sus normas sobre el comercio internacional para permitir que más fabricantes produzcan las vacunas.

«El gobierno cree firmemente en las protecciones a la propiedad intelectual, pero para contribuir a que termine esta pandemia, apoya la exención de esas protecciones para las vacunas contra el COVID-19», señaló Tai en el comunicado.

Sin embargo, advirtió que tomaría tiempo alcanzar el «consenso» mundial necesario para renunciar a dichas protecciones amparadas por las reglas de la OMC, y funcionarios estadounidenses dijeron que dicha renuncia no tendría un efecto inmediato en el suministro a nivel mundial.

Horas antes, la directora general de la OMC, Ngozi Okonjo-Iweala, se pronunció en una reunión privada con embajadores de países en desarrollo y desarrollados que han estado en desacuerdo en el tema, pero coinciden en la necesidad de un mayor acceso a los tratamientos contra el COVID-19.

El Consejo General de la OMC aceptó analizar el asunto de una exención temporal a las protecciones de propiedad intelectual de las vacunas contra el COVID-19 y otras herramientas, algo que Sudáfrica y la India propusieron en primera instancia en octubre pasado. La idea ha ido ganando respaldo entre algunos legisladores progresistas de Occidente.

Más de 100 países se han expresado a favor de la propuesta, y un grupo de 110 miembros del Congreso de Estados Unidos —todos demócratas— le enviaron una carta a Biden el mes pasado para pedirle que apoye la exención.

Los detractores de la medida señalan que la exención no sería una panacea. Insisten en que la producción de vacunas contra el coronavirus es un proceso complejo y no se puede acelerar por el sólo hecho de levantar las restricciones a la propiedad intelectual, y dicen que hacerlo podría perjudicar innovaciones futuras.

Stephen Ubl, presidente y director general de Pharmaceutical Research and Manufacturers of America —grupo comercial que representa a las farmacéuticas en Estados Unidos_, dijo que la decisión del gobierno de Biden «sembrará confusión entre el público y los socios privados, debilitará aún más las cadenas de suministro ya de por sí sujetas a presión y fomentará la proliferación de vacunas falsas».

La doctora Michelle McMurry-Heath, directora general de Biotechnology Innovation Organization —grupo comercial que representa a la industria de la biotecnología a nivel mundial–, señaló en un comunicado que la decisión socavará los incentivos para desarrollar vacunas y tratamientos para pandemias futuras.

«Entregar a los países necesitados un recetario sin los ingredientes, las salvaguardas y la considerable mano de obra necesarios no ayudará a la gente que espera la vacuna», comentó.

Pfizer rechazó comentar sobre el anuncio del gobierno estadounidense, así como Johnson & Johnson, que desarrolló una vacuna de una sola dosis dirigida a facilitar las campañas de vacunación en zonas rurales y de escasos recursos. Moderna y AstraZeneca no respondieron de inmediato a una solicitud de comentarios.

Las compañías han hecho algunas gestiones para brindar vacunas a los países pobres a precios muy inferiores a los que cobran a las naciones ricas.

Por ejemplo, Johnson & Johnson acordó la semana pasada proporcionar hasta 220 millones de dosis de su vacuna a los 55 países miembros de la Unión Africana a partir del tercer trimestre de este año, y en diciembre acordó brindar hasta 500 millones de vacunas hasta 2022 a naciones de bajos recursos a través de la Alianza Gavi.

Las acciones de Pfizer, AstraZeneca y Johnson & Johnson —compañías enormes con muchos productos lucrativos— cayeron menos del 1% luego de conocerse la noticia. Sin embargo, Moderna, cuya vacuna es el único producto de la compañía, perdió 6,2% en las operaciones vespertinas para después recuperar dos tercios de un punto porcentual en las operaciones posteriores.

De momento no estaba claro cómo responderían algunos países de Europa, que tienen industrias farmacéuticas influyentes y que habían compartido previamente las reservas de Estados Unidos sobre la exención.

Keith Rockwell, portavoz de la OMC, dijo que la comisión sobre propiedad intelectual de ese organismo se dispone a examinar nuevamente la propuesta de exenciones durante una reunión tentativa programada para finales de este mes, antes de su encuentro formal entre el 8 y 9 de junio. Eso significa que cualquier acuerdo final estaría a semanas de distancia en el mejor de los casos.

Los autores de la propuesta la han estado revisando con la esperanza de hacerla más atractiva.

En declaraciones publicadas en el sitio web de la OMC, Okonjo-Iweala dijo que «nos corresponde actuar rápidamente para poner el texto revisado sobre la mesa, pero también comenzar a entablar negociaciones basadas en este documento».

El argumento, parte de un añejo debate sobre protecciones a la propiedad intelectual, se centra en liberar patentes, derechos de autor y protecciones al diseño industrial y a la información confidencial para ayudar a expandir la producción y el desarrollo de vacunas durante la escasez de suministros. El objetivo es suspender las reglas durante varios años, justo el tiempo suficiente para derrotar a la pandemia.

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