Por KIMBERLY HEFLING y JESSE J. HOLLAND
KENNETT SQUARE / Agencia AP

Adentro, niños en cuyas casas se habla mayormente español trabajaban alegremente en un relato en torno a un cocodrilo que iba al dentista. El cartel y la escena en el salón del Mary D. Lang Kindergarten Center son sutiles reflejos de la cambiante composición demográfica de las escuelas estadounidenses.

Por primera vez, se calcula que las escuelas públicas tendrán más representantes de las minorías que blancos no hispanos, novedad que obedece en buena medida al aumento en la cantidad de niños hispanos.

_America18_1bSe prevé que los blancos no hispanos seguirán siendo el grupo racial más grande, con un 49,8% del total de la población escolar. Pero según el Centro Nacional de Estadísticas de Educación, los estudiantes de las minorías, tomados en forma combinada, serán la mayoría.

Aproximadamente un cuarto de los estudiantes de minorías son hispanos, un 15% negros y un 5% asiáticos y de las islas del Pacífico. Los estudiantes de raza mixta o de pueblos originarios son incluso menos.

Este cambio genera nuevas realidades académicas, incluida la necesidad de más profesores de inglés, y culturales, como cambiar loe menús escolares para ajustarse al gusto de los estudiantes.

También plantea complejos interrogantes sociales que a menudo deben responder los sistemas escolares, como cuestiones relacionadas con la inmigración, la pobreza, la diversidad y la desigualdad.

El resultado a veces es tensiones raciales.

En Luisiana, en julio, los directores de la escuela pública Jefferson Parish llegaron a un acuerdo con el gobierno nacional por el cual se suspendió una investigación de denuncias de discriminación contra los estudiantes que están aprendiendo inglés. En mayo la policía debió intervenir para poner fin a una pelea entre estudiantes hispanos y negros en una escuela de Streamwood, un suburbio de Chicago, motivada por cuestiones raciales.

Las tensiones raciales a veces son sutiles.

En el distrito escolar de Kennett, en Pensilvania, el superintendente (director) Barry Tomasetti dijo que muchos padres optan por enviar a sus hijos a escuelas privadas de Delaware luego de comprobar la diversidad racial de sus aulas. Otras familias, por el contrario, prefieren escuelas con mucha diversidad «porque saben que el mundo ya no es homogéneo», agregó.

Los cambios en el distrito, donde predominaban las familias de clase media-alta y ahora hay un 40% de hispanos, fueron impulsados mayormente por la llegada de mexicanos y personas de otros países que vienen a trabajar en las cosechas de hongos.

«Nos gusta la diversidad», dijo Tomasetti, reconociendo el costo. Indicó que tuvo que contratar profesores de idiomas y traductores para las conferencias entre padres y maestros. También debió apartar dinero para cursos de verano para muchos estudiantes que están aprendiendo inglés y que necesitan clases adicionales de lectura y matemática.

«Queremos que a todos nuestros chicos les vaya bien», manifestó.

La nueva composición de las escuelas refleja los cambios que se están produciendo en toda la nación. La Oficina del Censo calcula que para el 2043 habrá más minorías que blancos no hispanos en el país como consecuencia de las altas tasas de natalidad de los hispanos y el estancamiento o el declive de esas tasas entre blancos, negros y asiáticos.

Las disparidades entre los distintos grupos son evidentes. Negros, hispanos y los miembros de pueblos originarios generalmente tienen un nivel académico inferior al de blancos no hispanos y asiáticos al ingresar a los jardines de infantes. Y es más probable que se matriculen en escuelas malas.

Sus notas son más bajas y dispondrán de menos posibilidades de cursar clases avanzadas y de graduarse.

El secretario de Educación Arne Duncan dijo que el país debe asegurarse de que todos los estudiantes «tienen la oportunidad de recibir una educación de primer nivel».

Así como la población escolar se hace menos blanca, también se hace más pobre, señaló Patricia Gándara, codirectora del Proyecto de Derechos Civiles de la Universidad de California en Los Ángeles y quien sirve en una Comisión de Excelencia Educacional para los Hispanos que asesora al presidente Barack Obama.

Aproximadamente una cuarta parte de los hispanos y de los afroamericanos viven por debajo del nivel de pobreza –o sea, en familias con ingresos anuales inferiores a los 24.000 dólares– y algunos de los niños hispanos más pobres lidian con el trauma que representa estar en el país ilegalmente o tener un padre que lo están, indicó Gándara.

Enfocarse en la preparación de los maestros y en un currículum más sólido «no va a dar los resultados esperados si no prestamos atención a las necesidades básicas de estos niños, cosas como nutrición, salud y seguridad, así como la inestabilidad de sus hogares».

Esta transformación de las escuelas va más allá de la educación de los menores. Los maestros dicen que los padres deben sentirse bien y aceptados en las escuelas.

«Todo el mundo debe comprender que con los cambios demográficos que se suceden, no podemos seguir haciendo las cosas como las hacíamos antes», expresó Lisa Mack, presidenta de Asociación de Maestros y Padres de Ohio, que estimula a los líderes locales para que incluyan a los abuelos, seleccionen temas musicales que puedan disfrutar todos y ofrezca platos étnicos en sus conferencias mensuales.

«Hay que ser creativos y hacer que se sientan bienvenidos, valiosos y apoyados por el sistema escolar», señaló.


BALTIMORE
Abogados ayudan a niños migrantes

Por LAUREN KIRKWOOD
BALTIMORE / Agencia AP

_America18_1cComo directora del Centro de Derechos de los Inmigrantes de la Facultad de Leyes de la Universidad de Baltimore, Elizabeth Keyes ha lidiado con un caso tras otro de inmigrantes que quieren quedarse en el país durante los dos últimos años.

Y dice que algunos de los casos más conmovedores son los de los menores que cruzan la frontera ilegalmente, a veces sin la compañía de familiares y a menudo huyéndole a la violencia de las pandillas.

«Son casos increíblemente reconfortantes», expresó, «pero siempre hay un momento de disonancia cognitiva cuando vas a un tribunal y ves una sala llena de niños frente a un juez, y piensas ‘¿por qué usamos tantos recursos para tratar de enviar a estos chicos de vuelta a sitios donde pueden correr peligro?»’.

Miles de niños han ingresado ilegalmente al país en meses recientes y no les resulta fácil conseguir representación legal, especialmente los que son detenidos en la frontera, indicó Keyes. Más de 57.000 menores cruzaron la frontera sur ilegalmente desde octubre.

Keyes comparte el espacio de su oficina (y a veces algunos estudiantes de leyes) con la organización Niños que Necesitan Defensores (o KIND, por sus siglas en inglés), una agrupación sin fines de lucro que trata de asegurarse de que ningún inmigrante menor de edad que no está acompañado se presenta ante un tribunal de inmigración sin representación legal.

En sus oficinas de todo el país, KIND recluta y capacita abogados dispuestos a tomar los casos de los menores pro bono, señaló Liz Shield, abogada que supervisa los programas pro bono en la oficina de KIND de Baltimore.

«Si son entregados a familiares –y muchos lo son–, organizaciones como KIND y otras logran a menudo conseguirles representación (legal) a estos chicos», declaró Keyes a The Daily Record (www.thedailyrecord.com ).

Cada semestre, unos ocho a diez estudiantes del Centro de Derechos de los Inmigrantes toman al menos un cliente cada uno, aunque con frecuencia más, dijo Keyes. Las edades de los clientes varían. El Centro tiene actualmente media docena de casos de niños migrantes en marcha.

Hayley Tamburello, graduada en el 2013 y quien trabajó varios semestres con niños migrantes en la Universidad de Baltimore, planea abrir en septiembre un estudio de abogados que se enfocará en las leyes de inmigración.

Para ella, lo más gratificante de los casos de menores es escuchar los testimonios de padres o custodios.

«Hemos comprobado que buena parte de los motivos para venir a Estados Unidos es lo que se ve en los noticieros ahora, la violencia de las pandillas», manifestó Tamburello. «Es difícil hacer que estos niños hablen de eso, que se abran y cuenten lo que está sucediendo».

Keyes ha tomado ella personalmente varios casos de niños migrantes pro bono, incluido recientemente el de dos hermanos hondureños de cinco y seis años.

El varón y su hermanita vinieron acompañados por un amigo de la familia y su lucha por permanecer en el país no fue sencilla.

Uno de los principales retos que enfrentan los abogados que representan a estos niños es hacerles entender lo que está sucediendo, expresó Keyes. Explicar el papel de un abogado a un niño que todavía no tiene edad de primaria es una tarea monumental.

«El varoncito tiene cinco años y lo hice reír cuando le dije que era mi patrón, que yo trabajaba para él», relató.

La barrera del lenguaje es otro problema. Si bien Keyes y Tamburello hablan español, muchos abogados de inmigración tienen que comunicarse con los menores a través de traductores.

A diferencia de los adultos, no obstante, «los chicos aprenden inglés rápidamente», dijo Keyes. «Son jóvenes y sus cerebros se adaptan».

Rexanah Wyse, quien se graduó también de la Universidad de Baltimore el año pasado, trabajó con servicios legales de inmigración durante una beca de seis meses en el Centro Esperanza de las Catholic Charities de Baltimore.

Tomó casos en los que los menores piden el Status Especial de Inmigrantes Juveniles, que se puede conceder a niños inmigrantes que han sido víctimas de abusos, abandonados y desatención por al menos uno de sus padres.

«Tengo un gran compromiso con la defensa de los derechos y el bienestar de los menores y quería hacer lo mío para ayudar a estos chicos a que puedan superar el trauma que sufrieron en sus países y salir adelante aquí», expresó.

En su nuevo estudio Tamburello tomará casos de inmigrantes de todas las edades, pero, al igual que Wyse, dijo que se dedicará especialmente a ayudar a los niños migrantes.

«Si pudiera ocuparme de casos de juveniles todo el día, lo haría», manifestó.

Artículo anteriorPocos niños migran de Nicaragua a Estados Unidos
Artículo siguienteVIH, una amenaza silenciosa en Brasil