MADRID
Agencia DPA / (Europa Press) –

Un diagnóstico de cáncer puede resultar devastador para aquel que lo recibe.

El cáncer es un proceso de crecimiento y diseminación incontrolados de células, que puede aparecer prácticamente en cualquier lugar del cuerpo, según la Organización Mundial de la Salud, que añade que el tumor suele invadir el tejido circundante y puede provocar metástasis en puntos distantes del organismo.

Es una de las principales causas de muerte en todo el mundo. El último estudio de la Sociedad Española de Oncología Médica estima que en el año 2019 habrá un total de 77 mil 234 diagnósticos de cáncer nuevos en España, y que el aumento de los nuevos casos será el doble en las mujeres que en los hombres debido a la extensión del tabaquismo en el sexo femenino. Esto supone un incremento del 12 por ciento de nuevos casos en los últimos cuatro años.

No anticiparse a los hechos, aceptar las emociones negativas y compartirlo con el entorno más cercano son algunos de los consejos que de la profesora de Psicología y Ciencias de la Educación de la Universitat Oberta de Catalunya, Tania Estapé.

1. No anticiparse a los hechos. Ansiedad, nervios, sudores, temblores, palpitaciones y problemas digestivos son las principales reacciones que las personas pueden experimentar durante la espera de los resultados de una prueba.

«El paciente se encuentra ante un motivo real por el que temer, y es inevitable que prevea qué ocurriría ante la confirmación de unos resultados compatibles con una enfermedad cancerosa», ha indicado Estapé. Ante esta situación es importante intentar relajarse y tratar de no anticiparse a futuros escenarios, ha aconsejado.

2. Aceptar las emociones negativas. Las emociones más frecuentes después del diagnóstico son el miedo, la ansiedad y la rabia, acompañadas de reacciones como la incredulidad.

«Hay una sensación de que la vida se descontrola, porque de golpe se pasa a tener un circuito vital diferente de lo que hasta entonces se había vivido», ha subrayado la experta.

Hay que aceptar las emociones desagradables o negativas que puede generar el diagnóstico o la anticipación de un tratamiento complicado, puesto que son coherentes con una situación dura o difícil. Pero también es importante aprender a posponer decisiones importantes, porque un paciente emocionalmente comprometido puede tomar algunas decisiones de las que luego podría arrepentirse, según la experta.

3. Compartirlo con el entorno más cercano. Puede haber pacientes que al principio no se vean capaces de hablar de ello, porque se encuentran en su propio proceso de adaptación, pero que quizás más adelante querrán compartirlo con el entorno más cercano.

Estapé ha indicado que en muchos casos depende de la edad del paciente, el ciclo vital personal y familiar, el tipo de cáncer, el pronóstico y las relaciones sociales y familiares.

«Cada paciente es un mundo y cada cual debe hacer lo que le haga sentir mejor, dado que hay personalidades más extrovertidas y otras más introvertidas», ha apuntado la profesora. Sin embargo, se ha demostrado que las personas que perciben que tienen un buen apoyo familiar y social se adaptan mucho mejor a la enfermedad.

4. Cómo explicarlo a los niños. Una de las principales preocupaciones hoy en día es cómo afrontar la enfermedad cuando hay niños o niñas en casa.

Estapé considera que «el paciente no debe sentirse obligado o no a informar de la enfermedad a sus hijos, ni debe tener prisa para hacerlo», y que «es bueno dejar fluir las cosas y esperar a que llegue el momento adecuado».

El mejor momento puede ser cuando son ellos mismos los que preguntan algo, ya que «los más pequeños notan cualquier cambio en la rutina y pueden cuestionarse por qué la madre no los acompaña al colegio». En cualquier caso, es recomendable ponerse en contacto con los maestros.

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