Una hipótesis de trabajo

La información con tendencia a no ser la verdad, siempre tiene una intención y no necesariamente es confundir, sino afianzar algo. Tiene una intensión y eso en el cerebro del que la recibe, produce una acumulación de detalles superfluos, una especie de mentiras subsidiarias no planificadas por el autor de la mentira, que tiene la intención de hacer pensar al receptor del mensaje que el emisor no se detendría en estos pormenores, si no fueran verdad.

El atractivo que afianza un creer dudoso

Poco se sabe sobre el impacto que tiene la información sobre lo que se ha llamado influencia continua que se refiere a la tendencia de que la información que inicialmente se presenta como verdadera, pero luego se revela como falsa, continúe afectando la memoria y el razonamiento. Se dice que las personas construyen modelos mentales de los eventos a medida que se desarrollan. Sin embargo, al hacerlo, son reacios a descartar información clave, como la causa de un evento, a menos que exista una alternativa plausible para reemplazar la información descartada. Un ejemplo de que esto sucede lo hemos vivido con el COVID-19 y sobre su origen y su tratamiento.

 

Por otro lado, la construcción de ese modelo de creencia, se hace acorde a una percepción de realidad que tiene que ver con deseos y satisfactores, esos dominan la analítica y la reflexión o entendimiento. La experiencia previa sobre la calificación de credibilidad que tienen los emisores (funcionarios de gobierno, de la iglesia, mis jefes espirituales, mis maestros, mi médico) pone su granito de arena también al igual que una alternativa plausible disponible a su modo de vivir en parte (el mundo se ha vuelto desconfiado a todo –dicen algunos), si todo eso no se conjuga favorablemente  las personas prefieren un modelo inconsistente, lo que resulta en una dependencia continua de la información desactualizada.

De ti pasa a mí y de mi pasa a otro

La segunda etapa de crecimiento de la divulgación de información falsa se centra en alimentar la falla que en parte con la forma en que nuestro cerebro codifica información similar previa. COVID, tiene y fue un evento de gran familiaridad para nosotros con otros, como las gripes; esas experiencias griposas podríamos decir, han quedado grabadas y cualquier información nueva incluyendo falsa (como la que restaba importancia al COVID) sin darnos cuenta puede aumentar la fuerza de esa información en la memoria del receptor y afianzar la creencia de lo nuevo en un tono más familiar y mostrando un bajo peligro ante lo nuevo.

Finalmente, ya hay alguna evidencia de cómo cae esa información sobre experiencia previa y tiene entonces que ver con lo llamado los efectos de la reactancia (Podemos definir la reactancia como aquel estado psicológico y emocional que surge ante la privación) y con ello trato de evitar procesos emocionales desagradables: Temor, ira, culpa, pánico, ansiedad, agresión, lapsos de llanto, irritabilidad, sensación abrumadora o de pérdida de control, negación, depresión. Por lo que se sabe, a las personas no les gusta que les digan qué pensar y retroceden cuando se les dice que ignoren una información anterior mediante una retractación. Esta explicación se ha probado en gran medida en salas de audiencias donde se les pide a los miembros del jurado que ignoren una prueba después de que se les diga que es inadmisible.

Papel contradictorio de los difusores de desinformación

Los medios de comunicación masiva no dejan de ser contradictorios y ofrecen a la vez desinformación. Por ejemplo, durante varias décadas, han presentado al público la promoción de productos mostrando comprensiones, explicaciones e interpretaciones opuestas a información de sus editoriales y secciones informativas. Personas, instituciones, en sus espacios publicitarios se dirigen a audiencias específicas con fines de comercialización que sin lugar a dudas afecta la síntesis y reflexión y memorias de los receptores sobre aspectos específicos de salud. La publicidad genera sin fin de noticias falsas, no menos dañinas y letales que lo que se lee en las redes, en que la ciencia y la creciente multiplicidad y duplicidad de fuentes de información se altera. Es un proceso diario y por supuesto los seres humanos preferimos y nos dejamos llevar por lo que no altera al cambio, especialmente cuando eso significa sacrificio de deseos y placeres sin entrar a un análisis de realidades y verdades.

 

El cerebro lo hacemos funcionar nosotros como queremos

Los investigadores y psicólogos han notado que los partidarios de determinadas cosas, son selectivos tanto en su elección como en el procesamiento de la información. Es muy diferente como se acepta una explicación de una situación por un niño, adulto y entre estos, el sexo, la educación etc. influye. El procesamiento sesgado del contenido se conoce como «razonamiento motivado«. El razonamiento motivado se ha convertido en un concepto popular en la investigación de información errónea/desinformación, particularmente para temas con una fuerte dosis partidista como lo es el COVID-19 lleno de partidismos políticos, comerciales, incluso religiosos que afectan desde el origen la evolución, el daño y el tratamiento de la enfermedad. Se han propuesto varios mecanismos para explicar el razonamiento motivado, incluido el efecto de la actitud anterior, el sesgo de refutación y el sesgo de confirmación. El efecto de la actitud anterior ocurre cuando “las personas que tienen opiniones fuertes sobre un tema, evalúan los argumentos de apoyo como más fuertes y convincentes que los argumentos opuestos” el productor de información la credibilidad sobre este resulta fundamental. El sesgo de disconformidad argumenta que “las personas gastarán más tiempo y recursos cognitivos denigrando y contra argumentando actitudinalmente incongruentes que con argumentos congruentes” esto es más dable conforme personas o grupos la experiencia diaria y el resultado del proceso histórico, les torna más desconfiados a todo. Un proceso político histórico en que constantemente se produce engaño, torna a las personas desconfiadas a todo lo que emana del gobierno. Las personas están involucradas en el sesgo de confirmación cuando eligen exponerse a «argumentos de confirmación sobre argumentos de desmentida» cuando se les da libertad en su elección de información. De igual forma se sospecha que “es más probable que las personas entiendan bien el mensaje cuando es consistente con experiencias y creencias previas y más probable que lo pierdan cuando no lo es”.

 

En el contexto de la información errónea/desinformación, el razonamiento motivado, puede ayudar a explicar por qué algunas personas pueden resistirse a la nueva información que, por ejemplo, contradice un vínculo que se cree entre las vacunas y daño corporal de estas más que beneficios. (ver nota # 1 de referencias)

En resumen: el comportamiento motivado o que propicia la desinformación en el receptor es múltiple y variado. Los factores relacionados con el comportamiento y el razonamiento motivados se ven reforzado por varios resultados que se obtienen y que se han tipificado como: cámaras de eco («grupos polarizados de personas con ideas afines que siguen enmarcando y reforzando una narrativa compartida»). Burbujas de filtro («donde el contenido en línea está controlado por algoritmos que reflejan las elecciones previas del usuario”). Visiones del mundo (valores de la audiencia y orientación hacia el mundo, incluida su ideología política;) y escepticismo (el grado en que las personas cuestionan o desconfían de la nueva información o fuentes de información). Estos conceptos generalmente ayudan a explicar la resistencia a corregir la información que forma la base de la desinformación. (ver nota # 2 de referencias).

Que queda

Exponer los entes académicos, institucionales como papel de mediador. En este papel de mediador, el trabajo de los sistemas de salud se trasforma en un papel de alfabetización en salud. La alfabetización en salud es entendida como un conjunto de habilidades que tiene una persona para obtener, entender y poner en práctica la información médica. Una persona bien alfabetizada, puede ser más susceptible de cambio, pero la deficiencia en esto de todos los sistemas de salud, es notable y notorio por su enfoque preponderante clínico. Los graves errores cometidos en aceptación de cumplimiento de medidas personales y sociales de control para la pandemia observados, la no aceptación de la vacuna son ejemplos de lo que decimos.

Que queda por hacer

La desinformación es un tema de preocupación pública que no ha sido ni bien abordada por la educación superior. El resultado es una gran cantidad de literatura, pero con lagunas significativas que discurre dentro de lo público y lo académico. Para muchos también ha habido errores de enfoque, la mayoría de estudios se han centrado en pequeños errores periodísticos de medios de información masiva (p. ej., tergiversar la causa de una detención) y han evitado en gran medida temas caracterizados por intentos más deliberados de engañar y persuadir como el actual posicionamiento del MP. Por supuesto, la gran controversia en torno a la información falsa, tiene menos que ver con errores honestos en la escritura y mucho más con intentos deliberados de engañar. No existen aún, métodos eficientes para inocular a las personas contra la información errónea o la desinformación. Tampoco se han trabajado con la profundidad necesaria, las diferencias a nivel individual y grupal que exacerban o atenúan la aceptación e impacto de la desinformación

Finalmente, otro vacío tiene que ver con una mejor comprensión de los mecanismos mentales que explican la persistencia de la información errónea/desinformativa en nuestras mentes y en el medio, que no facilita la forma de combatir el problema en función de la forma en que trabaja la desinformación. Por supuesto, la información errónea/desinformación también puede influir en las élites políticas, los medios de comunicación y las organizaciones financieras. De hecho, podría decirse que es más impactante cuando se llega a estas audiencias, ya que representan vías potencialmente poderosas hacia la influencia política y social. Desafortunadamente, hay una relativa escasez de trabajo en este espacio, al menos en comparación con los estudios centrados en las percepciones individuales. El trabajo adicional centrado en la naturaleza y la composición de las redes involucradas en la difusión de contenido falso, es un camino que está demandando futuras investigaciones.

Paso necesario también para mejorar nuestra comprensión de los impactos de la información errónea/desinformación y combatir sus efectos negativos, es definir de manera clara y adecuada lo que queremos decir con términos clave de desinformación, información falsa, etc. y cómo deberíamos medirlos en los estudios empíricos del tema.

Referencias

Nota 1:

1.C. S. Taber, M. Lodge, Motivated skepticism in the evaluation of political beliefs. Am. J. Pol. Sci. 50, 755–769 (2006).

2.G. C. Jacobson, Perception, memory, and partisan polarization on the Iraq war. Polit. Sci. Q. 125, 31–56 (2010).

3.B. Nyhan, J. Reifler, S. Richey, G. L. Freed, Effective messages in vaccine promotion: A randomized trial. Pediatrics 133, e835–e842 (2014).

 

Nota 2:

1.L. Schmidt, F. Zollo, A. Scala, C. Betsch, W. Quattrociocchi, Polarization of the vaccination debate on Facebook. Vaccine 36, 3606–3612 (2018).

2.S. M. Jang et al., A computational approach for examining the roots and spreading patterns of fake news: Evolution tree analysis. Comput. Human Behav. 84, 103–113 (2018).

3.S. Lewandowsky, U. K. Ecker, C. M. Seifert, N. Schwarz, J. Cook, Misinformation and its correction: Continued influence and successful debiasing. Psychol. Sci. Public Interest 13, 106–131 (2012).

Alfonso Mata
Médico y cirujano, con estudios de maestría en salud publica en Harvard University y de Nutrición y metabolismo en Instituto Nacional de la Nutrición “Salvador Zubirán” México. Docente en universidad: Mesoamericana, Rafael Landívar y profesor invitado en México y Costa Rica. Asesoría en Salud y Nutrición en: Guatemala, México, El Salvador, Nicaragua, Honduras, Costa Rica. Investigador asociado en INCAP, Instituto Nacional de la Nutrición Salvador Zubiran y CONRED. Autor de varios artículos y publicaciones relacionadas con el tema de salud y nutrición.
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