París
DPA

Si en el cuadro masculino el campeón sigue con vida, no se puede decir lo mismo del femenino. Muguruza entregó su corona al caer con la francesa Kristina Mladenovic en octavos de final y después rompió a llorar víctima de la presión que lleva sintiendo estas semanas y de la actitud hostil del público francés.

Había un volcán de emociones en su interior y un nudo en su garganta. Minutos después de perder por 1-6, 6-3 y 6-3 en la cancha Suzanne Lenglen, Muguruza interrumpió la rueda de prensa mientras las lágrimas brotaban de sus ojos.

«Llevo mucho tiempo siendo preguntada, pensando y es una época de mi carrera que se ha acabado. Es un privilegio venir aquí como defensora del título. Ya ha pasado», dijo aliviada la tenista de 23 años tras su primera experiencia como campeona vigente de un Grand Slam. «La gente dejará de molestarme preguntándome por el torneo».

No vivió un partido para nada sencillo la española. Mladenovic es la gran esperanza de los franceses para ver de nuevo a una local con el título desde Mary Pierce en el año 2000. Y los cerca de 10 mil hinchas que llenaron la Suzanne Lenglen se lo hicieron sentir: aplaudió dobles faltas de la española, la presionó en sus saques y no dejó de alentar a Mladenovic en ningún momento.

«El público hoy fue un poco difícil. Creo que en algunos momentos tuvo que ser más respetuoso, no sólo hacia mí, sino también hacia el juego. Pero no estoy aquí para crearme enemigos, me encanta jugar aquí», explicó.

Con la posterior derrota de la estadounidense Venus Williams por 5-7, 6-2 y 6-1 ante la suiza Timea Bacsinszky, Roland Garros coronará a una tenista que nunca hasta ahora ganó un Grand Slam.

Ninguna de las 12 jugadoras que quedan (cuatro de ellas ya clasificadas a cuartos de final) ganó un título en alguno de los cuatro grandes.

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