Por Fernando Duclos
Chapecó (Brasil),
Agencia dpa

Chapecoense venció 1-0 a Bahía ayer, por la fecha 37 del torneo nacional de fútbol de Brasil, y así rubricó su clasificación a la Copa Sudamericana 2018. El logro, si bien fue festejado en Chapecó, no empaña la tristeza que se siente en la ciudad al cumplirse un año del accidente aéreo de 2016.

El gol de Wellington Paulista, en la ciudad de Salvador, le otorgó al «Chape» el pase a la Sudamericana de la próxima temporada, cuarta consecutiva para el conjunto del Sur de Brasil. En los bares de la ciudad, la victoria fue festejada con moderación, ya que la mayoría de la gente está pendiente de lo que sucederá en la medianoche del martes, cuando se realice la vigilia por los fallecidos en el vuelo del 28 de noviembre del año pasado.

«Este equipo fue completamente armado desde cero», explica a dpa Arthur, hincha de Chapecoense luego de la victoria. «Por eso, lo que logró es muy meritorio, dadas las circunstancias».

Y agrega: «Para la ciudad, esta semana es muy triste, muy tensa. Llena de recuerdos feos. Por eso, poder sonreír un poco y saber que mientras recordamos a los fallecidos, también celebraremos un poquito el éxito del club, es muy importante».

«La mayoría de los jugadores actuales son honestos, son trabajadores, dieron la cara en un momento difícil. Pero están a préstamo: no son Chapecoense. El anterior plantel, desde el utilero hasta la dirigencia, conformaba un bloque sólido, y por eso era tan exitoso», complementa Juliandro, también feliz por la clasificación, pero nostálgico del conjunto de 2016.

A pesar de ya haber asegurado su clasificación a la Sudamericana, Chapecoense tiene posibilidades aún de entrar a la Copa Libertadores. Para eso, deberá vencer en la última fecha del «Brasileirao» a Coritiba y esperar una serie de resultados de otros equipos.

«Sin embargo -explica Juliana, hincha del club-, para nosotros la Sudamericana es más importante. Esa Copa quedó asociada para siempre a la memoria del ‘Chape’ y tiene una carga simbólica que la Libertadores nunca tendrá: es ‘nuestro’ torneo».

El avión de Chapecoense cayó en las afueras de Medellín, cuando el equipo se trasladaba a Colombia para disputar la final de la Copa Sudamericana 2016 ante Atlético Nacional. Aunque la serie nunca se disputó, la Conmebol le otorgó al equipo brasileño el título de campeón del certamen.

En uno de los tantos bares de la ciudad en los que pasan el partido ante Bahía se encuentra Alan Júnior, vendedor de productos químicos que asegura «haber faltado a menos de 10 partidos» del «Chape» en su vida.

«La Navidad del año pasado fue muy triste. Ésta también lo será, pero la clasificación debe ser vista como un gran logro. En medio de la pesadumbre de esta semana, es una forma de cerrar el año con llave de oro», señala.

«El Chapecoense es fuerte», añade Wilson Figueres. «O, mejor dicho, el brasileño es fuerte. Lo que sucedió fue terrible, para nosotros y para el mundo. En Brasil recordamos el 28 de noviembre como en Estados Unidos lo hacen con el 11 de septiembre. Pero la vida sigue y con el tiempo el trauma irá disminuyendo».

Históricamente, el Chapecoense era un club pequeño que sólo jugaba el torneo estadual de Santa Catarina y luego, durante todo el resto del año, no participaba de más competiciones importantes. Sin embargo, en los últimos años, el crecimiento de la institución fue tal que ser parte de competiciones internacionales se tornó para el equipo casi una costumbre.

Fernando, de 60 años, vive en Chapecó hace 45 y conoció la etapa en que el club era apenas un equipo chico de la ciudad, sin ninguna otra proyección. Por eso, valora: «Jugar copas internacionales es lo mejor que nos puede pasar. Se termina el verano y tenemos qué hacer, es hermoso».

Si bien la clasificación se valoró, en Chapecó no hubo grandes festejos ni celebraciones. La ciudad se prepara para conmemorar una jornada que a todos les resulta aciaga, y la pérdida de los que para muchos eran sus héroes todavía resulta difícil de cicatrizar.

Iván Murari, hincha del «Chape», resume así los sentimientos encontrados de una ciudad que se alegra por el presente pero, por mucho tiempo, no conseguirá borrar su pasado: «El equipo de 2017 es bueno y nos dio felicidad, pero no se puede comparar con el del año pasado».

«Hace 10 años -concluye-, el Chapecoense estaba por cerrar las puertas, y ellos llevaron un club casi en quiebra a la final de la Sudamericana, venciendo a un grande San Lorenzo. Nos dieron orgullo, y eso jamás será superado».

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