Río de Janeiro
DPA

La «canarinha» ganó el anhelado oro olímpico en fútbol y Brasil cerró «sus» Juegos con récord de medallas, pero para el gigante sudamericano llegó también la hora del despertar: el regreso a la crisis.

La resaca olímpica traerá en breve de vuelta los inmensos problemas que atraviesa Brasil, un poco olvidados durante la «burbuja» del evento. La presidenta, Dilma Rousseff, será previsiblemente destituida de su cargo en las próximas semanas y el Gobierno de Michel Temer se instalará definitivamente en el Ejecutivo con su legitimidad cuestionada.

[bsa_pro_ad_space id=13]

Ya durante los Juegos cientos de manifestantes se volcaron a las calles para protestar contra el impopular vicepresidente de Rousseff, ahora enemigo declarado de la mandataria.

El grito de «Fora Temer» («Fuera Temer»), se oyó incluso en muchas arenas deportivas, con una pitada monumental durante la ceremonia de apertura de los Juegos en el estadio Maracaná como momento culmen. El domingo, el presidente interino no asistió a la gala de clausura en el Maracaná para evitar un abucheo similar.

El Gobierno de Temer seguirá teniendo una montaña de problemas por afrontar: el retroceso de su hace unos años aún boyante economía -el Fondo Monetario Internacional prevé en su último informe una contracción de 3,3 por ciento del Producto Interno Bruto brasileño para 2016-, el descrédito de las élites políticas y económicas por los escándalos de corrupción y crisis aún no superadas como el brote de zika.

Los últimos turistas olímpicos, gran motor financiero y de ánimo durante la «burbuja» de los Juegos, deben ir dejando Río de Janeiro a partir de hoy. Fueron más de 540.000 visitantes del extranjero los que llegaron a la ciudad carioca en las últimas seis semanas, según las cifras de la autoridad brasileña de turismo, Embratur.

Y el despertar será duro, cree la mayoría de analistas. «Los problemas de Brasil son demasiado profundos como para obtener un impulso de los Juegos Olímpicos», señalaba en su último informe la consultora de fondos de inversiones internacional Robeco, con sede en Holanda, especializada en valorar los flujos inversores.

«Los retos que enfrenta el país este año son mucho más grandes que cualquier efecto positivo que las Olimpiadas pudieran aportar», consideró la empresa, tajante.

También Río de Janeiro afronta retos descomunales. El estado de Río pudo afrontar los Juegos sólo gracias a un préstamo extraordinario del Gobierno central de 2.900 millones de reales (unos 830 millones de dólares), después de que las autoridades estatales declararan la situación de «calamidad pública», equivalente a la emergencia financiera.

Pero los problemas de Río, castigado por la pérdida de los ingresos del golpeado sector petrolero, se acumulan más allá de los Juegos. Universalizar el sistema de agua y desagüe en Río requerirá una inversión de más de 26.000 millones de reales (unos 8.100 millones de dólares) en los próximos 30 años, señalaba por ejemplo el portal «O Globo» citando a una consultora.

El fin de fiesta brasileño tendrá su dramático acto de apertura ya en los próximos días. El juicio político contra Rousseff, suspendida del cargo desde el 12 de mayo, debe empezar el próximo 25 de agosto.

Y las intrigas que han hundido la imagen de la clase política brasileña durante el último año hacen prever que la primera presidenta mujer del país se despedirá de forma prematura e ignominiosa del cargo, posiblemente ya en los primeros días de septiembre.

Artículo anteriorPrimer Ministro nipón sorprende a Río vestido de Super Mario
Artículo siguienteDe Bolt y Phelps a Lochte y Djokovic: las dos caras de Río 2016