En la imagen de Luis Almagro, Secretario General de la OEA, durante su visita con Giammattei y Consuelo Porras.
En la imagen de Luis Almagro, Secretario General de la OEA, durante su visita con Giammattei y Consuelo Porras. Diseño La Hora

Antes de que existieran juego electrónicos en la niñez había un juego casero que se llamaba Tin Marín de do Pingüé en el cual, para lavarse las manos de cualquier culpa, se decía la frase utilizada para titular este editorial y que viene a cuento ahora con la llegada de Luis Almagro, Secretario General de la OEA para verificar la situación electoral. Todas las autoridades con que se ha reunido se presentaron como niños de Primera Comunión. Aprovechando el pegajoso y lambiscón lenguaje diplomático que tienen que observar todas las partes, se lavaron las manos para evadir cualquier responsabilidad en el esfuerzo, más que obvio, por irrespetar la voluntad popular.

Nadie se hace cargo de nada y menos del plan que han puesto en marcha para impedir que entre los ciudadanos que no votaron, los que lo hicieron nulo y los que votaron por el candidato antisistema, se produzca un cambio importante en la vida del país que deje sin negocio y oportunidades de millonarios ingresos a los encargados de prostituir todo en el país, incluyendo el sistema de justicia.

Todos garantizan que respetarán los resultados y aseguran que habrá segunda vuelta, renovando cada quien su “profundo compromiso con la democracia y la voluntad popular”. Desde la Presidencia hasta el Ministerio Público el mensaje es, casualmente, el mismo. Notable la intención de hacerle ver a un Almagro, tan acostumbrado al alambicado lenguaje propio de la diplomacia, que aquí no está pasando nada afuera de lo normal.

Por supuesto que hasta Almagro debe estarse preguntando cómo es que un presidente con tan alto nivel de rechazo como muestran las encuestas, incluida la última, pudo obtener para su partido tantos votos como para asegurarse tener la bancada más grande en el Congreso para el próximo año y, si es lo suficientemente suspicaz, se dará cuenta que el mismo mecanismo que funcionó el 25 de junio para llevar tantos votos a favor de Vamos ha de estar en marcha para, si hay elecciones, apuntalar a la UNE que pasó de socialdemócrata a pilar del sistema cuyo rostro más visible es este impopular presidente.

Almagro también ha escuchado al Tribunal Supremo Electoral que ha dicho que siente pasos de animal grande y a sectores de la sociedad civil que han cuestionado el proceder de un Ministerio Público “autónomo” que no tiene nada que ver con el oficialismo. Ese que, para ganar más espacios, hasta agendó una reunión del Congreso con Almagro, presidida por Manuel Conde.

Y, repetimos, todos jugaron Tin Marín, rematándolo con la frase Yo no fui, fue Teté…

 

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