Víctor Ferrigno F.

Jurista, analista político y periodista de opinión desde 1978, en Guatemala, El Salvador y México. Experiencia académica en las universidades Rafael Landívar y San Carlos de Guatemala; Universidad de El Salvador; Universidad Nacional Autónoma de México; Pontificia Universidad Católica del Perú; y Universidad de Utrecht, Países Bajos. Ensayista, traductor y editor. Especialista en Etno-desarrollo, Derecho Indígena y Litigio Estratégico. Experiencia laboral como funcionario de la ONU, consultor de organismos internacionales y nacionales, asesor de Pueblos Indígenas y organizaciones sociales, carpintero y agro-ecólogo. Apasionado por la vida, sobreviviente del conflicto armado, luchador por una Guatemala plurinacional, con justicia, democracia y equidad.

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Como hemos planteado desde el inicio de la confrontación, en Ucrania se está gestando una guerra de quinta generación; se trata de una guerra que se enfoca particularmente en la lucha en el escenario cognitivo de las masas. De esta manera, las redes sociales, el internet y el ciberespacio han generado un nuevo escenario de combate, en el que no necesariamente interesa ganar o perder, sino demoler la fuerza intelectual del enemigo, obligándolo a buscar un compromiso, valiéndose de cualquier medio, incluso sin uso de las armas.

Se trata de una manipulación directa del ser humano a través de su parte neurológica. Teléfonos celulares, computadores, televisores y radios están inundados de bulos, fake-news, o medias verdades, para preparar el ánimo de la humanidad ante una conflagración de gran escala, con combates reales y miles de muertos.

Desde la Segunda Guerra Mundial, hace 79 años, Estados Unidos ha promovido o participado en 139 conflictos armados, donde no han salido muy bien librados. Ahora promueve una guerra en el corazón de Europa, con tres propósitos: primero, limitar el desarrollo militar y económico de Rusia; en segundo lugar, minar la alianza chino-rusa, y en tercer término, usar la conflagración para mejorar la imagen y el dominio de Joe Biden, y revitalizar el alicaído complejo militar industrial, nodo de la economía de EE. UU.

Desde el punto de vista geoestratégico el trasfondo es tan sencillo como difícil: la OTAN ha ignorado los convenios que limitaban su expansión hacia Rusia, y si Ucrania se integra a la alianza militar, los misiles de la OTAN estarán a siete minutos del Kremlin. Ante esta realidad, Rusia se defenderá, y el riesgo es una tercera guerra mundial, que occidente no tiene visos de ganar; será toda la humanidad quien sufra por una guerra sin sentido.

El diferendo territorial de Ucrania con Moscú es de viejo cuño; la primera adhesión de Crimea a la Rusia zarista (1783) es más antigua que la fundación de los EE. UU. El espacio de esta columna es muy limitado para explicar un conflicto de casi tres siglos, pero las empresas mediáticas han logrado su propósito, poniendo en el imaginario colectivo a los rusos como los malos, y a la alianza OTAN-EE. UU. como los buenos.

En el anterior contexto, Occidente había logrado imponer un cerco mediático a la Federación Rusa, ya que controla la inmensa mayoría de los medios de comunicación masiva. Sin embargo, Vladimir Putin logró romper el aislamiento mediático gracias a la entrevista que le realizó Tucker Carlson, el ex presentador de Fox News, quien emitió el encuentro de poco más de dos horas, el pasado 9 de febrero, en su canal de Internet, el cual ya lleva más de 200 millones de vistas, convirtiéndose en un fenómeno periodístico sin precedentes; muchos ya le denominan la entrevista del siglo.

Carlson es un periodista muy reputado en EE. UU., cercano a Donald Trump, y el magnate Elon Musk permitió la transmisión de la entrevista completa en su plataforma X, lo cual hace suponer que ambos personajes colaboraron para concretar el evento. Cabe recordar que Trump considera que la mayor amenaza para su país es la República Popular China, por lo que su interés es torpedear la alianza entre Rusia y China.

Durante la entrevista se abordaron tres ejes temáticos fundamentales: el conflicto en Ucrania, las relaciones entre EE. UU. y Rusia, y la visión de Rusia acerca del nuevo orden multilateral en gestación. Carlson pretendió guiar esta temática de forma calculada, dirigida a su audiencia estadounidense, pero durante la entrevista se impuso la experiencia de Putin, quien aprovechó el diálogo para presentar a Occidente su visión geopolítica y su propuesta para buscar una solución negociada a la guerra.

El presidente ruso insistió varias veces en la idea de la solución negociada, alternativa que no quiere la otra parte, o quizás sus aliados, dijo. «El final de la guerra llegará cuando dejen de enviar armas». Esto es presentado por Putin como una propuesta de posible negociación, pese a que en los medios occidentales lo han planteado como una amenaza.

Hay que tener claro que las armas enviadas por EE. UU. a Ucrania deberán ser pagadas por el país europeo y, hasta ahora, el costo supera los 120 mil millones de dólares.

Casi simultáneamente a la entrevista, el ejército de la Federación Rusa derrotó a las fuerzas militares ucranianas en Avdivka, el bastión fortificado ucraniano sobre el cual gravitaba la defensa de las fuerzas de Kiev, que se retiran desordenadamente, quejándose por la falta de munición y dirección estratégica. En ese contexto, Rusia encadena avances importantes en su ruta hacia occidente, con una superioridad notoria en efectivos, blindados y fuerza aérea, que ha sido determinante para desmantelar la resistencia ucraniana.

Expertos militares de EE. UU. y Europa coinciden que ya es imposible que Ucrania gane la guerra, a lo cual se suma el escenario electoral de las presidenciales en Rusia, en marzo, y las de EE. UU. en noviembre.

En el anterior contexto son previsibles dos escenarios: el involucramiento de la OTAN en el conflicto, de manera directa, o alcanzar una solución negociada, y evitar una posible e indeseable conflagración atómica.

Asistimos a la desintegración del orden internacional creado al final de la Guerra Fría, y averiguaremos a un alto costo cuáles serán las consecuencias en los ámbitos políticos, de seguridad y defensa europeas.

La humanidad ha entrado en una crisis civilizatoria que abarca todos los ámbitos; somos un cuerpo convulso cuyo ombligo está en Ucrania, y no sabemos si de la convulsión saldrá un Frankenstein o un nuevo orden mundial más justo, más equitativo, más libertario y más humano. De nosotros depende.

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