Los Juegos Paralímpicos de París alzaron el telón tras una ceremonia de inauguración cargada de simbolismo, en la que bajo el lema de la ‘discordia a la Concordia’, la llama del mayor movimiento deportivo de personas con discapacidad iluminó el cielo de la capital francesa mandando un mensaje sobre la importancia de la inclusión.
Por primera vez en la historia de los Juegos Paralímpicos, la ceremonia de inauguración salió fuera de un estadio para celebrarse en un marco excepcional, en la explanada de los Jardines de las Tullerias, en la plaza de la Concordia.
Alexander Ekman, elegido por el director artístico de París 2024, Thomas Jolly, para coreografiar la ceremonia, quiso mandar al mundo un mensaje poético y sensible, el de la exposición de «una paradoja entre una sociedad que pretende ser inclusiva pero que también, en ocasiones, sigue llena de prejuicios hacia las personas con discapacidad».
La coreografía, tras el vuelo de los Alphajet del ejercito por el cielo dibujando los colores de la bandera francesa, mostró la historia de dos grupos que pasan de la ‘discordia a la Concordia’, utilizando la creatividad como medio para salvar la distancia que los separa, manteniendo siempre una delgada línea entre la danza, el arte y el deporte.
Unas 50.000 espectadores vibraron en las gradas de la Plaza de la Concordia, escenario elegido a propósito del componente histórico que tiene. Originalmente llamada Plaza de Luis XV, fue rebautizada como Plaza de la Revolución, marcando el momento en que fue escenario de los acontecimientos más simbólicos de la Revolución Francesa, especialmente la ejecución del rey Luis XVI. Más tarde, simbolizó el paso de la discordia revolucionaria a la búsqueda de la concordia nacional con el obelisco que la preside, una de las conquistas coloniales de Napoleón.
Una de las primeras secuencias de la ceremonia inaugural fue un cortometraje con el protagonismo de Théo Curin, nadador francés que participó en los Juegos Paralímpicos de Río 2016 y es miembro de la Comisión de Atletas de París 2024. Al volante de un taxi entró a la plaza rodeando el escenario.
La música tuvo un protagonismo especial durante la ceremonia con Chilly Gonzalez tocando el piano, con la artista francesa Christine and the Queens interpretando una nueva versión de la canción de Édith Piaf ‘Non, je ne regrette rien’ y con el DJ francés Myd amenizando el desfile de los 167 países más el del equipo de refugiados.
Esas 168 delegaciones, récord histórico de participación, suponen mejorar el récord anterior de 164 en los Juegos Paralímpicos de Londres 2012 y de Tokio 2020, con tres países (Eritrea, Kiribati y Kosovo) debutando en una cita.
Hora y media tardaron en desfilar todas las delegaciones nacionales, que pasaron por los Campos Elíseos, abarrotados de gente antes de llegar a la plaza de la Concordia y recibir el cariño de los asistentes, diseminados por siete gradas supletorias.
El delirio llegó con la entrada a la plaza de la delegación francesa, que vino acompañada de tres canciones que pertenecen al imaginario colectivo galo como ‘Que je t’aime’, de Johnny Hallyday, ‘Les Champs-Élysées’, de Joe Dassin, y ‘Emmenez moi’, de Charles Aznavour, que entonaron la gran mayoría de asistentes.
Otro de los grandes momentos de la ceremonia llegó con la proyección de un vídeo que recorrió la historia del movimiento paralímpico desde 1948 y los primeros acontecimientos deportivos organizados en un hospital de Stoke Mandeville (Inglaterra) a cargo del médico judío Ludwig Guttman.
Ese vídeo antecedió al izado de la bandera francesa con la ‘Marsellesa’ sonando por las altavoces adaptada por el compositor Víctor le Masne e interpretada por el Ensemble Matheus.
Los discursos tuvieron un tono reivindicativo, sobre todo el del presidente del Comité Paralímpico Internacional, el brasileño Andrew Parsons, que se mostró esperanzado en que «en uno de los momentos más críticos de la historia reciente por los conflictos globales» los Juegos sirvan para provocar «una revolución de inclusión e igualdad basada en los principios de libertad, igualdad y fraternidad».
«225 años después de que la Plaza de la Concordia fuera el centro de la Revolución Francesa, espero que los Juegos Paralímpicos de París provoquen una revolución de inclusión en Francia y en todo el mundo. Esta noche, los valores que definen la sociedad francesa tienen más significado que nunca», comentó.
Por su parte, Tony Estanguet, presidente del Comité Organizador de París 2024, declaró que «hay pocos eventos como este que puedan hacer un mundo mejor», y aseguró que «la revolución paralímpica, suave, sirve para transformar» a la sociedad.
«Los Juegos Paralímpicos tienen un poder incomparable, no solo para emocionarnos, sino también para transformarnos. Gracias por darnos esta oportunidad única de revolucionar la manera en que vemos el mundo», confesó.
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Las palabras de los dirigentes fueron enfilando el tramo final de la ceremonia, en la que de nuevo la música fue protagonista con varias piezas instrumentales justo antes del momento que todo el mundo esperaba.
La bandera paralímpica la subió al escenario el astronauta británico de la Agencia Espacial Europea John McFall, paralímpico en Pekín 2008 y medallista de plata en atletismo, en los 100 lisos, en aquella edición. Actualmente se prepara para ser el primer hombre con discapacidad que viaje al espacio.
Al ritmo del famoso bolero de Maurice Ravel, la antorcha llegó al Jardín de las Tullerias y los últimos relevistas, entre ellos el nadador francés Florent Manaudou, el tenista en silla Michaël Jeremiasz, la remera estadounidense Oksana Masters y el atleta alemán Markus Rehm, fueron acercando la llama al pebetero.
Los encargados de encenderlo fueron los abanderados franceses Alexis Hanquinquant y Nantenin Keïta junto con otros tres deportistas galos, Charles-Antoine Kouakou, Elodie Lorandi y Fabien Lamirault.
El pebetero encendido mostró una imagen para la historia, la de la llama luciendo con un telón de fondo formado por la Torre Eiffel iluminada en una noche clara, sin nubes.
Los fuegos artificiales pusieron el colofón a la gran fiesta del movimiento paralímpico, que despidió la velada con la canción ‘Je t’aime moi non plus’, la famosa canción compuesta por Serge Gainsbourg en 1969 y que interpretó con Jane Birkin pasando a la posteridad. EFE