El jefe policial de Chicago, Larry Snelling, responde a una pregunta durante una entrevista con The Associated Press. Foto La Hora / AP

El nuevo jefe de la policía de Chicago dijo que el hecho de que la ciudad utilice cuarteles policiales como albergues temporales para la creciente población de solicitantes de asilo ha sido una “carga” para el segundo departamento de policía más grande de Estados Unidos.

El superintendente policial Larry Snelling le dijo a The Associated Press en una entrevista el martes que una de sus principales preocupaciones es el costo que la medida de la ciudad ha tenido en el bienestar de los agentes, ya que se está desarrollando en su lugar de trabajo.

“Fuimos los primeros en abrir nuestras puertas a los migrantes y siguen viniendo. Y no los hemos rechazado”, señaló Snelling. “Pero lo que necesitamos es que otras personas den un paso al frente ante estas situaciones porque la carga de albergar a la gente ha recaído sobre el departamento de policía”.

 

En la actualidad, más de 3.000 recién llegados pasan la noche en los cuarteles de policía, y cientos más en aeropuertos. Algunos de ellos se quedan unos cuantos días —otros durante meses— mientras aguardan a ser colocados en refugios de estadía más prolongada en diversas partes de la ciudad, como hoteles pequeños, una casa de campo en un parque y espacio comercial desocupado.

Más de 18.500 migrantes han llegado a Chicago desde que el gobernador de Texas, Greg Abbott, comenzó a enviar autobuses el año pasado a las llamadas ciudades santuario, o a lugares que son gobernados en su mayoría por demócratas que limitan su cooperación con las autoridades federales de inmigración.

Algunos de los recién llegados se quedan en los vestíbulos de los cuarteles de policía, muchos de los cuales duermen uno al lado del otro sobre cartones y comparten baños. Otros se congregan fuera de los cuarteles, pernoctando sobre colchones o en tiendas de campaña sobre las aceras y lotes adyacentes. Equipos de voluntarios les proporcionan alimento, ropa, artículos de aseo personal y atención médica.

Snelling no dijo si estaba en desacuerdo con la medida, la cual se implementó durante el gobierno de la exalcaldesa Lori Lightfoot. Aseguró que mantendrá el programa en conjunto con el nuevo alcalde, Brandon Johnson, durante el tiempo que sea necesario.

Indicó que existe la posibilidad de que las personas se sientan desalentadas de presentar reportes ante la policía por no querer pasar entre la multitud. Pero le preocupa más que los agentes se vean obligados a presenciar situaciones difíciles en su lugar de trabajo, como ver en el suelo a mujeres embarazadas o que están amamantando.

“Luego estos agentes tienen que salir y prestar servicio al público”, señaló. “Esto podría tener un efecto negativo sobre nuestros agentes”.

Johnson, quien asumió el puesto en mayo, ha propuesto utilizar carpas adaptadas para el invierno y dejar de emplear cuarteles de policía y aeropuertos como albergues temporales. Pero estas ideas también han encontrado oposición.

Varios miembros del concejo municipal han alegado que los 150 millones de dólares asignados en la propuesta presupuestal de Johnson están lejos de ser suficientes para atender el problema. A grupos de servicio social, incluidos voluntarios que entregan comidas y suministros, les preocupa cómo es que las carpas puedan soportar los crudos inviernos de Chicago.

Esta semana, integrantes del gobierno de Johnson partieron rumbo a ciudades fronterizas con el fin de establecer “mejores líneas de comunicación” con funcionarios de Texas y discutir “las condiciones extremas de clima y vivienda” para los solicitantes de asilo en Chicago.

Algunos cuarteles policiales han enfrentado críticas por la manera en que lidian con los recién llegados, muchos de los cuales han experimentado traumas y pobreza extrema. Muchos migrantes son oriundos de Venezuela, donde una crisis política, social y económica en la última década ha provocado que millones de personas caigan en la pobreza. Más de 7 millones de personas han abandonado el país, con frecuencia arriesgándose a través de una peligrosa ruta hacia Estados Unidos.

En julio, las autoridades abrieron una investigación en torno una acusación de conducta sexual indebida que involucraba a una migrante adolescente y a un agente. La investigación se cerró luego de que no fue posible hallar a una víctima ni a testigos que corroboraran lo sucedido.

Un grupo de médicos voluntarios indicó que a los doctores no se les permitía examinar a pacientes en el vestíbulo, ante lo cual se veían obligados a revisarlos al aire libre. Algunos migrantes se han quejado de que sus pertenencias han sido arrojadas a la calle o de que han recibido trato hosco de parte de los agentes.

 

Snelling dijo que dichas pertenencias fueron descartadas por motivos de higiene, e hizo notar que los cuarteles se tienen que limpiar a fondo de manera regular debido al hecho de que hay personas viviendo en ellos en espacios reducidos, en especial después de que alguien enferma. Ha habido brotes de gripe y otras enfermedades que se propagan con rapidez allí. Dijo que en un caso se detectaron chinches.

El jefe policial mencionó que los agentes han sido generosos, comprando libros, juguetes, alimentos y abrigos de invierno para los migrantes.

“Me preocupa el bienestar de los agentes que ven estas condiciones a diario, porque son seres humanos que se interesan por el bienestar ajeno”, indicó, y agregó que a los recién llegados “se les debe tratar con el mismo respeto con el que esperamos que se trate a nuestros propios familiares, y nuestros agentes están haciendo eso”.

Artículo anteriorMisión de Mediación de la OEA señala radicalización del Estado, tras acción de la CC
Artículo siguienteTras ser expulsado de La Antigua Guatemala, Miguel Martínez presenta denuncia en MP