Por Redacción La Hora
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Yolanda es una migrante guatemalteca que viajó a Estados Unidos en 1975, aunque es originaria del departamento de Jutiapa, creció en la Ciudad Capital y en una entrevista para La Hora Voz del Migrante, la guatemalteca relató cómo ha logrado emprender y salir adelante en ese país.

La entrevistada dijo que su familia era numerosa y sus padres eran muy pobres para mantenerla a ella y a sus nueve hermanos. Su deseo era viajar a Estados Unidos para ayudar a sus padres, pero no quería viajar ilegalmente.

“Yo era enfermera en Escuintla y mi hermano me habló sobre la posibilidad de viajar de forma legal a Estados Unidos para trabajar cuidando a un niño, hice la negociación y viajé con visa a los 21 años; sin embargo, las condiciones de trabajo no eran como esperaba. Ganaba 200 dólares y enviaba 180 a Guatemala para mis padres. No me fue tan bien, las personas que me contrataron eran demasiado racistas y no aguanté el trato que me daban”.

Cuando Yolanda logró congregarse en una iglesia en Washington D. C. conoció a una mujer boliviana que la ayudó y así empezó a trabajar limpiando casas. La connacional manifestó que aunque se sentía frustrada, pues era enfermera de profesión, decidió estudiar inglés y continuar con el trabajo de cuidar niños hasta que 5 años después obtuvo su residencia.

Doña Yolanda, como cariñosamente le dicen, acotó que una vez establecida formó una familia y por muchos años se dedicó a cuidar de sus dos hijos, quienes fueron formados académicamente en casa. Hasta que en 2008, su familia sufrió una crisis económica; se encontró con una dura realidad y tuvo que empezar nuevamente de cero.

DE AMA DE CASA A EMPRESARIA
Durante los años que fue ama de casa, como parte de su deseo de progresar en Estados Unidos, Yolanda se preparó como “chef” y ante la crisis que vivía en casa, vio como posibilidad adquirir un negocio de comida a través de distintos créditos. Es así como en 2008, la connacional inaugura un restaurante.

La necesidad de trabajar la obligó a cambiar de estilo de vida, debía hacerse responsable del negocio y de sus hijos de 14 y 17 años. “Sentía que me iba a morir con todo lo que ocurría, debía cuidar a mis hijos y tenía muchas deudas, hasta pensé en pagar un seguro, ya que si me pasaba algo, ellos quedarían cubiertos”.

“Todo estaba mal, sin embargo, soy una persona que siempre quiere más, busco cosas nuevas, innovadoras y así fue como a través de una de las trabajadoras del restaurante, logré contactar a un empresario de origen judío, a quien logré acercarme por tener las mismas raíces, ya que mi madre es judía y le hice mi propuesta”, añadió.

El empresario era el dueño de un centro comercial en Langley Park, Maryland, lugar en donde se ubicaban varios negocios con enfoque chapín y era frecuentado por connacionales. “Le propuse que me diera un espacio para vender granizadas, le expliqué qué eran porque no las conocía, él accedió y a pesar de la situación económica que atravesaba, logré comprar dos máquinas para prepararlas”, destacó.

El empresario dio la oportunidad para que Yolanda participara en un evento, en donde promovería el negocio de las granizadas. “Recuerdo que la actividad fue día domingo, preparé todo, puesto que soy chef, fue muy cansado, trabajé durante 12 horas y afortunadamente me fue muy bien”.

Yolanda describió que la experiencia fue difícil, pues antes ella tenía otra posición económica y empezar de cero y ser criticada por quienes la conocían le trajo sentimientos de tristeza. Sin embargo, ella sabía que había llegado para quedarse.

La connacional explicó que el restaurante finalmente quebró y con lo que obtuvo de la venta logró solventar algunas deudas. Su mirada ahora estaba dirigida en el Mall La Unión, pero debía más de 100 mil dólares, la situación en casa era complicada y las puertas se estaban cerrando.

Una comerciante que tenía un local en el referido centro comercial, en donde Yolanda vendía sus granizadas, le comentó que vendería el espacio. A ella le interesó pero no contaba con el dinero para adquirirlo. Agotó opciones con su familia y amigos, pero nadie quería prestarle dinero.

Con esfuerzo logró saldar la deuda que tenía el antiguo dueño del lugar, pero no contaba con dinero para pagar por el espacio ni para comprar mercadería.

Yolanda había dejado una vida acomodada para poder salir adelante, sin embargo conservaba un vehículo considerado como “de lujo”.

La entrevistada recordó que preparaba atol de elote, lo colocaba en su vehículo y salía a vender a las tiendas latinas la bebida típica de Guatemala.

También relató que conoció a un guatemalteco que además de comprarle atol, le dio una nueva esperanza. Conmovido con la historia de Yolanda le dio dinero para que ella pudiese trabajar y salir adelante, “él se conmovió con mi historia y me dio la mano, puedo decir que todavía somos grandes amigos”.

Con la ayuda del migrante guatemalteco, Yolanda adquirió un televisor, en el que proyectó videos musicales y películas guatemaltecas en el nuevo negocio, acción que fue muy aceptada por los chapines que vivían en Estados Unidos. Esta estrategia le dio a la entrevistada la posibilidad de emprender un nuevo negocio, que luego abrió la oportunidad de iniciarse en la venta de dispositivos móviles; la vida de la guatemalteca empezó a cambiar nuevamente.

Yolanda explicó que por la situación económica de su familia cuando vivió en Guatemala, nunca conoció Quetzaltenango. Sin embargo, había decidido ponerle a su tienda “XELAJÚ”, por la cantidad de chapines originarios de Xela que han migrado hacia Estados Unidos. Relató que tiempo después pudo conocer finalmente Quetzaltenango y quedó maravillada con el lugar.

ES POSIBLE SALIR DE LA CRISIS
El trabajo duro y los desafíos que enfrentó, le dieron a Yolanda 10 años después, la oportunidad de prosperar y recuperar la posición económica que tuvo antes de haber pasado por la crisis. Además dijo que actualmente ha logrado recuperar la prosperidad y la tranquilidad para ella y su familia.

De acuerdo a Yolanda, el poco acceso a la educación provoca que los guatemaltecos que viajan a Estados Unidos encuentren desafíos como el idioma. “Viene mucha gente acá que apenas ha aprendido a leer y a escribir, pero es vital que aprendan inglés”.

Según Yolanda, aunque el país es bien visto a nivel internacional, la corrupción y la inseguridad le siguen robando las oportunidades de progresar a los guatemaltecos.

Finalmente, la emprendedora resaltó la importancia de establecer metas, ahorrar y trabajar duro para lograrlas. “En este país, solo Dios nos ayuda, cuando yo llegué le pedí ayuda a Dios, porque sabía que sin él no iba a poder”.

¿CONOCE LAS IDEAS DE EMPRENDIMIENTO DE LA GUATEMALTECA?
La guatemalteca, en su esfuerzo por salir adelante ha logrado emprender y sostener tres negocios que son conocidos entre la comunidad; el primero como Torti N YA, Xelajú y Guate Conections, ubicados en el área metropolitana de Washington D. C., concretamente en el Mall La Unión, en Langley Park, Maryland.

COMPROMETIDA
Quienes conocen a doña Yolanda la describen como alguien solidaria y comprometida con la comunidad. Su esfuerzo le permite a los guatemaltecos y centroamericanos, encontrar productos nostálgicos, pero a la vez comida que los hace no olvidar sus raíces.

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