Por Margarita Girón
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En agosto del año 2016, Gloria Martínez, madre de cinco hijos y con menos de 50 años, recibió una noticia que no esperaba y le llevaría a reinventarse como mujer. Tras notar una “bolita” en uno de sus senos decidió consultar al médico de su comunidad en Jacaltenango, un municipio de Huehuetenango, ubicado a casi 295 kilómetros de la Ciudad Capital.
En una entrevista para La Hora Mujer, Gloria relató que su médico, al notar que algo no estaba bien, refirió la refirió con un médico de la Ciudad Capital y fue así como las sospechas de padecer algo serio, cada vez eran más grandes.
De acuerdo con Gloria, viajar a la Ciudad Capital implicaba en promedio Q800.00 solo de transporte, además de otros gastos en los que debían incurrir para llegar; sin embargo, era necesario tener certeza de lo que ocurría y así fue como, tras realizarse varios exámenes, fue diagnosticada con cáncer de mama.
“Yo sentí una bolita y me empezó a doler mucho, por eso fue por lo que acudí al médico y él me dijo que fuera a Guatemala para hacerme unos exámenes”, menciona.
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A decir de Gloria, en el municipio cuentan con centro de salud y eso facilitó que pudiera ser atendida, previo a viajar a la Ciudad Capital, aunque es consciente que no todas las mujeres tienen la misma ventaja.
De acuerdo con la entrevistada, ya en la Capital, el doctor Sergio Ralón, la refirió a la Clínica de Enfermedades Mamarias del Hospital General San Juan de Dios, en donde le fue confirmado el diagnóstico de cáncer de mama. “Yo me sentí con mucho miedo, no aceptaba que yo tenía eso, pero después me conformé”, detalló.
Según precisó Gloria, estuvo internada un mes en el hospital esperando su turno para poder ser operada y al momento de llegar esto, fue sometida a una mastectomía. Según detalló, la espera fue difícil ya que no conocía a nadie en la Ciudad y no fue fácil adaptarse, tanto a la noticia, como a estar separada de su familia.
“Estuve internada un mes en el hospital, esperando mi turno, para que me operaran y cuando llegó mi turno, me operaron y me quitaron mi pecho”, relató.
UN TRATAMIENTO QUE REQUIRIÓ DE ESFUERZO
De acuerdo con Gloria, al inicio tuvo que invertir en dos quimioterapias, debido a que el Hospital no tenía existencia y debieron costearlo por su cuenta. Sin embargo, las otras seis quimioterapias fueron proporcionadas en el centro hospitalario.
“Me donaron seis quimioterapias y me tocó comprar dos, la primera costó Q 1mil doscientos y la segunda Q1 mil 900”, dijo.
De acuerdo con Gloria, el tratamiento implicó que cada 21 días tuviese que trasladarse a la Ciudad Capital, en donde su hija mayor era la responsable de acompañarle y estar pendiente de ella. Los gastos, eran cubiertos por parte de sus hijos, quienes a través de su trabajo colaboraban con su salud.
“Con la ayuda de mis hijos pude costear el tratamiento cada vez que yo iba, uno de mis hijos trabaja en mecánica y los otros con trabajitos y a como ellos podían juntaban el dinerito y me lo depositaban. Así poco a poco íbamos saliendo”, puntualizó.
Posterior a ser sometida a las quimioterapias, doña Gloria detalló que sus citas ahora son cada seis meses; sin embargo, por la pandemia, no ha sido posible asistir y le indicaron que de momento no están dando consultas y tendrá que esperar a cuando estas sean reanudadas.
¿CÓMO SALIR ADELANTE?
Se consultó a Gloria cómo había sido el momento en el que después de la operación se vio en el espejo y respondió que ella aceptó esta nueva condición y su mayor deseo era continuar viviendo para ver crecer a sus hijos. Agregó que aprendió a ser positiva y aceptar su nueva realidad. Además, destacó que recibió mucho apoyo de su familia en el proceso.
“Yo acepté, quedar así, yo como le dije al doctor, yo quiero vivir para ver crecer a mis hijos y me conformé. Yo dije, voy a estar al tanto de mis hijos otro tiempecito”, señaló.
A decir de Gloria, el principal mensaje que puede compartir con otras mujeres que pasan por esa experiencia es, que no se asusten y que sean positivas. Añadió que su fe en Dios y su familia fueron determinantes en su recuperación. “No se asusten, luchen, luchemos pues y que sean positivas. Yo salí adelante gracias a mi fe en Dios y a mis hijos, solo ellos y yo luchando juntos”, enfatizó.
UNA MUJER TRABAJADORA
Gloria compartió con La Hora Mujer, que actualmente se dedica a la venta de tamales y se mantiene activa. Según comento, puede elaborar hasta 500 tamales para vender en una semana y así es como sigue generando ingresos para su familia, ya que además de ser sobreviviente, es madre y padre para sus hijos.
“Yo hago mis tamales para vender cada semana. Trabajo los miércoles y los viernes, a veces hago 300 o 500 tamales”, dijo.
SALIR ADELANTE EN FAMILIA
Beatriz, siendo la hija mayor de doña Gloria, vivió de cerca la experiencia con el cáncer que afectó a su mamá. “A nosotros lamentablemente nos dieron la noticia un 2 de agosto de 2016, ese día le confirmaron a mi mamá que ella tenía cáncer de mama”, relató.
Según describió, saber que su mamá está recuperada es una gran alegría porque ella y sus hermanos ya no tienen a su padre, “ella es mamá y papá para nosotros y somos tres mayores de edad y dos menores de edad, uno de ellos de 11 años y sabíamos que teníamos que luchar para que mi mamá se curara y estuviera bien, ya no teníamos papá y no íbamos a permitir perder porque ella es madre y padre para nosotros”, dijo.
Agregó que en la Ciudad Capital no conocían a nadie y fue a través de una amiga que vive en la Ciudad, como llegaron a la clínica de Ralón y posteriormente al San Juan de Dios.
“Allí nosotros empezamos con la lucha, porque para poder ingresar a mi mamá al hospital fue un largo proceso porque nos pedían varios requisitos y costó, pero gracias a Dios a mi mamá le dieron su carné y esperamos allá –en la Capital-, bastante tiempo para ver cuándo la podíamos ingresar”, describió.
Además, mencionó que una vez ingresada tuvieron que esperar varias semanas, antes que pudiera ser atendida. “Yo recuerdo que a ella la operaron y luego seguimos con el proceso de recuperación de la herida y ver en qué momento tenía que recibir la quimioterapia”, dijo.
En octubre de 2016, Gloria fue sometida a la primera quimioterapia, luego de eso, cada 21 días, Beatriz acompañó a su mamá en cada viaje, para que pudiera recibir las quimioterapias y luego volvieron para continuar con parte del tratamiento en el Instituto Nacional de Cancerología (Incan), en donde también tuvo que pasar por el proceso de admisión, para recibir cinco sesiones de radioterapia de las 25 que se requieren.
“Ella terminó con las ocho quimioterapias que le hicieron, venimos solo 20 días a la casa y volvimos a regresar para que pudiera continuar con el tratamiento en el INCAN. Esta experiencia en mi vida me enseñó y aprendí a ser paciente y a ponerme en los zapatos de mi mamá”, detalló.
Agregó que, aunque hubo momentos en donde su mamá quería “tirar la toalla” y no quería seguir, pero siempre estuvo a su lado como hija, para animarla.
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“Nosotros llegamos a la Capital sin conocer a nadie, pasamos por mucho y estábamos de un lado a otros, a veces había buen trato en los hospitales y a veces no, yo aprendí a lidiar con todo eso y aprendí a fomentar en mi mamá la paciencia y la perseverancia, porque cuando uno tiene una meta tiene que luchar por ella y la meta era que ella se curara”, añadió.
De acuerdo con Beatriz, su mamá ha continuado bajo control médico y aunque ha sido un largo proceso, ha valido la pena, “mi mamá está como si nada hubiese pasado, en ocasiones conversamos y pensamos que fue un sueño y ya pasó”, acotó.
Las tasas de supervivencia del cáncer de mama han aumentado y esto se puede atribuir a la detección temprana y porque el conocimiento sobre esta enfermedad es mayor gracias al impacto que tienen las campañas que se han realizado a nivel mundial.
*Mañana no se pierda la entrevista con el doctor Sergio Ralón, cirujano oncólogo, para saber más del proceso de una paciente que es diagnosticada con cáncer de mama y cómo puede ser atendida en Guatemala.